viernes, marzo 29, 2024
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Adultos: sin excusas para no terminar el secundario

Cursar todos los días con un profesor por cada materia y con compañeros de aula. Tener tutores y un sistema semipresencial. Presentar trabajos prácticos y rendir exámenes. Estudiar online desde cualquier punto del país y dar exámenes finales presenciales. En la Argentina quedan pocas excusas para no terminar el nivel escolar medio, obligatorio desde que se sancionó la ley nacional de educación, en 2006.

En la actualidad, hay siete millones de argentinos que no tienen terminados sus estudios obligatorios -cinco millones no completaron el secundario y otros dos millones no alcanzaron siquiera el primario-, aunque la oferta es variada: Fines (plan nacional disponible en todos los distritos), Adultos 2000 y su edición online Terminá la Secundaria, que se iniciará en agosto próximo (ciudad de Buenos Aires), Programa 1417 (Córdoba) y Vuelta a la Escuela (Santa Fe).

Aunque hay críticas sobre la profundidad de los conocimientos que se adquieren en esos programas, expertos admiten que es preferible que un adulto acepte y concluya sus estudios a que los abandone definitivamente. Lejos de la excelencia educativa de Corea, donde según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el 98% de los ciudadanos de entre 25 y 34 años han concluido en tiempo y forma el nivel medio, en la Argentina sólo lo termina la mitad de los estudiantes.

«En América latina hay tres situaciones bien distintas: en Chile, los chicos entran y terminan el secundario; en la Argentina y en Uruguay, ingresan, pero muchos no terminan, y en Brasil están trabajando en programas de terminalidad», planteó Gustavo Iaies, experto en educación del Centro de Estudios de Políticas Públicas (CEPP). Terminalidad le llaman los expertos a la finalización de los estudios.

Si bien admite que estos planes en nuestro país no son los mejores, Iaies prefiere poner el énfasis en que debe mejorarse el propio nivel secundario para evitar las deserciones. «La Argentina tiene que modificar el secundario. Es necesario ordenar la escuela, tener menos materias, generar opciones. Quizá tener un sistema más parecido a lo que son los niveles medios en los Estados Unidos y Europa», añadió ante la consulta de LA NACION.

Cada sistema de terminalidad secundaria para adultos tiene sus particularidades. Quizás el más profundo, por intentar abarcar todos los aspectos posibles, sea el desplegado en Santa Fe. Se articula entre las áreas de educación, desarrollo social y salud, según la demanda de cada distrito comunal, para tratar de ayudar a resolver los problemas del alumno y de su familia.

En Córdoba, el programa 1417 comenzó en 2010 y es para jóvenes que hayan abandonado el secundario a partir de ese año. Se trata de un bachillerato en Ciencias Sociales que reconoce los resultados previos certificados. Dispone de tutorías y de coordinación pedagógica y la promoción de las asignaturas es una vez por año.

Inicialmente, el plan Fines estaba destinado a funcionar en el lapso 2008-2011 para los mayores de 18 años que habían cursado hasta el último año pero adeudaban materias. En 2009, comenzó la segunda etapa, para mayores de 18 años que no iniciaron o no terminaron la primaria o la secundaria.

En la ciudad de Buenos Aires, Adultos 2000 surgió a fines de 1999 y se extiende hasta la actualidad. Se estima que anualmente se gradúan unos 150 alumnos y tiene un plantel propio de 250 docentes.

En diciembre pasado, el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, anunció, sin demasiada repercusión pública, la ampliación de ese programa en la modalidad onliney abierto a todo el país con título de la ciudad de Buenos Aires.

Si bien la primera cursada comenzará en agosto próximo, ya hay 240.869 interesados en inscribirse, de los cuales 51,26% son porteños y el resto se distribuye entre otras 20 provincias. Entre los interesados hay argentinos y extranjeros. «Estamos en la etapa de confirmación de la documentación que se debe presentar», indicó el ministro de Educación de la ciudad, Esteban Bullrich, al indicar que no se sabe si todos los extranjeros residen en el país.

La preocupación por la terminalidad del secundario se registra en el ámbito político, entre las empresas y en muchas organizaciones del tercer sector que trabajan de manera coordinada.

