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Si sos mujer, peor

La baja del gasto público en las partidas para salud y educación prevista en el Presupuesto 2019 se da en dos sectores con empleo históricamente feminizado. En grandes números, el ajuste en esos rubros es de más del 10 y 4 por ciento, respectivamente.

El 2018 se recordará como uno de los años de mayor visibilidad feminista. El presidente Mauricio Macri abrió las sesiones ordinarias en el Congreso el primero de marzo y presentó una extensa agenda de género. Dio luz verde al debate por la legalización del aborto y pidió cerrar la brecha salarial entre hombres y mujeres. Sin embargo, el año legislativo cerrará con la aprobación del Presupuesto 2019 que significa un fortísimo ajuste que afectará directamente en la vida de las mujeres.

“Ninguna política económica es neutra en términos de su impacto entre varones y mujeres por los roles que ocupamos en la vida social”, aseguró a Cash la socióloga Victoria Gallo, integrante del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, para agregar que “dado que las mujeres cuentan con menos acceso a ingresos propios y están más expuestas a la pobreza, dependen en mayor medida de los servicios públicos de salud, educación y prestaciones sociales”.

Es evidente el impacto que tiene en las mujeres el ajuste en organismos como el Instituto Nacional de las Mujeres, que promueve la igualdad de género, brinda atención a víctimas de violencia y promueve la capacitación en salud sexual. Aunque el gasto aumenta un 21 por ciento en términos nominales, se espera una inflación muy por encima de ese porcentaje, lo que representa una caída en términos reales.

También habrá una baja en las partidas referidas a Educación y Salud. El ajuste real en esas partidas será del 4 y del 10 por ciento, respectivamente, según informó Santiago Fraschina, director de la carrera de Economía de la Universidad de Avellaneda. Agregó que “en relación al PIB, la baja también es notoria: cae de 0,94 por ciento en 2015 a 0,81 por ciento en 2019 para Salud y de 1,66 a 1,24 por ciento para Educación, en igual período”.

El primer impacto de la reducción de las partidas presupuestarias en estas áreas tiene que ver con el empleo. La salud y la educación son sectores altamente feminizados en Argentina. El 59,3 por ciento de los profesionales del sector de la salud son mujeres, según un informe publicado este año por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Lo mismo ocurre en educación, donde el 76 por ciento de los docentes son mujeres, según el último censo docente realizado en 2014. “La pérdida de empleos y la caída de los salarios reales nos afecta como trabajadoras”, explicó Gallo.

Daniel Filmus, ex ministro de Educación, indicó que los procesos de aprendizaje están “sobre los hombros de las mujeres”. El fondo nacional de incentivo docente y compensaciones salariales para el Consejo Federal de Educación aumentará un 3 por ciento, cifra insignificante para una inflación prevista de más del 40 por ciento. Además, el diputado del Frente para la Victoria-PJ señaló que “hay una redistribución a favor del sistema universitario, donde hay más hombres como docentes”.

Otro aspecto menos visible pero no por eso menos importante tiene que ver con el cuidado de las personas. “Un ajuste en salud y educación implica el retiro del Estado. Cuando esto pasa, quienes asumen la responsabilidad del cuidado en el hogar son las mujeres que hacemos el trabajo doméstico no remunerado”, explicó Corina Rodríguez Enríquez, economista e investigadora del Conicet.

Para el 2019 se prevé una baja nominal del 72 por ciento en inversión de infraestructura y equipamiento para las escuelas que realiza el Ministerio de Educación. Además, una reducción del 52 por ciento en el fortalecimiento edilicio de los jardines de infantes. En cuanto al Ministerio de Desarrollo Social y Salud, el programa de atención a la madre y al niño cae 73 por ciento y el de atención sanitaria en el territorio, un 20 por ciento. Todos los valores en forma nominal, sin tener en cuenta la inflación.

“En estos procesos, las mujeres siempre funcionan como red de contención. Y la desigual distribución en el trabajo de cuidado es clave para comprender las desigualdades de género”, agregó la investigadora Rodríguez Enríquez. Según la única encuesta de uso del tiempo realizada por el Indec, las mujeres desarrollan el doble de tareas de cuidado no remunerado (6,4 horas por día para las mujeres y 3,2 en los varones). En este mismo sentido, Gallo explica que “si se cierra un jardín o se recortan prestaciones de discapacidad, por mandato cultural, son las mujeres las que se tienen que hacer responsables. Esta sobre exigencia implica que relegan su salud y sus proyectos educativos en el cuidado de sus familias”.

Sobre este tema, la Organización de las Naciones Unidas realizó un informe en el que asegura que aunque el tiempo dedicado a cuidar a los demás no esté remunerado ni compute en el PIB, eso no significa que no tenga ningún valor. “No tener en cuenta estos costos da una falsa sensación de aumento de la eficiencia: el ahorro obtenido con la reducción de los servicios públicos puede considerarse una mejora porque el costo de aumentar el trabajo doméstico no remunerado queda oculto y es imperceptible”, concluye el reporte.

Fuente: Florencia Barragán para www.pagina12.com.ar

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