El Instituto Balseiro lanzó una nueva edición del concurso IB50K, que respalda económicamente a proyectos de base tecnológica. Se busca generar conocimiento y oportunidades en el país, porque “promocionar que los jóvenes se vayan es el principio del fin”, según Mariano Cantero, director de la institución.
“Creo que es muy injusto todo eso que uno escucha sobre ‘un país inviable’ porque genera un daño total en los más jóvenes pero creo que toda esa promoción habla más de la frustración de la gente que lo promociona por no haber sido capaz de generar mejores condiciones. Hay que revisar eso y ponerse a trabajar porque promocionar el que se vayan es el principio del fin”, dice a La Nueva Mañana Mariano Cantero, ingeniero nuclear, docente y director del Instituto Balseiro, la entidad académica que en el marco del Consejo Económico y Social, lanzó la 11ª edición del concurso IB50K destinado a jóvenes de todo el país con ideas y proyecto de base tecnológica que necesitan respaldo económico para desarrollarse.
“Lo que tenemos que hacer es generar mejores condiciones para los que están acá y generar oportunidades que alcancen para que otros vuelvan”, agrega Cantero y cuenta que la situación de pandemia “ha puesto claramente de manifiesto la importancia del aporte de la ciencia y la tecnología para superar esta situación”.
El Balseiro, marcado por una impronta federal tiene una trayectoria de 66 años, funciona en el sur del país en las instalaciones del Centro Atómico de Bariloche y depende de la Universidad Nacional de Cuyo y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el organismo gubernamental que ha sido pionero, y quizás la fábrica de empresas tecnológicas más importante del país. De allí, por ejemplo, nació Invap -la más icónica-, NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina-Sociedad Anónima) y sus centrales nucleares de potencia, como así también la Fábrica de Aleaciones Especiales (FAE) y la Fábrica de Combustibles Nucleares Argentinos (Conuar), entre otras, todas radicadas en distintas regiones del país.
En ese marco, el Balseiro que forma profesionales en física e ingeniería, es centro de referencia en formación y producción de conocimiento. Allí se gradúan al año más de 130 profesionales con tesis producto de trabajos de investigación o innovación tecnológica en las diferentes áreas. Y es hasta el momento, la única institución en el continente de capacitación en ciencias y aplicaciones de tecnologías nucleares dentro de la órbita del Organismo Internacional de Energía Atómica. Un titán, un orgullo nacional.
Esta convocatoria que lanzó el instituto cuyo premio mayor son 50.000 dólares (más de 4,7 millones de pesos), intenta promover las ideas y los proyectos en equipos de trabajos liderados por jóvenes, no mayores de 35 años, estudiantes o egresados de institutos terciarios o universidades nacionales o privadas. Dichos proyectos de base tecnológica pueden desarrollarse en ciencias aplicadas, básicas y /o ciencia de la salud, en áreas temáticas, como por ejemplo, inteligencia artificial, salud, cambio climático, energía, biotecnología, arte y música, educación, robótica, telecomunicaciones, tecnología de la información, entre otras.
Volver, quedarse
Cantero tiene 45 años, nació en Bahía Blanca pero creció en Río Cuarto, estudió unos años en la FaMAF de la UNC y luego se mudó a Bariloche para capacitarse en el Instituto Balseiro, después se fue del país para completar su formación: estudió, trabajó, se doctoró en ingeniería civil y ambiental y ganó experiencia en Estados Unidos, quiso volver al país unos años después de la crisis del 2001 pero no pudo, no había posibilidades laborales para él. Recién logró hacerlo en 2011 y si uno le pregunta por qué volvió, dice: “Tenía una proyección profesional muy buena, tenía un sueldo muy bueno pero no me sentía lleno, me daba cuenta que para sentirme completo yo necesitaba poder desarrollarme profesionalmente desde mi país que me había dado las oportunidades. Y con ese desarrollo yo tenía que lograr generar oportunidades para los que venían atrás mío. Así que esa sensación un día fue muy fuerte, por eso, después de 10 años, me planteé que tenía que volver a Argentina”.
¿Cómo fue la experiencia del retorno?