Silvia Rueda, directora general de la Fundación Pescar Argentina, considera que uno de los mayores problemas son los mensajes truncados desde la escuela o desde la casa. «En el interior del país no es fácil encontrar escuelas nocturnas para que los jóvenes puedan terminar sus estudios», señaló Rueda. Esa entidad ha desplegado 27 centros en todo el territorio con la ayuda de empresas de distintos rubros, que articulan el estudio y la práctica concreta de los alumnos. «Los jóvenes estudian en un turno y, en el contraturno se capacitan en uno de nuestros centros. Hay capacitaciones de seis y de nueve meses para alumnos del último año del secundario para obtener su primer empleo», sostuvo.

María Elena Romero: «Era una asignatura pendiente»

«La emoción más fuerte fue recibir la bandera en segundo año de parte de la alumna de tercero. No me había puesto el objetivo de ser abanderada, sino el de hacer todo lo posible», contó María Elena Romero, 59 años, instructora de yoga. En su adolescencia había dejado los estudios en 3° año, que cursaba en la Escuela Sagrada Familia de Martínez. Muchos años después, decidió cumplir con su asignatura pendiente. Entre 2011 y 2013 cursó todo el secundario, con el plan nacional Fines, en la escuela Ramón Carrillo, de San Martín. «En la adolescencia no me puse las pilas, pero iba a la escuela porque mi mamá me obligaba», añadió. A su esposo, Juan Carlos, le pareció bien que María Elena volviera a estudiar. «Jamás me complicó», dijo a LA NACION la egresada, abanderada de bachiller con orientación en salud, mientras sostenía la foto que su marido le tomó en el acto de graduación. «Me acordaba muy poco del primer secundario, pero con ganas todo se hace de otra manera. Falté muy poco, estudié mucho y no me ponía nerviosa ante las pruebas», concluyó.

Martín Goggia: «Mi mujer y mi jefe me impulsaron»

«Durante muchos años, la idea de terminar la escuela daba vueltas en mi cabeza y eso empezó a cambiar cuando me puse de novio», contó Martín Goggia, de 41 años, actual subgerente de compras y contrataciones de la Secretaría de Gestión Comunal y Atención Ciudadana de la Ciudad. Problemas familiares que lo obligaron a mudarse en 5° año de la Capital a Córdoba, y cambiar el plan de estudios le complicaron recibirse en tiempo y forma. «Apenas terminé 5° año me volví a Buenos Aires a buscar trabajo, pero debía materias, así que lo fui dejando. Primero fue mi novia la que me impulsó y luego hasta mi jefe me planteaba que era importante para mi trabajo que tuviera el título», dijo al admitir que «visto desde afuera parecía sencillo» volver a estudiar. Debía cinco materias que había cursado. Primero se inscribió en el plan Fines y luego se pasó al Adultos 2000. «No tuve problemas y en un cuatrimestre aprobé todo. Es un sistema acelerado, pero no es fácil», dice y alienta a quien quiera escucharlo: «Es una experiencia tan positiva que si puedo hacer algo por alguien para que vuelva a estudiar, lo hago con gusto».

Fabiana Kordon: «Ahora quiero seguir estudiando»

«Es difícil retomar, pero ahora quiero seguir estudiando», dijo Fabiana Kordon, de 21 años, que terminó el secundario con mucho esfuerzo: el examen final de Biología lo tuvo que dar tres veces. Por cuestiones familiares, Fabiana había tenido que dejar la escuela secundaria en 4° año y pensó que quizás no podría volver a retomarla. Ya había pasado por una experiencia frustrada en un curso acelerado privado cuando una amiga le contó de la existencia del plan porteño Adultos 2000, se anotó y en un año y medio aprobó las 14 materias que adeudaba. «Al principio es una necesidad, pero después es un logro terminar el secundario», contó y reveló sus planes: seguir la carrera de Derecho. «Me anoto en el próximo cuatrimestre para empezar a cursar el Ciclo Básico Común en la UBA», sostuvo. «Por una cuestión familiar, tengo que tener una carrera y salir adelante», contó la joven que combinó el estudio en la sede de la calle Balivian, en Caballito, con el trabajo. «Mi abuela, que me crió, está muy contenta y yo también porque puedo remontar mi vida», concluyó..

Fuente: María Elena Polack para www.lanacion.com.ar

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