83 años, 50 películas, cuatro premios Oscar de un total de 23 nominaciones, algunos escándalos personales y una brillantísima carrera como director. Woody Allen acaba de estrenar en España ‘Día de lluvia en Nueva York’, una comedia romántica en la que vuelve a convertir su ciudad en plató de cine.
Si se desconociera que el logo de I ♥ NY lo diseñó Milton Glaser en 1977, cualquiera podría pensar que se lo inventó Woody Allen. Ningún cineasta ha demostrado en su carrera tanto amor por la Gran Manzana como lo ha hecho él. En esta entrevista en el hotel María Cristina de San Sebastián, Woody Allen vuelve a demostrar que es un hombre muy amable, extremadamente inteligente y un filósofo del siglo XXI.
Le he entrevistado tres veces antes (en el Festival de San Sebastián en 2004 y en el Festival de Cannes en 2010 y en 2011), y me encanta que actualmente esté rodando una película en San Sebastián.
Estoy encantado de rodar aquí. Este es un pequeño paraíso.
¿Qué considera lo más destacable de los españoles?
Cuando rodé en las calles de Barcelona, a pesar de que había mucha gente, todos contribuyeron a la calma. Lo que quiero decir es que no pudieron haber sido más amables. Y aquí, en San Sebastián, todo el mundo es amigable, lo estoy pasando fenomenal. Y Oviedo, es un sitio al que creo que uno podría escaparse y ser muy feliz viviendo su vida allí. Es un sitio de ensueño. Y también he disfrutado mucho en Madrid.
¿PARA CUÁNDO UNA PELÍCULA EN LA CAPITAL?
En Madrid hace mucho calor en verano. Si no, habría pensado hacer una película allí, lo que pasa es que, normalmente, hago las películas en esta estación del año porque mis hijas están de vacaciones escolares. Pero esa ciudad me encanta, y allí la gente no puede ser más amable conmigo.
En Un día de lluvia en Nueva York, el protagonista nombra al filósofo y ensayista español Ortega y Gasset, quien, entre otras muchas frases célebres, pronunció: “Yo soy yo y mi circunstancia. ¿Por qué le nombra? ¿Qué le gusta de él?
Recuerdo haber leído Estudios sobre el amor, de 1940. Tenía las ideas típicas sobre lo que es enamorarse y cómo uno se abandona a ello. Era un intelectual hablando de un tema, de una materia que es muy difícil intelectualizar. Es como intelectualizar sobre el humor, o sobre la comedia. Es muy difícil. Con todo, hay intelectuales que se han escrito sobre el amor. Ortega y Gasset fue uno de ellos, otro fue el suizo Denis de Rougemont ( El amor y Occidente, 1939). Pero es muy complicado. No puedes capturarlo. Es muy difícil capturarlo.
¿Usted cree en el amor?
Bueno, por supuesto. Naturalmente. Yo llevo casado más de 20 años, tengo dos hijas estupendas, las quiero mucho a todas, y a mi mujer,así que sí: soy un firme creyente del amor. Y soy un firme creyente en cuanto al amor romántico.
En Un día de lluvia en Nueva York muestra a una pareja formada por el personaje de Gatsby (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning), que son muy distintos entre sí. Él es de ciudad; ella, de campo… Y muchas otras diferencias. Existe el dicho de que los polos opuestos se atraen; es decir, que la gente opuesta se atrae mutuamente. ¿Eso es cierto durante solo un rato o puede durar?
Yo creo que da igual. A veces, personas que son totalmente diferentes entre sí se sienten atraídas mutuamente y funciona muy bien; a veces, es un desastre. Y, a veces, personas que tienen mucho en común, empiezan una relación y es maravilloso, pero otras, no funciona. Es algo muy impredecible. Es tan difícil conectar cables… Y si un cable está mal puesto, la radio no se enciende. No se enciende.
Hace unos años me dijo que Barack Obama le gustaba tanto que sería estupendo que fuera un dictador durante algunos años.
Obama me gusta mucho. Oh, sí.
¿Y qué opina del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump?
Yo soy un demócrata de toda la vida. Siempre he sido un demócrata. He votado a Obama dos veces, voté a Hillary Clinton, así que, por supuesto, preferiría tener a Obama como presidente. Creo que fue un gran presidente. Soy un demócrata y no votaría ninguna otra opción, y me alegraría mucho si Obama fuera presidente ahora mismo.
