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El Plan Progresar, una buena noticia

satsaid_progresarHace unas semanas, algunas personas muy cercanas a la Presidencia de la Nación, nos hacían llegar la pregunta sobre cuál era una de las urgencias y temas pendientes más importantes para encarar en esos dos próximos años de gobierno. No dudamos: la situación de los y las adolescentes y jóvenes que no están estudiando y que no tienen trabajo o no pueden trabajar.

Decíamos allí:

«Las transformaciones pendientes se deben dar en distintos niveles, pero es fundamental reconocer que debemos hacer que este proyecto nacional, regional y popular tenga un arraigo más fuerte en las realidades territoriales. Muchos compañeros y compañeras que tienen acción en los territorios nos dicen que allí falta presencia activa y transformadora de algunas políticas públicas.

Uno de los mayores desafíos a los que todavía no hemos podido dar respuestas contundentes es la situación de los adolescentes y jóvenes que están en situación de mayor exclusión y no pueden garantizar su acceso a los derechos de estudiar y trabajar y que, además, no tienen vinculaciones organizativas que les permitan una necesaria y activa inclusión social.» (25-11-13)

Cuando la Presidenta anunció el jueves pasado el lanzamiento del programa PROGRESAR (Programa de Respaldo a los Estudiantes de Argentina) nos pusimos muy contentos.

El programa PROGRESAR implica un reconocimiento tan importante como el valor simbólico que el mismo implica.

Nuestra Presidenta decía:
«Yo pienso que muchos de los problemas que hoy atraviesan nuestros jóvenes, aquí y en otras partes del mundo es la perdida de las utopías, que es en definitiva la perdida de las ilusiones, la perdida de las esperanzas, de luchar por un mundo mejor, aún cuando no lo logres, pero saber que es necesario y es posible hacer algo diferente y mejor, no solamente por vos, sino también por los demás.»

Por una parte, el Gobierno Nacional reconoce que tenemos un problema que como sociedad tenemos que enfrentar: La situación compleja y desafiante de miles y miles de jóvenes que hoy no están realmente incluidos en el Proyecto Nacional y Popular. Y lo hace no con discursos y palabras vacías sino con hechos concretos que se manifiestan en una nueva política pública. Pero, además, genera una política de alto significado. Que estos miles de jóvenes sientan que para su Estado Nacional, ellos son importantes, cuentan, existen… no es un dato menor. Porque, por lo general, estos jóvenes son los «protagonistas» de las páginas policiales de los diarios y son vistos por casi toda la sociedad como un desecho al que, si pudieran, tratarían de descartar.

La Presidenta, en un mensaje clarísimo y potente, afirmaba:
«No podemos permitir nunca más palos a los pibes, al contrario a los pibes hay que ayudarlos. Y si alguno se equivoca levantarlo y ayudarlo para que se vuelva a levantar y vuelva a trabajar y a estudiar. Trabajo y educación para los jóvenes, eso es lo que queremos». Maravilloso. Gracias, Presidenta!

El programa, al menos en sus anuncios públicos que son los que hasta ahora he ido conociendo, implica una beca de $ 600 mensuales para cada jóven que se comprometa a estudiar, capacitarse y sumarse así a una sociedad que ha crecido y crece en muchos aspectos.
Esta beca está destinada a jóvenes de 18 años a 24. El piso de «abajo» se debe a que los y las adolescentes menores de 18 años, se supone que ya cobran o pueden cobrar la Asignación Universal por Hijo.

Creo que es fundamental complementar este programa con otros dispositivos absolutamente indispensables para que este gran esfuerzo no se pierda o caiga en saco roto. La Presidenta llamaba a «toda la sociedad» a acompañar esta iniciativa, por lo demás inédita, en América Latina. Cuando habla de «toda la sociedad», hace referencia especialmente a los que están cerca de estos jóvenes: organizaciones políticas, organizaciones sociales, movimientos….

