Que no se vayan todos

Los profesionales argentinos son valorados en el exterior por su formación académica pero también por su capacidad de adaptación. La crisis los empuja a buscar nuevas posibilidades. Cómo en el 2001?

Hace  poco más de un año, una joven pareja de argentinos, ambos profesionales y con varios años de carrera, tuvo la oportunidad de estudiar en el Reino Unido. El plan original era volver cuando terminaran. Por estos días volvieron a Buenos Aires a ver a sus familias y amigos y les comunicaron la novedad: consiguieron empleo y se quedarán al menos algunos meses más fuera del país. “Íbamos a volver ahora, pero nos salió un trabajo, y como están las cosas acá preferimos seguir allá”, cuenta uno de ellos. El testimonio, con las variantes propias de cada historia personal, varía pero se repite entre miles de migrantes que dejan el país en busca de nuevas oportunidades. Es parte de la sangría de talentos que enciende alertas en el mundo profesional.

No hay estadísticas precisas al respecto, pero quienes estudian el fenómeno migratorio estiman que hay entre 150.000 y 180.000 profesionales argentinos viviendo fuera de nuestras fronteras. Un reciente relevamiento de la reclutadora PageGroup reveló que “por el deterioro de los salarios ejecutivos, como consecuencia de los desequilibrios macroeconómicos, y un mayor interés por completar la formación con una experiencia”, casi un 40% de los profesionales argentinos está dispuesto a emigrar. En concreto, el 37% de los consultados expresó que aceptaría una propuesta laboral proveniente del exterior; dentro de este grupo, un 40% dijo que su principal motivación sería percibir ingresos en monedas más estables o confiables, mientras que el otro 60% manifestó que su principal interés sería completar su formación académica.

Francisco Scasserra, director de la consultora internacional, sintetizó al respecto: “Si bien existe una mayor curiosidad, consecuencia de las inquietudes que genera la economía local, en esta decisión pesa también la posibilidad de completar la preparación académica y sumar habilidades, como las que se adquieren a través de una experiencia laboral internacional”.

Las tensiones laborales de este momento particular han acelerado esta tendencia entre los jóvenes, culturalmente más proclives a emigrar en busca de nuevas oportunidades, informó Page Group.

Quienes estudian este fenómeno advierten que no puede hablarse de una fuga masiva como en otras épocas, pero sí que el dato es preocupante en términos cualitativos. Y es que la gran mayoría de los que se van del país entran en la categoría de los perfiles STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por su siglas en inglés) los cuales son los que más escasean en el mercado local y que menos cantidad de inscriptos tienen en las universidades nacionales.

Diego Carámbula, doctor en Administración de Empresas por la Universidad Católica Argentina y autor del libro El círculo vicioso del talento, comenta: “No es un tema de salario, que pesa pero no es el principal motivo, sino que lo es el desarrollo profesional. Estos futuros profesionales quieren desarrollarse y vivir de lo que estudiaron”. El académico estudia este fenómeno hace unos 5 años. En 2015 realizó una investigación que arrojó que el 60% de los estudiantes que estaban cerca de recibirse como ingenieros en sistemas manifestaba su deseo de dejar el país una vez que tuvieran su título. Su principal argumento es que no perciben que puedan desarrollarse aquí como ellos quisieran, pese a que en el mercado local hay una alta demanda para ese tipo de profesionales calificados. “Los que tienen más facilidades para migrar son los profesionales que tienen formación en áreas STEM, son las que van a tener mayor potencialidad de conseguir un empleo en el exterior. Ahora bien, también son las carreras que menos se estudian en el país”, agrega.

Por su parte, Alejandro Servide, director de Professionals & RPO de Randstad Argentina, explica que la migración “se da mayormente en profesionales jóvenes (especialmente en el rango de entre 25 y 30 años), sin hijos, que van mechando la aventura de estudiar y trabajar en el exterior”. “En épocas de crisis como la que estamos viviendo, con un dólar alto, las oportunidades en el exterior son muy atractivas. Algunos se van a probar y se terminan quedando. Muchos consiguen trabajos en multinacionales que están también en la Argentina, por lo que tienen la posibilidad de trabajar 4 o 5 años allá, antes de volver con un capital ahorrado y con una experiencia que les permite quizás hasta pedir el pase para volver en una posición de management”, asegura.

Según los expertos, los profesionales argentinos son muy valorados en el exterior no solo por su formación académica, sino también por su capacidad de adaptación, comportamiento ante situaciones de crisis, y sus habilidades comunicacionales. “Veo que hay una oportunidad de valores porque se valora el talento argentino, que va desde gerentes y CEO, porque tienen un conjunto de competencias sobre todo de la parte aptitudinal”, agrega Rodolfo Rivarola, decano del IAE Business School de la Universidad Austral.