Se ha psicoanalizado durante muchos años. ¿Qué es lo más importante que ha aprendido de su psicólogo o psiquiatra?
Que no funciona (ríe). No, en realidad sí ha supuesto una gran ayuda para mí, pero el problema es que esperas que sea un milagro, y no es un milagro, pero es bueno. No es que sea malo, sino que no es tan bueno como tú quieres que sea. Quieres que sea perfecto y que te suponga un cambio asombroso. Y no lo hace, pero te ayuda, y tiene… Es una forma de pensar y de tomarte las cosas, así que cuando algo te sucede, no te da un ataque de pánico, ni haces algo impulsivo, ni cometes un terrible error emocional, ni hieres los sentimientos de alguien o haces algo autodestructivo. Puedes pararte un minuto a pensar, y a reflexionar y a comprender por qué estás teniendo una reacción tan exagerada sobre algún hecho concreto. Eso te permite tomar una decisión más sabia sobre cómo manejar la situación. Muy frecuentemente.
¿Sigue siendo tan pesimista como antes sobre la vida?
Sí. Por lo menos, igual de pesimista. O incluso más. Creo que el mundo… Yo siempre he sido pesimista en cuanto a la condición humana, pero creo que actualmente el mundo está mucho peor, y soy muy pesimista sobre el futuro del mundo, y, en general, soy pesimista sobre la vida. Pero no creo que el mundo esté en buena forma ni que marche en el buen camino, sino que se mueve hacia su propia destrucción. En lo nuclear, en lo climático, en los movimientos de extrema derecha. Simplemente no se ha movido en la buena dirección; en una dirección sana.
¿Todavía va al terapeuta?
Voy de vez en cuando, como un coche va al taller para una puesta a punto. A veces voy para un cambio de aceite.
En Europa, usted es mucho más comprendido que en otras partes y sus películas gustan mucho. ¿Por qué cree que en Europa entendemos mejor su cine que en Estados Unidos?
No lo sé. Puede que sea porque, como las películas que a mí más me gustaban de joven eran europeas, he desarrollado de forma natural y sin esfuerzo un amor por los directores europeos. Y, por eso, cuando empecé a hacer películas, algo de ellos estaba en mí. Igual que si escuchas mucho Mozart y empiezas a componer música, se te pega un poco de Mozart en tu propia melodía. Por eso en mis películas hay algo de la sensibilidad europea y me salen un poco más europeas que a otros. Además, Nueva York es una ciudad muy europea. Esa es la única razón que se me ocurre.
¿Alguna vez pierde los nervios?
Oh, sí. Sí, pero con objetos. Nunca con personas. Siempre soy muy amable con la gente. Pero si no puedo abrir una botella, sí, pierdo los nervios.
Pero no cuando está rodando. Con un actor…
No, no en un rodaje. Verás que con todos los que han trabajado conmigo en estos más de 50 años, yo nunca, nunca… Siempre he sido muy amable en el set de rodaje, muy amable con todo el mundo. Nunca me enfado, ni siquiera cuando las cosas van muy, muy mal. Pero si se me cae la comida encima, sí.
Tras tantas películas y una carrera tan larga, ¿qué le da la dirección? ¿Un estilo de vida, libertad de expresión, una manera de expresarse a sí mismo?
Es una manera de evitar la vida real. Yo puedo levantarme por la mañana sin tener que enfrentarme a la vida real. Voy a un set de rodaje y allí hay mujeres guapas, y trajes, y música, y hombres guapos y encantadores, y los diálogos son divertidos, y ahí los problemas no son terribles, sino que son lindos… Y si fracaso, nadie me mata, así que durante todo el año que se tarda en hacer una película, vivo en un mundo de ensueño. Este vestuario, y esta broma, y esta canción, y estas mujeres y hombres encantadores…. Ya sabes. Es mucho mejor que la vida real, donde te levantas y te tienes que ir a una oficina, o una fábrica.
A su edad, se le sigue viendo lleno de energía. ¿De dónde la saca?
Oh, no hace falta tener tanta energía. Nada de lo que hago es tan duro como parece.
Fuente: Gloria Scola para https://www.elperiodico.com/