«Creemos -decía la Presidenta- que esto va a exigir también un trabajo no solamente del gobierno – porque esta es otra cosa que también quiero remarcar – nosotros tenemos que empoderar a la sociedad de estás cuestiones. Por eso yo hice, hoy, una invitación muy amplia de sindicatos, a movimientos sociales y políticos, a todos los credos religiosos, porque todos tienen que involucrarse en esto, tenemos que ir a buscar a los jóvenes que no van al colegio para que vayan al colegio, yo sola no puedo.»

Como nos queremos y nos vamos a involucrar en este nuevo desafío -que para nosotros no es tan nuevo- nos parece importante compartir algunos aprendizajes que hemos ido haciendo en muchos años de trabajo y vida con estos jóvenes. Destacar tres elementos que creo son fundamentales para lograr el éxito de esta iniciativa tan importante. Estos tres elementos son para nosotros claras certezas:

1. La coordinación entre las distintas áreas de gobierno con incumbencia en la problemática.

En esta iniciativa, directa o indirectamente, están relacionadas diferentes áreas de gobierno. Sin duda, Educación, Trabajo, Salud, Desarrollo Social, obviamente la ANSESS como organismo ejecutor y, un poco más lejanamente, seguridad. Es fundamental lograr una muy buena coordinación entre todas estas áreas de gobierno, fundamentalmente teniendo en cuenta de que en todas ellas YA existen algunas iniciativas que de una manera u otra buscan dar respuestas a estas problemáticas, aunque no de una manera tan amplia y «universal» como este programa propone. Pero hay conocimientos, experiencias, buenas prácticas… y también evaluaciones de acciones que no han sido tan eficaces, que es muy importante reconocer y tener en cuenta. No todo hay que empezarlo desde cero, afortunadamente. Muchos programas que se están llevando adelante deben ser profundizados y potenciados para que esta iniciativa nueva encuentre buenos cauces. Otros deberán modificarse bastante y hasta dejarse de lado, para encarar acciones superadoras que reconozcan las novedades que se están planteando. La autocrítica, en este caso, es una actitud muy valorable e importante.

2. Los problemas de estos y estas jóvenes no están únicamente ligados a situaciones vinculadas a la pobreza.

Por tanto, no todo se puede resolver con dinero. Sabemos muy bien que muchos y muchas jóvenes dejaron sus estudios porque las instituciones del sistema educativo que se ponían a su disposición no daban adecuadas respuestas a sus inquietudes, necesidades o condiciones de vida. O que no han conseguido trabajo, o porque no quisieran hacerlo sino porque nadie canalizó ni aceptó sus búsquedas y posibilidades laborales. Las problemáticas son múltiples y difieren mucho según las edades, lugares en donde viven, situaciones familiares o laborales… Desde este punto de vista, sin duda hay un grupo que podrá acceder a estos recursos casi inmediatamente y podrán volver a estudiar. Pero serán los menos – del número que hoy se está manejando- y los que están en situaciones menos complejas. Para los demás, hay que dar respuestas con mayores recursos que los económicos, que tienen que estar rápidamente disponibles, para que los jóvenes no comiencen a cobrar estas becas, se anoten en instituciones educativas o en programas de capacitación y después abandonen rápidamente y tengamos, además, el problema de que estén cobrando una beca que no deberían cobrar pero que es difícil de quitar… El que en una semana se hayan «inscripto» en el programa 30.000 jóvenes es un indicador muy frágil. Podrían ser tres veces más y no ser significativo. Hay que llegar «al fondo» y esto es difícil y delicado. Tengamos cuidado con los exitismos facilistas. Quizás puedan servir para animarnos y darnos más fuerzas. Pero no más que eso. La recuperación de los pibes y las pibas, como los llama cariñosamente la Presidenta, se hace de a uno/a. Va a ser necesario mucho, MUCHO, trabajo.

