Poeta sin tumba

Federico García Lorca, el poeta al que España le debe una tumba. “No hay nada más vivo que un recuerdo”, escribió el intelectual asesinado hace ocho décadas. Una tercera excavación intentará dar con sus restos a partir del mes de septiembre.

“Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir”, escribió de forma casi profética Federico García Lorca. La muerte encontró al poeta tal día como hoy hace 80 años. Estaba en casa de su amigo Luis Rosales y tenía, cuentan, un billete para viajar a México en el bolsillo. Le detuvieron en esos primeros días de la Guerra Civil y dos días después, tras “mucho café”, le dieron el ‘paseo’. Su cuerpo quedó en algún lugar entre Alfacar y Víznar, en su adorada Granada. Una tumba desconocida para el poeta más amado de las letras españolas. Una tierra cualquiera donde yacer, como tantos miles en las cunetas y fosas comunes de esta España, sin nombre pero tan vivo como entonces.

“No hay nada más vivo que un recuerdo”, dejó también negro sobre blanco ese “escritor con alma de poeta y mano de músico”, como le define Lluís Pasqual, que ha publicado su personal homenaje a su ‘hermano’ en ‘De la mano de Federico’ (Arpa Editores) y ha dirigido numerosos montajes de Lorca, entre ellos la primera y mítica puesta en escena de ‘El público’ en 1986. Porque el recuerdo, como la luz que todos los que le conocieron usaron para definirle, nunca se apaga. Lorca “era la lumbre misma”, dijo José Luis Cano. Rafael Alberti decía que cuando entraba en una habitación era como si se iluminara. “Un ser nacido para la libertad”, añadió Vicente Alexandre. “Traía la felicidad”, remató Pablo Neruda. Lorca ha sido y es faro y misterio, además una de las grandes deudas que tiene este país con su memoria histórica y su cultura.

Federico García Lorca y Luis Buñuel, en la verbena de San Antonio de la Florida en 1923.

Federico García Lorca y Luis Buñuel, en la verbena de San Antonio de la Florida en 1923.

El 19 de septiembre comenzará una nueva excavación, dirigida por el arqueólogo Javier Navarro y el historiador Miguel Caballero, para encontrar los restos de Lorca en unos antiguos pozos de agua de Alfacar (al pie del Peñón Colorado), que pertenecían a una antigua fábrica de paños. Estos pozos fueron utilizados como fosas de fusilados en 1936 en el entonces campo de instrucción falangista, hoy convertido en un campo de fútbol. Esta será la tercera fase de la búsqueda de los restos del escritor, que comenzó en 2009 en el paraje de Fuente Grande y continuó en 2013 en el Peñón Colorado, en ambos casos sin resultados. 

Ya sin el apoyo de la Junta de Andalucía, la Asociación Regreso con Honor, que preside Navarro, es la encargada de impulsar esta nueva investigación para encontrar los restos de Lorca, del maestro de escuela Dióscoro Galindo y de los banderillos anarquistas Joaquín Arcollas Cabezas y Francisco Galadí. Un total de 36.000 euros, financiados con fondos privados, costará esta excavación a unos 40 metros hacia el este de la última, y para la que aún les falta reunir 12.000 euros y contar con la pala excavadora que el Gobierno regional ya les había prestado antes. 

Hay cambios respecto a la anterior campaña, explica Navarro a El Confidencial. Ahora han afinado más la búsqueda porque el terreno original ha sufrido grandes transformaciones tras ser utilizado como pista de motocross, la construcción del campo de fútbol en 1997 y la ampliación del cortijo del Pepino. El general Fernando Nestares, hijo del capitán José María Nestares, mando militar en Granada al inicio de la guerra, había visitado el terreno en 1977 con tres de los guardias de asalto que presenciaron la ejecución de Lorca y está asesorando a los arqueólogos en la búsqueda. Afirmó que habían ascendido unos 25 metros por una vereda que salía frente a la fachada del cortijo del Pepino hacia Llanos de Corbera. “Estuvo con los tres guardias de asalto que señalaron el lugar. No son testigos de lo que pasó, son protagonistas directos de la ejecución”, defiende Navarro.

De ahí que, teniendo en cuenta los cambios del paisaje, la zona donde podrían encontrarse los restos del poeta se enclava ahora 40 metros más hacia el este de la anterior búsqueda. Para dar con este lugar han estudiado, junto a catedráticos de las universidades de Zaragoza, la Politécnica de Valencia y Tucumán (Argentina), fotografías aéreas históricas del Archivo General Militar de Ávila, la Diputación de Granada y  hemerotecas, y realizado estudios geomorfológicos con georradar. Así han localizado tres anomalías en el subsuelo a una cota que corresponde al nivel original del terreno en 1936 y que serían estos tres pozos usados en 1936 como fosas. La excavación del próximo mes se centrará en una zona de 200 metros cuadrados situada en “la cabecera exacta del campo de instrucción falangista”, es decir, a entre 500 y 800 metros del lugar que siempre ha apuntado el hispanista y experto en la búsqueda de los huesos del poeta granadino Ian Gibson.