El contexto no ayuda a retenerlos por dos cuestiones: la situación económica y que las empresas locales aún no están plenamente inmersas en lo que se denomina las tecnologías del conocimiento. Y además, esos dos factores se combinan porque otros países, especialmente los europeos y EE.UU., también están ávidos de captar perfiles STEM, y la devaluación hizo que la Argentina se vuelva una tentadora zona de caza de talentos. “Para todas esas posiciones que las empresas no pueden cubrir salen a buscar talentos de distintas partes del mundo, y Argentina con la devaluación de la moneda es una plaza atractiva”, sostiene Servide. Coincide Carámbula: “Esos países donde se desarrollan las tecnologías del conocimiento también tienen una escasez notable de profesionales. Esto se da por varias razones. Una es por una cuestión demográfica, porque tienen una baja tasa de natalidad. Otra es porque a diferencia de lo que pasaba hace 20 o 30 años las empresas requieren de mucho más personal calificado, que tenga dominio de muchas áreas técnicas que antes no eran tan necesarias, como informática de alto nivel y robótica”. Y Rivarola agrega: “Las condiciones se están dando con esto de que hay un parate en la economía y que no va a haber un crecimiento en el corto plazo. Mientras que hay otros países que sí están creciendo y que requieren cada vez más de este tipo de perfiles”.

Para los especialistas también es preocupante la falta de inversión del país en materia de ciencia, investigación y desarrollo. Por caso, Argentina destina apenas el 0,5% de su PBI en lo que es I+D, mientras que Brasil ya está en el 1% y Corea del Sur el 3,5%. Los recortes presupuestarios que se produjeron por ejemplo en el CONICET empuja a muchos científicos fuera del país. “La migración calificada no se puede analizar solo cuantitativamente, sino que debe hacerlo también cualitativamente. Si se van 7.000 científicos sobre una población de 45 millones no parece tanto. Pero si tenemos en cuenta que la cantidad de científicos que están haciendo investigaciones en el país son entre 15.000 y 20.000 estamos ante un número importante. Lo mismo ocurre con las personas que estudian ingeniería en sistema, donde hay escasez de esos perfiles, y teniendo en cuenta que en la Argentina se estudia principalmente ciencias sociales”, afirma Carámbula.

El académico de la UCA considera que “no estamos hablando de una fuga de cerebros, porque la tasa no es tan alta, pero sí lo que se ve es que se está dando sin pausa y va creciendo cada vez más”. Esto, insiste, se da “porque no encuentran en el país las posibilidades de desarrollarse en lo que estudiaron y por la “fuerza gravitatoria” muy fuerte que tienen otros países”. Y es que mientras el mundo se está cerrando cada vez más a la migración común, esos mismos países abren sus puertas para el personal calificado. “No por un tema de altruismo, sino por una cuestión de necesidad, de poder satisfacer sus propios sistemas económicos”, argumenta.

Por ejemplo, Europa está siendo más flexible para otorgar visas de trabajo. En EE.UU. las empresas de tecnología de Silicon Valley están detrás de un fuerte lobby para que el gobierno dé mayor cantidad de permisos de trabajo. Incluso en las redes de reclutamiento hay compañías dedicadas a la captación internacional de talentos con entrevistas vía Skype.

Otro caso es el de las empresas multinacionales que en la actualidad ven a sus recursos de forma global, y ya no local. “Cuando ven que tienen un talento con capacidades y que les pueden sacar mayor provecho en otro país, directamente se lo llevan a otras sucursales en otras partes del mundo”, cuenta Carámbula. En tanto que añade que las posibilidades de estudio en las universidades en el extranjero son otra forma “encubierta” de captar talentos. “Cada vez hay más becas y maestrías. De esa forma tienen herramientas para cuando detectan un talento persuadirlos de que se queden en esos países”, explica.

Por su parte, Rivarola llama la atención sobre dos puntos. El primero es que por un lado se observa que en diversas oportunidades la “pesca” de profesionales apunta a parejas, para que ambos se instalen en otro país. Pero en contra partida, llama la atención sobre otra cuestión: “Lo que he visto es que se ha reducido muchísimo, y creo que es una tendencia que va a seguir, es que la oferta no es de expratiación, sino de ir a cubrir un puesto. Porque la oferta de expatriación es muy tentadora, porque generalmente viene acompañada de casa, auto, un salario superior, pero las multinacionales han ido reduciendo cada vez más estos beneficios. Ofrecen la oportunidad de tener la experiencia laboral en el exterior, pero no una oportunidad económica como era antes”.

Asimismo, existe otro fenómeno interesante que se está produciendo en aumento en Latinoamérica y que Carámbula define como “migración virtual”. Se trata de profesionales que trabajan remotamente, que facturan y tienen su cuenta bancaria en el exterior. “Con el cambio alto es muy rentable pagar buenos talentos desde Argentina. Especialmente en la costa oeste por la diferencia de horaria”, concluye Servide.

Fuente: Matías Ortega para https://www.ambito.com

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