Manuel Vicent Recatalá (Villavieja, Castellón, 1936) es un escritor, periodista y galerista de arte español. Después de obtener la Licenciatura en Derecho y Filosofía por la Universidad de Valencia, se trasladó a Madrid, donde cursó estudios de Periodismo en la Escuela Oficial, colaborando en las revistas Hermano Lobo, Triunfo y otros medios. Ahí conoció a numerosos intelectuales y artistas; entre otros, al su colega Francisco Umbral, que más tarde lo definiría como «calvo y joven, judío de ojos claros, experto en pintura, irónico y gélido». Sus primeros artículos sobre política los publica en el diario Madrid y, posteriormente, escribe en El País —medio en el que continúa colaborando— unas crónicas parlamentarias que lo hacen famoso. Su obra comprende novelas, teatro, relatos, biografías, libros de viajes, apuntes de gastronomía, entrevistas y semblanzas literarias. Sus novelas Tranvía a la Malvarrosa y Son de mar han sido adaptadas para la gran pantalla de la mano de José Luis García Sánchez y Bigas Luna, respectivamente.
Las verdaderas pandemias mortales de este planeta son el hambre, la violencia, las guerras, la emigración masiva, la fosa del Mediterráneo y las enfermedades confinadas al Tercer Mundo, pero estos males endémicos no causan miedo ni pánico porque no se transmiten a través del aliento y la saliva de los otros.
En la historia de este planeta ha habido sucesivas extinciones de especies a causa de meteoritos gigantes, de volcanes y terremotos devastadores, pero la humanidad sigue bailando sobre las deslizantes placas tectónicas porque acepta que son fuerzas telúricas fuera de su alcance. Las epidemias bíblicas como la lepra y la peste bubónica se atribuían a un castigo de Dios, y para aplacar su ira se montaban procesiones de disciplinantes y se quemaba en la hoguera a brujas y herejes.
En el Apocalipsis se dice que al abrirse el Séptimo Sello se hará un silencio en el cielo y siete ángeles tocarán sus trompetas de plata para anunciar el fin del mundo. No se necesita un lujo semejante. Hoy se sabe que la vida es un episodio contingente, una aventura bioquímica sin sentido en la historia de este planeta, que anteayer no existía y pasado mañana, cuando desaparezca, en la Tierra se instalará un silencio de piedra pómez y no habrá sido necesario que ningún ángel tocara la trompeta, bastó con un virus en forma de muñeco diabólico que la humanidad se fue pasando de unos a otros hasta quedar por completo exterminada.
El infierno son los otros, dijo Jean Paul Sartre. Se refería a la mirada de los demás que nos penetra y nos delata. En este caso, la mirada será un virus y el terror vendrá porque quien te mate será quien más te quiera, quien te bese, quien te abrace, quien te dé la mano, quien te ceda el asiento en el metro, quien te ayude a cruzar la calle. El miedo al otro, en eso consiste el infierno que se acaba de instalar como un avance entre nosotros.
Fuente: www.elpais.com