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Por amor a Foucault

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En el marco de los 30 años de la muerte de Michel Foucault, el doctor en ciencias sociales por UBA analiza el curso Seguridad, Territorio y Población, que el pensador dictó en Francia, con el objetivo de abordar la relación entre política y biopolítica a través de los conceptos de pueblo y población.

“Lo que marca nuestro presente no es el avance del Estado en la vida social sino su gubernamentalización”

La serie de clases dictadas por Foucault,  en 1978, en el prestigioso Collège de France, constituye  una suerte de génesis donde el filósofo contemporáneo sitúa en el centro de sus preocupaciones la noción de población y pueblo, además de los mecanismos que permiten amparar su regulación.

En diálogo con la Agencia CTyS, el doctor en Ciencias Sociales y docente de la UNLaM, Luis Félix Blengino, le otorga al curso Seguridad, Territorio y Población una “importancia capital para comprender el itinerario intelectual foucaultiano”.

¿Cómo surgió la idea de estudiar el curso de Foucault Seguridad, Territorio, Población?

Cuando en el 2004 en Francia y en el 2006 y 2007 en Argentina se publicaron los cursos “Seguridad, territorio, población” y “Nacimiento de la biopolítica” de 1978 y 1979, respectivamente, el impacto fue inmediato, hubo una explosión de trabajos sobre biopolítica, neoliberalismo, etc. La cuestión para mí es la siguiente: nuestra generación está marcada por estos cursos, que en su mayoría contienen temas y desarrollos históricos y conceptuales, pero sobre todo líneas de posibles investigaciones, que no son tan claras en sus libros o que están absolutamente ausentes de los mismos. De ahí el interés, no sólo mío sino de toda una generación por estos cursos, sobre todo por los tres cursos de fines de los ’70, es decir, por los de 1976, 1978 y 1979 (en 1977 Foucault se tomó un año sabático) ya que son los únicos textos en los cuales el pensador desarrolla sistemáticamente algo así como su filosofía política.

Partiendo de estas clases ¿Cómo se debe entender el concepto de soberanía popular?

Éste es uno de los temas centrales que estamos investigando con nuestro equipo desde hace algunos años aquí en el departamento de Derecho y Ciencia Política de UNLaM. Sin embargo, en pocas palabras, me permitiría decir lo siguiente: la cartografía y la historia ficción que Foucault despliega en estos cursos muestra un desarrollo de las sociedades occidentales en el cual la dominación técnica de las sociedades se va volviendo cada vez más omnímoda hasta amenazar con un control total sobre la vida. En el fondo, esto es lo que subyace a la transformación de la política en biopolítica y a los intentos de reducir al pueblo a mera población o, para decirlo en los términos de Agamben, de convertir a la democracia en una demografía. Es frente a esto que en mi investigación doctoral he intentado pensar el diagnóstico foucaultiano de nuestro presente a partir de la sentencia según la cual lo que marca nuestra era no es la tan temida “estatización de la sociedad”, es decir el avance del Estado sobre la vida social, sino “la gubernamentalización del Estado”. De ahí que frente a un diagnóstico tal, desde mi perspectiva, lo único que cabe oponer a tal forma de dominación técnica y tecnocrática es alguna forma de soberanía popular, pues han sido la soberanía y el pueblo, los dos elementos que han debido ser neutralizados, una y otra vez, para imponer la forma de poder que organiza desde el siglo XIX nuestras sociedades occidentales.

¿Cuál es la relación que presenta Foucault entre política y biopolítica?

Más bien lo que señala Foucault es una transformación operada en el siglo XVIII con los estudios fisiocráticos. Sin embargo, esta transformación venía siendo preparada desde un siglo antes y Foucault la explica a través de la oposición entre las filosofías políticas de Aristóteles y Hobbes. Es así que para el mundo clásico la política es la relación entre amigos conciudadanos que debaten las cuestiones relativas a la buena vida, mientras que las cuestiones vinculadas a la reproducción de la vida biológica pertenecen al ámbito doméstico. Para Foucault la modernidad biopolítica comienza a abrirse paso una vez que Hobbes señala que la finalidad del contrato (y por lo tanto del Estado) es la protección de la vida. Como muestra Foucault después de la paz de Westfalia en 1648 y del correlativo establecimiento de la balanza europea, se ingresa a una era de competencia interestatal que requiere para ello el fortalecimiento y esplendor del Estado para mantenerse potente frente a los demás, lo que lleva a que éste comience a ocuparse de cuestiones que hasta el momento le eran ajenas. Estas cuestiones son biopolíticas, pues el Estado empezará a preocuparse del tiempo de ocio y productividad de los súbditos, de su salud, de la higiene pública, de las endemias y epidemias, de la alimentación, del acceso y de la calidad de la misma, de las opiniones y su circulación, etc. Es decir, de todo aquello que será el objeto del poder de policía, tal como era entendido en ese entonces. Es así que cuando en la modernidad las cuestiones relativas a la vida pasaron a formar parte del cálculo y las estrategias políticas, se puede empezar a hablar del nacimiento de la biopolítica.

¿A qué se refiere Foucault cuando afirma que «el pueblo es el sujeto que se resiste a ser tratado como población»?