El biógrafo irlandés, que acaba de reeditar la biografía revisada ‘Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca’ (DeBolsillo), asegura a EFE que España “no está haciendo los deberes con sus muertos, con más de 100.000 asesinados por el franquismo en cunetas y fosas comunes, entre los que se encuentra el poeta español más amado y más traducido de todos los tiempos”. Debería “ser una cuestión de Estado” averiguar dónde está enterrado. La familia de Lorca, contraria a esta nueva búsqueda, no quiere que se saquen sus restos. “Si la familia no quiere, tampoco me parece bien a mí”, añade Gibson sobre una posible exhumación. 

“Puede que me equivoque, o tal vez porque pienso en las palabras de Federico, ‘porque te has muerto para siempre como todos los muertos de la Tierra’, pero creo firmemente que, así como su obra nos pertenece a todos, sus restos pertenecen a su familia, como pertenecen a sus descendientes los restos de tantos españoles que, para vergüenza de todos, siguen sepultados en cunetas y campos”, sostiene por su parte Pasqual, amigo de Isabel García Lorca, en su libro.

De todos modos, esta nueva excavación es posible gracias a la familia de Galindo. “Cuando hay un cambio de Gobierno y nos dicen que no van a seguir apoyando la intervención, me planteo su continuidad. Si la Junta, que es la que lo promueve inicialmente, se desentiende, y si la familia de la persona más conocida se está oponiendo, ¿qué hacemos aquí?”. Esa fue la duda que rondó a Navarro hasta que llegaron las nietas de Galindo y la CNT, “como familia política” de los banderilleros, y decidió que había que seguir adelante. 

Aun así, no es la primera vez que se remueve la memoria y la tierra de la zona para encontrar los restos del poeta. “Empezó Agustín Penón con su entrevista a Manolillo el Comunista -de quien, por cierto, hemos localizado su hoja de servicio y su afiliación a la Falange de septiembre de 1936-. Esos documentos pasaron a Ian Gibson, que volvió a entrevistarle y señaló un punto en Fuente Grande, al lado de Alfacar”, resume Navarro.

“Otra vía es la que señala al barranco de Víznar, donde, efectivamente, hay unas fosas comunes en las que fusilaron sistemáticamente, pero a partir de finales de agosto. Esto ya lo dijo Eduardo Molina Fajardo [periodista coetáneo de Penón y miembro de Falange, que en los años sesenta recopiló decenas de testimonios para desvincular el nombre de su partido del fusilamiento de Lorca]. El general Nestares nos contó que su padre había ordenado que fueran apuntando la identidad de los fusilados en ese emplazamiento, pero Lorca había sido asesinado días antes de empezar a usar el barranco como zona de ejecución”, añade el arqueólogo frente a las otras teorías sobre el paradero del escritor. Hay más tesis, como en toda gran incógnita, que apuntan a que el franquismo lo desenterró para evitar que la zona se convirtiera en un lugar de propaganda y peregrinación, y hasta se ha afirmado que lo hizo la propia familia de García Lorca. 

“Homosexual, socialista y masón”

“Nunca se habrá llorado y protestado tanto en la Tierra entera”, escribió Alberti sobre la muerte de su amigo. Porque esté donde esté Lorca, lo cierto es que ese recuerdo del que él hablaba sigue tan vivo y luminoso como el primer día. Un recuerdo al que le falta un final. Un poeta al que España le debe una tumba. Una obra incompleta, como ‘El público’, que sigue necesitando que se ponga en pie para arrojar verdad sobre las últimas horas del padre de ‘Yerma’, ‘Bodas de sangre’, ‘La casa de Bernarda Alba’, el ‘Romancero gitano’ o los ‘Sonetos del amor oscuro’. 

Lo mataron, lo asesinaron a conciencia, sabiendo lo que hacían. Luego difundieron que les jodía porque de hecho se habían dado cuenta del error. (…) Yo no los creo. Tenían mil motivos para matarle y que siguiera muerto. Para no arrepentirse ni un segundo. Bajo el aspecto de ser una más de las rencillas pueblerinas que se saldaron con desapariciones y asesinatos en la tremenda confusión de las primeras semanas de la Guerra Civil -desgraciadamente, también tuvo algo de eso-, tenían infinitos motivos para asesinarle. Casi todos se han dicho, Federico representaba todo lo que ellos odiaban: poeta, artista popular, pensador brillante, maricón… les molestaba por todos los flancos”, defiende Pasqual. 

Y los documentos le dan la razón. Regularmente salen a la luz nuevas cartas, fotografías, escritos de Lorca o relacionados con el poeta que siguen ensanchando el misterio en torno a su hipnótica figura. En las últimas fechas, han aparecido fotos como las publicadas este fin de semana en ‘La Razón’ o las del archivo de la familia de Rafael Rodríguez Rapún, que inspiraron ‘La piedra oscura’ de Alberto Conejero y un ensayo en el que está inmerso con toda esta documentación. Hace cuatro años se encontró su última carta dirigida a Juan Ramírez de Lucas, y en abril del año pasado se conoció un informe de la Jefatura Superior de Policía de Granada de 1965 que revelaba que fue asesinado por “socialista y masón” y “prácticas de homosexualismo”. Este documento ha servido a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica para que la jueza Servini, la magistrada argentina conocida por investigar las violaciones de los derechos humanos del franquismo, acepte el caso de la desaparición del poeta. Es el último gran misterio de Lorca porque, como él mismo escribió también proféticamente, “solo el misterio nos hace vivir. Solo el misterio”.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/

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