Por otra parte, es importante reconocer que los adolescentes y jóvenes que hasta ahora se proponen «volver a estudiar» lo hacen, fundamentalmente, a través de tres puertas que hoy les ofrece el sistema educativo: los Centros de Educación de Jóvenes y Adultos (CENS u otros nombres según las provincias), el Programa FINES I o II, o los Centros de Formación Profesional, mejor todavía si proponen, la terminalidad educativa de algún ciclo escolar.
Estimo que, a partir de este año, muchísmos y muchísimas jóvenes irán a estos lugares a solicitar su ingreso. Es necesario fortalecer estas iniciativas y atender a los requerimientos que ambas están haciéndole al Sistema Educativo. Por una parte, en referencia a contar con lugares (aulas, talleres…) adecuados para la formación y capacitación y, particularmente en el caso de los FINES, garantizar algún tipo de apoyo institucional a las organizaciones que los sostienen y que hoy no cuentan con ninguno, lo que dificulta el mejorar la calidad del servicio y la garantización del derecho a la educación de estos y estas jóvenes, que superen las mínimas condiciones en las que hoy se prestan.
La ANSESS debería tomar nota de esta cuestión que demanda una inversión relativamente pequeña, en comparación con la que se proyecta para estos y estas jóvenes.

3. Acompañamiento, tutoría e inclusión comunitaria

Sabemos muy bien que es absolutamente necesario para que estos y estas jóvenes se sostengan en su compromiso educativo y de capacitación que se requerirán, por un lado de docentes no sólo «capacitados» sino «comprometidos y cariñosos» con ellos, como así también de referentes comunitarios -muchas veces jóvenes como ellos- que estén cerca y sostengan estos esfuerzos de los jóvenes por «recuperarse» como estudiantes y trabajadores.
Desde Fundación SES sabemos que la «inclusión al mundo del trabajo», sin tutorías adecuadas y en una vinculación fuerte y cercana con los primeros lugares de trabajo (empresas, pymes, comercios…) corren muchas veces el riesgo de fracasar y hacer más lentos los procesos de inclusión de estos y estas jóvenes.
Estas tutorías son realizadas, por lo general, por organizaciones sociales que capacitan técnicos y militantes para esta tarea. De eso sabe bien el Ministerio de Trabajo que, habitualmente recurre a este tipo de apoyos por parte de organizaciones comunitarias y otras especializadas en esta tarea.
Nuevamente se hace relevante lo que desea la Presidenta cuando llama a las organizaciones sociales a sumarse y participar.
Así como de los movimientos y organizaciones se espera un fuerte y decidido compromiso, del Estado se espera que acompañe estos esfuerzos con las herramientas que hagan que el mismo sea eficaz. Militancia no es igual a voluntarismo. El compromiso necesario requiere dedicación por parte de los que asuman este desafío. Esa dedicación implica un alto grado de acompañamiento que es indispensable en una iniciativa como la que lanzó nuestra Presidenta.

En aquel documento del que hablábamos al principio, señalábamos que era necesario un programa escalonado y que permitiera un impacto comprobable por toda la sociedad. Y decíamos:

«Nuestra propuesta nos lleva a pensar desde “una lógica diferente”. En lugar de generar nuevas iniciativas o programas, debemos fortalecer el trabajo territorial de inclusión social. Se trata de generar un dispositivo de inclusión que permita impactar fuertemente sobre la problemática para lograr cambios efectivos y “comprobables”.

Al ponernos como (primera) meta “300.000” jóvenes y adolescentes en procesos de reinclusión, pensamos que hay que pensar en una política que dé posibilidades a unas 30.000 experiencias territoriales para que cada una de ellas se comprometa a llegar efectivamente a por lo menos 10 adolescentes y jóvenes en situación de exclusión. Cada una de estas 30.000 experiencias territoriales, tiene que estar fortalecida con recursos institucionales y económicos suficientes para poder dar las respuestas necesarias.

Estas respuestas, desde lo institucional, exigirán “articular con” o generar centros de alfabetización, FINES, Formación Profesional, CENS, Escuelas (Educación), POI (Min. De Trabajo) y otras respuestas actualmente existentes o por crearse.»

Nota en el estribo: Cuando pensaba en estas 30.000 experiencias territoriales, venían a mi mente cada uno de los 30.000 compañeros y compañeras desaparecidos. Quizás, en cada uno de estos centros, se iluminará una nueva esperanza a partir de sus vidas entregadas por una Argentina mejor. De aquellos jóvenes desaparecidos a estos nuevos jóvenes recuperados. Toda una metáfora de una sociedad que renace a un futuro para todos.

Fuente: Alberto Croce para www.fundses.org.ar

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