viernes, abril 19, 2024
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Presencialidad plena

Silvina Santin: aprendizajes y desafíos de la nueva normalidad en las universidades. La investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes plantea los retos de la vuelta a la presencialidad plena, a partir de las conclusiones de un informe realizado junto a su colega Carmen Chiaradonna que pone el foco en los cambios de gestión que impuso la pandemia en el sistema de educación superior. 

Mientras los casos de coronavirus descienden de manera sostenida desde hace meses, el retorno completo a la presencialidad en el ámbito universitario parece ser solo cuestión de tiempo. Sin embargo, las casas de estudio se deberán enfrentar a una serie de problemáticas en la transición de un sistema enteramente virtual a otro con modalidad híbrida.

Bajo el nombre de “COVID-19 y Educación Superior: ‘cambios de la gestión’”, el informe realizado por las investigadoras de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) Silvina Santin y Carmen Chiaradonna, relevó los obstáculos y modificaciones que debió afrontar el sistema universitario durante la pandemia.

En dialogo con el Suplemento Universidad, Santin, que además es licenciada en Educación y magíster en Políticas y Administración de la Educación, detalló algunos de los hallazgos más importantes de la investigación, como así también planteó los posibles desafíos que aguardan en la post pandemia.

-¿Cuáles fueron las problemáticas más importantes que detectaron en la investigación?

– Podríamos clasificarlas en el siguiente esquema: de orden político y administrativo, que están relacionadas al funcionamiento institucional. De orden comunicacional, debido a que la información que llegaba a través de los medios era demasiada y confusa, y cuando se requería algo de forma específica se carecía de información. De orden económico porque se requirió de una disposición de diferentes recursos para dar continuidad a las actividades. De orden tecnológico porque no todos los estudiantes y el personal contaba con los instrumentos para poder estudiar y trabajar en la distancia. De orden académico-pedagógica, debido a que no todos los docentes disponían de los conocimientos para poder enseñar en este contexto. Y de orden psico afectiva o emocional ya que muchos estudiantes y sus familias estaban atravesando situaciones muy acuciantes, de orden de salud física y psíquica, que afectaba su normal desenvolvimiento.

– En la investigación plantean que la exigencia inmediata de la transformación digital derivó en un proceso “ucrónico”, ¿a qué se refieren?

– En un primer momento, la exigencia inmediata de transformación digital ha inaugurado en los docentes la pérdida de la noción del espacio y el tiempo. Es decir, hay una falsa imagen del tiempo que se origina en la pandemia. Frente a la perplejidad de lo que estábamos atravesando, todos inicialmente trabajaban mucho más que lo establecido en los contratos laborales. Situación que dio como resultado verdaderos procesos “ucrónicos”.

Sin embargo, también hemos encontrado que la pandemia ha significado un cambio en el paradigma pedagógico, una verdadera revolución en los modos de enseñar y de aprender, dado que hoy con la virtualidad, los docentes debieron pensarse desde otro lugar, planificar las clases de manera grupal y por proyecto, motivando la participación de los alumnos entre sí y con el docente.

-¿Cree que existe dentro de las instituciones universitarias la iniciativa para revisar y repensar sus modelos de gestión?

– Efectivamente las instituciones cuentan con dicha iniciativa. La pandemia nos ha demostrado también que, aun cuando reconocemos a la universidad como una organización de base pesada, y por tanto difícilmente adaptable a los cambios, puede organizarse, adaptarse, flexibilizarse y cambiar.

Nuestro análisis en la investigación se articuló mayormente con relación a la dimensión institucional de los cambios y esto nos permitió evidenciar algunos virajes en las articulaciones que se producen al interior de las universidades. Esas nuevas articulaciones han promovido al interior de las casas de altos estudios vínculos mucho más dinámicos y estrechos de relación y de colaboración, sobre todo con su entorno territorial.

«Las universidades de Quilmes, La Plata, Moreno y Tecnológica Nacional consiguieron financiamiento para desarrollar cuatro proyectos que mejoren la producción de estas entidades como una trituradora de vidrio o un termotanque solar, entre otras iniciativas». 

– ¿Considera que han surgido nuevos desafíos para las universidades y que no fueron contemplados en el análisis que realizaron en aquel entonces?

– Por supuesto. La vuelta a la llamada nueva normalidad supone repensarnos desde otro lugar. Hoy nos estamos preguntando de qué modo las adaptaciones realizadas por la universidad en términos del área administrativa y de gestión, de docencia y de investigación, en condiciones de la pandemia de COVID-19, fueron coyunturales o vinieron para quedarse. Vemos que un sinnúmero de acciones que antes se desarrollaban en presencia física no tienen la necesidad de ello, dado que han sabido organizarse de forma remota o a distancia a partir de las tecnologías digitales de la información y la comunicación. Pero también hay acciones que no se pueden realizar sin estar presentes acciones y servicios esenciales que no se pueden realizar a distancia.

-¿Cree que el Plan de Virtualización de la Educación Superior 2021 pueda ser un mojón en las modificaciones que está experimentando el sistema universitario?

– La virtualidad nos ha demostrado que su implementación es un gran desafío. Antes de la pandemia, la desconfianza y la desazón eran enormes. Sin embargo, el hecho sanitario nos mostró que lo virtual significó una enorme oportunidad. Sabemos que muchos de estos cambios han llegado para quedarse, porque probablemente iremos armando un camino de bimodalidad, de hibridez laboral y pedagógica. El plan de virtualización de la Educación Superior 2021 apunta en ese sentido a mejorar las condiciones en que la universidad viene desarrollando su función. De todas maneras, deberán realizarse otras políticas que atiendan los problemas estructurales para que la universidad pueda seguir acompañando como la ha venido haciendo desde los últimos 30 años los procesos de integración social, de ampliación de derechos y de oportunidades para mejorar la calidad de vida de su sociedad.

Fuente: Juan Pollio para www.pagina12.com.ar

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