EL OTRO ROSTRO DEL AJUSTE: LOS CAPITALES NO SE FUGAN SOLOS, SE LLEVAN CEREBROS Y, EN ESTA SEMANA DE MERCADOS FURIOSOS MÁS UNA DESESPERANZA SOCIAL GENERALIZADA, ESA “EXPORTACIÓN” PREOCUPA MÁS DE LA CUENTA; AUNQUE NO PARECE CONMOVER A LOS RESPONSABLES DE RETENER CABEZAS ARGENTINAS QUE PIENSEN UN POQUITO MÁS ALLÁ DEL DIA A DIA.
Qué va a suceder con el dólar y si se volverán a defaultear los bonos (el riesgo país), aunque no representen más del 0,45% del total de los portafolios de emergentes, colma de signos de pregunta la coyuntura política, económica y mediática preelectoral, sin dejar cabida al debate de una trascendente decisión que adoptó el gobierno, en el marco del ajuste fiscal comprometido con el Fondo Monetario Internacional, que repercutirá en las generaciones futuras: la desinversión en ciencia y tecnología y el desaliento a la formación de profesionales para enfrentar el desafío de incorporar al país en la era del conocimiento, como si el modelo de crecimiento se agotara en el derrame que se origine en cosechas récords, como la de esta campaña, y en la explotación no convencional de petróleo y gas de Vaca Muerta. Las actuales urgencias financieras, más enfocadas a echar mano a los recursos naturales antes que al capital humano, dispararon una bengala a la que la clase dirigente no prestó la atención debida: se excluyó a toda una camada de noveles científicos que creyeron en una política de Estado de estímulo de las investigaciones becadas por el Estado, y los coloca en situación de tener que irse del país llevándose consigo los esfuerzos de una sociedad que solventó sus estudios.
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La prensa internacional ha empezado a hacerse eco de un proceso de vaciamiento de cerebros que, tal como sucediera en la crisis de comienzos de los ´90 y de este milenio, se expresa en un “éxodo de científicos altamente calificados, formados por el Estado argentino durante años y que son recibidos con los brazos abiertos por los países desarrollados”, según denunciaron 140 directores y vicedirectores de Unidades Ejecutoras del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, ente autárquico dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina), autoconvocados en Córdoba.
La agencia Associated Press hizo sonar las alarmas, mientras The Washington Post y The New York Times se hicieron eco, consignó Infobae, de que “la incertidumbre económica” de Argentina empuja a los jóvenes a buscar oportunidades en Europa.
Pese a que la Dirección Nacional de Migraciones no hace el seguimiento puntual, académicos, grupos de investigación y consultoras coinciden en que ha habido un incremento en el número de argentinos jóvenes y con estudios que salió país.
Atribuyen gran parte del incipiente éxodo señalado al ajuste que el gobierno de Mauricio Macri aplicó al sector de ciencia y técnica, que se manifiesta en centenares de proyectos de investigación paralizados por los recortes en el financiamiento y en la exclusión de más de 2.100 jóvenes investigadores del sistema científico que se presentaron a la convocatoria de Conicet, superando ampliamente los cupos de 450 prefijados para 2019, la mitad de los que venían de arrastre heredados del kirchnerismo.
(De estas cuestiones no habla el ministro Nicolás Dujovne cuando exalta el superávit fiscal primario, en parte porque él tiene una pertenencia socialcultural a un estamento socioeconomico de alto poder adquisitivo que subestima los programas de becas, y en parte porque él integra una Administración para la que economía del conocimiento es MercadoLibre.com, ni un paso más).
La racionalización fue mucho más allá de la cantidad que dejó afuera, y siembra dudas acerca de la continuidad de la actividad científica, lo cual asimismo multiplica el desaliento en centenares de becarios que estudiaron de 5 a 8 años entre grado y posgrado, y que junto a la formación universitaria acreditan trabajos de investigación.
Constituye, de hecho, una política de Estado, ya que había sido imaginada por el radical Manuel Sadovsky, instrumentada durante la presidencia de CFK por Lino Barañao, ratificada inicialmente por Mauricio Macri y ahora devaluada a 1,1 punto del PBI, cuando se imponía un refuerzo universitario para promover cerebros.
Tal fue así que entre 2003 y 2016 fueron repatriados 1.319 científicos argentinos a través del plan Raíces, un programa que quedó casi congelado en los últimos 3 años , cuando sólo se recuperó a 3 científicos y ahora el ciclo está en sumo riesgo de revertirse.
Gran parte de este escaso (y costoso) capital humano que amasó Argentina en plena IV Revolución Industrial, la del conocimiento, se apresta a seguirle los pasos al contante y sonante expatriado por los residentes en la última década larga, que acumuló unos US$300.000 millones.
El antecedente se remite a 2001-2002, cuando emigraron casi 800 mil jóvenes talentos, y hoy, según afirmó a Infobae el secretario ejecutivo de Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica Argentina, Ariel González, “estamos viviendo, tal vez, la fase inicial”.
La señal que brinda la Administración Macri a la posteridad es haber dejado el porcentaje destinado a ciencia y técnica en el nivel más bajo en 10 años: 1,10%. Le asignó $46.259 millones este año, $10.760 millones más que en 2018, que si hubiera una inflación normal como la de Perú, Ecuador o Chile, hubiese representado un incremento, pero fue una quita del 19% en términos reales.