Ya en el comienzo del curso Foucault señala que la oposición pueblo/población es muy importante y que no hay que confundirla con la oposición entre sujeto obediente/delincuente. Al final del curso dice que quizás todo lo que se propuso durante el mismo fue explicar dicha oposición. Foucault analiza un texto de Louis-Paul Abeille para caracterizar a la población como ese nuevo sujeto que emerge como correlato del análisis económico fisiocrático. Lo curioso (y Foucault lo destaca) es que el pueblo aparece en ese escrito de Abeille como el elemento resistente a la regulación de la población, como el sujeto que procura sustraerse al dispositivo por el cual la población existe y subsiste en niveles óptimos. El pueblo es, desde esta perspectiva, una forma de no dejarse gobernar económicamente, es aquel sujeto que aún siendo parte de la población, se resiste a ser gobernado como parte de ella y a través de los cálculos con los cuales se la gobierna. El pueblo, entonces, es el sujeto cuyo comportamiento lo sitúa por fuera de la población y de su previsibilidad estadística y así le permite sustraerse a los mecanismos biopolíticos de gobierno de la población, y al hacerlo, al negarse a ser gobernado de esta forma, es el que produce el desarreglo del sistema.

En su tesis, usted analiza la brecha entre el liberalismo y la democracia a partir de la oposición población/pueblo. ¿Cómo llegó a esas conclusiones?

Para Foucault el liberalismo en cuanto arte del menor gobierno consiste en decretar ante todo la impotencia del Estado y la imposibilidad de que exista un soberano en economía, de ahí que se deba “dejar hacer y dejar pasar”. Ahora bien, para que esto funcione es necesario la libertad, por lo cual con el liberalismo emergen una serie de dispositivos de seguridad encargados de producir libertades controladas. De manera muy resumida y esquemática es esta impugnación de la soberanía y de la intervención estatal en la economía y el despliegue de una serie de dispositivos cuyo fin es la producción controlada de las libertades las que permiten caracterizar a las sociedades liberales como sociedades del riesgo, del peligro y de la seguridad y en cuanto tales sociedades fundadas en principios y objetivos que nada tienen que ver con los principios de la democracia. El liberalismo es una forma de gobernar a la población a partir de la producción y consumo de libertades y a través de la administración de los riesgos y peligros que dichas libertades conllevan. Por el contrario la democracia es el gobierno del pueblo que se funda en la identidad entre gobernantes y gobernados.

La preocupación del autor por la complejidad del gobierno lo llevó a acuñar el término de ‘gubernamentalidad’. ¿A qué se refiere este concepto?

Michel Foucault afirma que por gubernamentalidad deben entenderse tres cosas: por un lado, el conjunto de las instituciones, reflexiones, cálculos y tácticas que posibilitan una forma de ejercicio del poder que se dirige a la población, se funda en el saber de la economía política y utiliza como instrumento técnico a los dispositivos de seguridad; por otro lado, es la tendencia histórica que en occidente llevó a la preeminencia del gobierno por sobre la soberanía y la disciplina; por último, se refiere al resultado de ese proceso de gubernamentalización del Estado por el cual el Estado de justicia medieval, se convirtió en Estado administrativo bajo la razón de Estado hasta convertirse en el actual estado gubernamental. De alguna manera el concepto de gubernamentalidad le sirve a Foucault para escapar de la férrea dicotomía transhistórica entre el Estado y la sociedad civil englobándolos como elementos internos a una racionalidad gubernamental y analizarlos como conceptos de tecnología gubernamental. Por otra parte cabe destacar que el concepto de gubernamentalidad apunta al ejercicio del poder sobre sujetos libres en cuanto son libres y refiere a la determinación del campo de acción de los sujetos actuantes.

¿Por qué Foucault toma los conceptos de soberanía, disciplina y seguridad como paradigmas en su estudio?

Foucault es un filósofo que elige pensar a partir de la elaboración de paradigmas y de su  contraposición para a partir de allí elaborar modelos ideales, aunque vinculados a un contexto histórico concreto, como puede ser el proyecto del panóptico de Bentham o la política de inoculación contra la viruela. Estos modelos le sirven como insumo fundamental en la elaboración de sus estudios históricos, pues constituyen una manera muy clara para mostrar y analizar las rupturas y los desplazamientos que se producen de uno a otro paradigma. Estos son los tres paradigmas políticos que permiten explicar las rupturas y desplazamientos que llevaron precisamente del estado de justicia medieval vinculado al paradigma de la soberanía, al Estado administrativo de los siglos XVI y XVII vinculado al poder de policía y al paradigma disciplinario, y finalmente al moderno Estado gubernamentalizado liberal que debe ser estudiado a la luz del paradigma securitario.

*Luis Félix Blengino es doctor en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). También es docente de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA), además de ser investigador y profesor en ‘Enseñanza Media y Superior en Filosofía’ por la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), donde se especializó en Filosofía y Teoría Política. Ha sido becario doctoral de CONICET entre los años 2007 y 2012, período en el que realizó la maestría en Ciencia Política del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). En el presente se desempeña como investigador en los siguientes proyectos de investigación: en CONICET, “Hegemonía y Antagonismo en Argentina de Principios de siglo XXI: el Caso del Populismo Kirchnerista”; en UNLaM, “Conflicto, democracia y derechos humanos y sociales: Una genealogía los procesos de subjetivación jurídica” y “Red de estudios de teoría y filosofía política sobre nuevas democracias”, dirigido por Diego Baccarelli. Entre sus principales publicaciones se cuentan: en 2009, “Poshistoria, posfilosofía y espiritualidad política”, en: Ideas y Valores. Revista Colombiana de Filosofía. Nº 139, y en 2011, en coautoría con Miguel Ángel Rossi “La lógica del neoliberalismo a partir de la interlocución de Immanuel Kant y la impronta de Michel Foucault”, en el libro Crisis y metamorfosis del Estado argentino. El paradigma neoliberal en los noventa, Buenos Aires: Luxemburg.

 

 

Fuente: http://www.ctys.com.ar/

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