-Se han cumplido todas las expectativas que yo tenía. Estoy muy contento, este es un hermoso país, muy viable, hay que ponerse de acuerdo, trabajar y darnos cuenta que los grandes logros son el producto de procesos largos, no existe la inmediatez para esto. Estamos acostumbrados a las cosas inmediatas como ocurre con la comunicación y a veces se genera la sensación que todo ocurre velozmente y no es así. Los grandes logros, los grandes desarrollos, incluso uno mismo, es el producto de mucho esfuerzo, de procesos bien planificados y de mucha coherencia y consistencia en el trabajo para lograrlo.
¿Hay una revalorización del trabajo científico en el país?
-Yo volví en el 2010 con un programa que buscaba recursos humanos que estaban afuera para traerlos de regreso al país. Había ya desde hace tiempo una valoración y ha habido inversión. Tuvimos un pasaje hace un tiempo que fue dañino para todo lo que fue el desarrollo, no solo lo que es inversión y salarios. Eso ha impactado y hoy en día, los salarios de los investigadores de la CNEA están al borde de la línea de pobreza. Es muy difícil realmente poder mantener recursos humanos de altísimo nivel, y tan bien formados con sueldos tan bajos, creo que tiene que haber un análisis muy grande sobre esto. El ministerio de Ciencia y Tecnología se puso en marcha muy rápidamente con programas muy interesantes, creo que ese es el camino y la verdad que tengo mucho optimismo y muchas expectativas que vamos a poder reorganizarnos y apostar al país.
¿Qué rol juega en los jóvenes capacitarse en nuevas tecnologías?
-Hoy en día y cada vez más, la formación de los recursos humanos se centra, no solamente desde el punto de vista del país, de las sociedades, sino desde el punto individual, en la formación y los conocimientos en las nuevas tecnologías porque tratar de desarrollar nuevas, es algo central.
-¿Cómo se presenta esa situación en este contexto?
-Hay un punto que es muy importante que se ha dado ahora y el fenómeno de la pandemia lo ha acelerado con lo del teletrabajo, donde la gente pasó a trabajar en la casa y cada vez que el trabajo se realiza, se sube a la nube y da lo mismo si eso se baja a dos kilómetros o a 14.000 kilómetro. El tema es que aquellos que lo bajan a 14 mil kilómetros, pagan en euro o dólares. Entonces, se está viendo ahora una problemática que tenemos que abordar integralmente como sociedad y con el Estado porque estamos perdiendo el aporte de recursos humanos en ciencia y tecnología, al medio socioproductivo del país y eso nos va a impactar muchísimo.
¿Se puede hablar de una ‘fuga’ de recursos humanos sin irse del país?
-Muchas de las empresas grandes, las que llamamos unicornios que han sido desarrollos ocurridos en los últimos tiempos en Argentina por recursos humanos argentinos, no tienen radicada las casas matrices en el país. Si uno se fija, algunas la tienen en Luxemburgo, otras en Uruguay, es decir, que no están pagando impuestos en Argentina, siguen contratando gente acá, trabajan en teletrabajo, si hay suerte, se les paga el sueldo en el país y esos empleados tributan acá, sino lo único que queda en la Región es el consumo que hacen esos recursos, comida, vivienda. Ese esquema no es sostenible y hay que abordarlo desde todos lados: continuar con la formación del recurso humano y por otro lado el Estado debe intervenir como corresponde, con las reglas de juego que corresponden para que toda esa generación de conocimiento, de recursos humanos, genere desarrollo local.
¿Cuánto determina al país poder capacitar a las nuevas generaciones en estas áreas?
-Este mundo se va globalizando cada vez a una velocidad más rápida pero esa globalización es semipermeable, el flujo de bienes, de cosas, va más rápido para un lado que para el otro. Acá estamos en un mundo globalizado pero las vacunas tardaron en llegar, están llegando recién ahora. Cuando en otros lugares se vacunaron rapidísimo, entonces no es cierto que estamos en un mundo globalizado donde la reglas de juego son parejas para todos y los flujos de bienes, servicios van y vuelven al mismo ritmo. Está claro que van a un ritmo y vuelven a otro. Para eso hay que desarrollar un poder estratégico geopolítico. Entonces, ahí hay que ser muy inteligentes para ver cómo somos protagonistas en este mundo globalizado y no variable de ajuste.
Más información sobre la convocatoria:
IBK50 Concurso de Planes de Negocio para Jóvenes Tecnoemprendedores
Fuente: Miriam Campos para https://lmdiario.com.ar