Los dioses no se jubilan, Eduardo Galeano

Diego Armando Maradona falleció este 25 de noviembre/20, a los 60 años, después de sufrir una descompensación en su domicilio. De una leyenda a otra, los dichos del escritor uruguayo Eduardo Galeano sobre el 10. 

Eduardo Galeano había dicho sobre Maradona: “Los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía”.”Gracias por enseñarme a leer el fútbol”, había comentado Diego tras enterarse de su fallecimiento en 2015.

“Diego Armando Maradona fue adorado no sólo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, pecador, el más humano de los dioses. Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable. Pero los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero”. Así puede leerse en el libro póstumo ‘Cerrado por fútbol’ del uruguayo Eduardo Galeano, publicado en 2017. En ese texto el escritor oriental agregaba: “Maradona fue condenado a creerse Maradona y obligado a ser la estrella de cada fiesta, el bebé de cada bautismo, el muerto de cada velorio. Más devastadora que la cocaína es la ‘exitoína’. Los análisis, de orina o de sangre, no delatan esta droga”.

Galeano desde siempre admiró el juego del argentino, cuestión que se puede comprobar en las múltiples referencias al ex futbolista en el libro ‘El fútbol a sol y sombra’ editado para 1995. En dicha publicación se relataba un gol de Diego en 1973 en un partido entre los equipos infantiles de Argentinos Juniors y River Plate:

“El número 10 de Argentinos recibió la pelota de su arquero, esquivó al delantero centro del River y emprendió la carrera. Varios jugadores le salieron al encuentro: a uno se la pasó por el jopo, a otro entre las piernas y al otro lo engañó de taquito. Después, sin detenerse, dejó paralíticos a los zagueros y al arquero tumbado en el suelo, y se metió caminando con la pelota en la valla rival. En la cancha habían quedado siete niños fritos y cuatro que no podían cerrar la boca. Aquel equipo de chiquilines, los Cebollitas, llevaba cien partidos invicto y había llamado la atención de los periodistas”.

Y Galeano agregaba: “Uno de los jugadores, El Veneno, que tenía trece años, declaró: ‘Nosotros jugamos por divertirnos. Nunca vamos a jugar por plata. Cuando entra la plata, todos se matan por ser estrellas, y entonces vienen la envidia y el egoísmo’. Habló abrazado al jugador más querido de todos, que también era el más alegre y el más bajito: Diego Armando Maradona, que tenía doce años y acababa de meter ese gol increíble”.

En ese libro Galeano le dedicó especial atención al doping de Maradona en el Mundial de Estados Unidos de 1994: “Jugó, venció, meó, perdió. El análisis delató efedrina y Maradona acabó de mala manera su Mundial”. “El placer de derribar ídolos es directamente proporcional a la necesidad de tenerlos” escribió Galeano, quien repasaba el trato que Diego recibía del público y de la prensa.

El escritor uruguayo sostenía que Maradona ‘venía cometiendo desde hacía años el pecado de ser el mejor’ y si bien no fue el único jugador desobediente, fue su voz la que dio resonancia mundial a preguntas incómodas al poder como por qué no rigen en el fútbol las normas universales del derecho laboral o por qué los jugadores no pueden conocer las utilidades que generan sus espectáculos dentro de una cancha de fútbol.

Sobre el juego del argentino, Galeano remarcaba antes del retiro del 10 que no era un jugador veloz pero que ‘tenía ojos en todo el cuerpo’. Y subrayaba: “Maradona es incontrolable cuando habla, pero más cuando juega. (…) En el frígido fútbol de fin de siglo, que exige ganar y prohíbe gozar, este hombre es uno de los pocos que demuestra que la fantasía pude ser también eficaz”.

Consultado previo al Mundial de Brasil 2014 sobre quién era mejor, si Messi o Maradona, el montevideano contestó: “Es una pregunta que con cierta frecuencia los periodistas me hacen, algunos amigos también. Siempre contesto lo que de veras creo: no son comparables, y en la vida debemos dejar de andar todo el tiempo comparando. Jamás olvidaré la frase que me dijo una viejita analfabeta, mulata, madre de un gran amigo mío, que vivía en un ranchito en el barrio del Buceo, balanceándose en una silla un día me dijo: ‘Pobre la gente que vive midiéndose’ “.

Apenas algunas horas después del fallecimiento de Galeano en abril de 2015, Maradona le dedicó algunas palabras en el diario La Nación: “Gracias por enseñarme a leer el fútbol. Gracias por luchar como un 5 en la mitad de la cancha y por meterles goles a los poderosos como un 10. Gracias por entenderme, también. Gracias, Eduardo Galeano: en el equipo hacen falta muchos como vos. Te voy a extrañar”.

Fuente: https://www.espn.com.ar y https://www.espn.com.uy 

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