Con el objetivo de facilitar la movilidad estudiantil entre instituciones, “paliar la deserción y aumentar las tasas de retención y terminalidad” de los alumnos, el Ministerio de Educación impulsa un sistema de créditos para las universidades públicas y privadas. Si bien todavía hay aspectos de la iniciativa que se están analizando, desde la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU), que comanda el radical Albor Cantard, creen que podría ponerse en marcha desde el año que viene. Funcionarios de la SPU se mostraron confiados en que el sistema prospere.
La propuesta será presentada el 15/9/16, en el Palacio Sarmiento, en el marco de un seminario. “Formalmente, se denomina sistema de reconocimiento académico de estudios superiores. El crédito sería la medida de unidad. Hay que trabajar sobre la normativa en general y las universidades en particular”, dijo a Página/12 Danya Tavela, subsecretaria de la SPU.
Desde el Ministerio de Educación señalan que muchos jóvenes pasan por una suerte de “juego de la oca”: si empiezan una carrera y luego se arrepienten y deciden cambiar, deben comenzar de cero. Esto genera una “frustración para todos los actores: estudiante, familia y Estado”, y muchas veces deriva en el abandono. El sistema de créditos apunta a evitar que se pierda todo ese conocimiento adquirido (materias o seminarios aprobados): al estar cuantificado en créditos, otra universidad podrá reconocerlo automáticamente. Hoy existen las equivalencias, pero se trata de un trámite complejo, y hay muchas instituciones que no aceptan materias de otras casas de estudios.
Según Tavela, las universidades se mostraron “receptivas” ante la propuesta, “con ímpetu de participar y avanzar en los ejes centrales”. En estas semanas se realizarán una serie de encuentros para discutir los criterios más específicos de implementación del sistema. “Cuando se genere consenso –dijo–, habrá mejores posibilidades de aplicación y coordinación de distintos acuerdos.”
Los próximos pasos serán lograr la adecuación normativa –una resolución ministerial– y trabajar con la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau) en la definición de los distintos grupos de carreras. El sistema empezaría a regir por disciplinas en las universidades que acuerden con la propuesta. Un pronóstico ambicioso sería que en el 2017 ya pueda funcionar pero –aclararon en la SPU– “es un proceso lento”.
“El proyecto surge por una idea de Cantard y Juri (Hugo, rector de la Universidad de Córdoba), vinculado a cómo integrar el sistema universitario, facilitando la formación de estudiantes a partir de diferentes opciones en el territorio”, contó a este diario Mónica Marquina, directora ejecutiva del Programa de Calidad Educativa de la SPU. El propósito –explicó– es lograr un “acuerdo integrado de tramos, trayectos y ciclos que se formalizarían en convenios y permitirían a los estudiantes transitar de forma más sencilla los cambios de carrera o de institución”.
“Discutimos –señaló Marquina– establecer acuerdos sobre el reconocimiento de trayectos de formación.” Es decir, la idea es que quede librado a cada universidad cómo se suma, de qué manera y en qué carreras. “El instrumento va a ser el crédito, su expresión cuantitativa”, definió la funcionaria de la SPU.
Según los impulsores del proyecto, hoy es más fácil reconocer a universidades argentinas en el exterior que a las argentinas en el país. El nuevo sistema permitiría “aprovechar la diversidad de formaciones en las carreras y promoverla”.
A nivel mundial se han llevado adelante intentos de este tipo, pero algunos no tuvieron éxito, en parte porque “se impusieron de arriba para abajo”. Un ejemplo es el Proceso de Bolonia, impulsado por el Espacio de Educación Superior de la Unión Europea desde 1999, que entre otras cosas buscaba “facilitar el reconocimiento de títulos entre universidades del continente”, y proponía una “planificación de contenidos para el desarrollo social y un aprendizaje basado en el estudiante, cuantificado a través de los créditos”.
Hay universidades argentinas que ya se manejan por un sistema de créditos para realizar intercambios con casas de estudio extranjeras. Son las que forman parte de Tuning en América Latina, un programa que nuclea a más de 180 universidades de 18 países. Pablo Beneitone, gestor y coordinador del programa, explicó algunos aspectos: “No pensamos las titulaciones en términos de conocimientos, sino como habilidades, destrezas y competencias a que dan lugar. Nuestro objetivo central fue pensar cómo se traducen esas habilidades, si están o no, y no a través de qué materia lo consiguió. Podés tener distintas asignaturas en los planes de estudio, pero lo importante es que el perfil de egresado sea común. Un médico es un médico –ejemplificó–, se haya formado en la Universidad de La Plata, Córdoba o Nairobi.”
Beneitone definió al crédito como un elemento que “bien utilizado transparenta lo que sucede al interior del currículum vitae, empodera al estudiante. La asignación no es meramente matemática, cuánto representa esa asignatura en términos de volumen de trabajo –tiempo para cursar y aprobar–. Los créditos representan el tiempo total, no sólo el que se está frente al docente; acerca la brecha entre la duración teórica y la real, la práctica”.
Fuente: Gastón Godoy para www.pagina12.com.ar