Lo hacían sin cortar la calle, en el mismo espacio público que ocupó, hace veinte años, la carpa blanca. El sindicato había informado a la Jefatura del gobierno porteño que realizaría un acto en el lugar. Siguieron el trámite de rutina en estos casos: el viernes ingresaron un escrito para notificar a la administración porteña que este lunes harían un acto frente al Congreso. La idea era montar ayer la escuela itinerante, dejar en el lugar a una guardia de maestras e inaugurarla hoy, con una clase pública.
Para acompañar el armado de la carpa fueron a la plaza del Congreso los principales dirigentes de la Ctera, como Roberto Baradel -titular además del Suteba, sindicato de los maestros bonaerenses- y Eduardo López, de la Unión de Trabajadores de la Educación, que agrupa a docentes porteños. También habían ido a respaldar el armado de la escuela itinerante unos 500 maestros de los dos distritos. La represión, por supuesto, era una de la posibilidades abiertas; sobre todo después del violento desalojo que sufrieron el jueves, día de la huelga general de la CGT, los manifestantes del sindicalismo de izquierda que cortaron la Panamericana.
La represión, en este caso, ni siquiera tuvo la excusa de un incidente como detonante. Primero mandaron a la plaza del Congreso a cuatro patrulleros de la comisaría sexta con la orden de frenar el armado de la carpa. Los docentes hicieron entonces un cordón humano en torno a la estructura a medio construir.
“Luche, que se escuche”, “No caímos / no caímos / a la escuela pública nosotros la elegimos” fueron algunos de los cantitos de respuesta a la policía. Los maestros –y eso fue muy claro para los que presenciaron el intento de armar la carpa, entre los que estuvo PáginaI12– tenían una decisión nítida de no provocar nada que alentara la represión. Al hacer el cordón humano, tuvieron incluso el cuidado de no interrumpir el tránsito.
Pronto aparecieron en el lugar funcionarios del ministerio de Ambiente y Espacio Público del gobierno porteño. Como el armado de la estructura avanzó, rodeado del cordón de maestros, mandaron a la policía antimotines.
En el desalojo, los efectivos cargaron en un cuerpo a cuerpo contra los maestros. Ocho de cada diez eran mujeres. Para romper el cordón, la policía les tiró gas pimienta a la cara. Hubo también manifestantes golpeados. Muchos debieron ser auxiliados por sus compañeros para poder alejarse del lugar, descompuestos por los efectos del gas.
Tras la represión, el macrismo explicó a su manera la actitud represiva. En un comunicado de prensa, el ministerio de Ambiente y Espacio público “informó” que “se evitó el armado de una estructura en la Plaza del Congreso” para el que “los gremialistas” no tenían “ningún tipo de permiso”. “Por consiguiente”, sostuvo el parte oficial, “se labraron actas de infracción por el uso indebido del espacio público”. Finalmente el comunicado agregó, como si se tratara de una cuestión totalmente secundaria: “También se hizo presente personal policial y se les sugirió (sic) el desarme”.
Los cuatro docentes detenidos son Miguel Acuña, Juan José Mauro, Pablo Aschero y Carlos Díaz. Anoche, dos permanecían arrestados en la comisaría 6 y otros dos en la comisaría que tiene la Policía Metropolitana en Parque Patricios. Diputados de la Nación y legisladores de la Ciudad reclamaban en esas dependencias por su liberación. Les iniciaron causas por resistencia a la autoridad y lesiones.
Durante la jornada, el presidente Mauricio Macri había vuelto a criticar los paros docentes y reclamado a los dirigentes gremiales que busquen otros métodos que no afectaran el dictado de las clases. “Los paros se hacen desde hace diez años y ya se mostró que no sirven. Si hacemos las mismas cosas, no podemos pretender resultados distintos” fue una de las frases del discurso presidencial (ver nota aparte).
Para Roberto Baradel, una represión de este orden no se pudo hacer sin la venia de la Casa Rosada. “Nos dijeron que hubo una orden directa de la Presidencia de la Nación. La policía nos agredió, no hay ningún docente agrediendo a la policía. Nos pedían que modificáramos la protesta con una forma creativa y miren qué pasa.. Parece que ante cualquier palabra que al gobierno no le guste va a actuar con represión. Eso no es un gobierno democrático”.
Eduardo López agregó que “lo que quiere el gobierno es que aceptemos una propuesta salarial a la baja y la desmembración de la escuela pública. Le exigimos que respeten el derecho a reclamar. No queremos modificar nada que no exista en la Argentina desde el retorno a la democracia, desde el 83 a esta parte”.
La Ctera llamó para hoy a una asamblea de secretarios generales en la que definirán de qué modo seguirán con la protesta para reclamar el llamado a la paritaria nacional y la apertura de una discusión sobre el financiamiento educativo.
Fuente: Laura Vales para www.pagina12.com.ar