El peso del ajuste neto recayó sobre los fondos para subsidiar investigaciones y comprar insumos, maquinaria y equipos, si bien las líneas de investigación sometidas a una dieta draconiana resultaron ser las que no sirven a los intereses privados, o sea a las corporaciones privadas, vinculadas a la agroexportación, la extracción petrolera y la megaminería.
Para el gobierno, la prioridad en CyT se circunscribió a continuar con la construcción de 2 reactores nucleares y 2 satélites, dados los compromisos asumidos, mientras CONICET, INTI e INTA sólo actualizan los fondos para salarios.
La poda presupuestaria más fuerte se ensañó con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que fabrica satélites, y con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), por razones obvias.
La sacó algo más barata la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, a la que mantuvieron los devaluados números del año anterior.
Ni siquiera puede decirse que el criterio que guió la tijera haya sido fato in casa, sino que siguió los lineamientos dictados desde Washington por los síndicos del crédito contingente, el Fondo Monetario Internacional, que se fija en la factibilidad de la cobranza antes que bancar un modelo de desarrollo.
¿Por qué el FMI es aborrecido en las latitudes y hasta se lo desoye en USA? Porque su prioridad fue / es / será el resultado fiscal. Quienes recurren a sus servicios renuncian a otras complejidades.
Los negociadores argentinos no recibieron instrucciones presidenciales ni de la Jefatura de Gabinete, a cargo de Marcos Peña, para intentar convencer a los representantes de los acreedores de que soltar un poco la soga para invertir en cerebros es materialmente rentable.
Pruebas al canto, la Industria Argentina de Software fue una de las excepciones a la debacle generalizada de 2018, ya que las ventas en pesos corrientes aumentaron 43,2% con respecto a 2017, lo cual generó un incremento del 5,6% en el empleo registrado, de acuerdo con el INdEC, contabilizando 5.337 nuevos puestos de trabajo.
Pero, al mismo tiempo, producto de la devaluación y contracción del mercado interno se exportó por US$ 1.701 millones, que representa ahora el 51,8% del total de ingresos en dólares de la industria, de acuerdo con los datos de la encuesta anual del Observatorio Permanente de la OPSSI.
Y no es contaminante como Vaca Muerta, aclaran varios, en un comparativo con la novedosa pasión hidrocarburífera, que también demanda cerebros.
Los empresarios reportaron que, de existir talento capacitado suficiente en el país, aumentarían en promedio su plantel de profesionales hasta un 14,3%, lo que implicaría la creación de más de 14.400 nuevos puestos de trabajo registrados.
Estimaron aumentar este año las ventas al exterior un 16,4% en dólares.
Deterioro en los términos del intercambio
El prestigioso economista argentino de organismos internacionales, Raúl Prebisch, solía aludir a la diferencia entre exportar materia prima e importar bienes industriales, calificándola de deterioro en los términos del intercambio, que más de medio siglo después se reproduce en el caso de la materia gris: se vende barato el insumo y se lo reimporta caro dentro de un pack bajo licencias.
Se da así porque la gran mayoría de la clientela de las pymes de matriz tecnológica se encuentra fronteras afuera.
Según OPSSI, pagan un promedio de salario bruto mensual de $30.471 para la categoría de programadores sin experiencia previa (Junior), $43.472 con alguna experiencia (Semi-Senior) y $58.880 para los programadores con experiencia (Senior).
En dólares serían de US$ 710 a US$1.400, una bicoca en USA, Unión Europea o Japón, que son los dueños de las licencias forjadas con el económico insumo de los países emergentes y luego exportadas a éstos.
Nuestra actualidad es casi de liquidación, respecto del vecindario: quien trabaje en Colombia, por ejemplo, puede ganar US$6.500 al mes.
Los sueldos que cobran por estos lares los tecnológicos e informáticos están reservados para actividades vernáculas privilegiadas como petróleo, energías alternativas y minería,
Así y todo no abundan los profesionales nativos del ramo, ya que de los egresados anuales de las universidades, que tampoco son tantos (de cada 100 alumnos que ingresan, 74 no llegan a graduarse en las estatales y 58 en las privadas), ocupan apenas el 6%.
El Centro de Estudios de la Educación Argentina, de la Universidad de Belgrano, lo dice clarito: “La graduación anual fue en 2016 de 124.675 universitarios, con una escasa participación de las carreras científicas y tecnológicas”.
La característica estructural consiste en una gran concentración de estudiantes y graduados en las principales universidades de nuestro sistema, tanto en la de gestión estatal como en la privada.
En materia de remuneraciones, la puntería sube en el caso de los ingenieros, donde Argentina cuenta algo más de 125 mil. Su salario promedio asciende a $ 267.000 anuales o $ 136.92 por hora. Puestos de jerarquía básica perciben $ 24.000 mensuales mientras que profesionales con más experiencia pueden llegar a ganar hasta $ 453.900 anuales.
El ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, no se muestra demasiado inquieto porque, aún con tanto trabajo esperándolos, los ingenieros representen solo el 7, 5% del total de postulantes activos en las universidades.
Se remite a reflexionar que “no podemos permitir que un chico tarde 7 años para ser ingeniero”.
Fuente: Rubén Chorny para https://www.urgente24.com