LA PEDAGOGA ARGENTINA FLAVIA TERIGI PASÓ POR MONTEVIDEO Y HABLÓ SOBRE ALTERNATIVAS A LA TRAYECTORIA EDUCATIVA TRADICIONAL. “SOY UNA PEDAGOGA QUE TRATA DE PENSAR ALGUNOS PROBLEMAS QUE TIENE EL SISTEMA EDUCATIVO”, NO PARA SUMARSE “AL CORO DE LA CRÍTICA, QUE YA ESTÁ BASTANTE NUTRIDO DE GENTE QUE CANTA BIEN, SINO PARA AYUDAR A COMPRENDER POR QUÉ PASAN CIERTAS COSAS”.
CLARA EN SUS CONCEPTOS Y SEGURA DE LO QUE EXPLICA, LA ACADÉMICA CONVERSÓ CON LA DIARIA DURANTE SU PASO POR MONTEVIDEO, DONDE PRESENTÓ UNA PONENCIA EN EL MARCO DEL PRIMER ENCUENTRO SOBRE “FORMA ESCOLAR, ALTERACIONES SOBRE LA EXPERIMENTACIÓN PEDAGÓGICA”, ORGANIZADO POR LA FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA (UDELAR).
Licenciada, magíster y doctora, Terigi le dedica su vida académica a la educación, con especial atención a secundaria, que es el nivel en el que cree está “el gran problema de la región”. Sus estudios se centran en explorar formas alternativas al sistema de educación actual, tratando de entender los problemas que llevan a la repetición y deserción, y no se explican por razones personales de los estudiantes. Comenzó a estudiar el recorrido de los alumnos por el sistema escolar en 2006, con el equipo de la Universidad Nacional de General Sarmiento, donde trabaja. Para ella estudiar los trayectos “es estudiar los recorridos que los chicos hacen por el sistema escolar, viendo cuáles son las condiciones del propio sistema que producen alguno de los efectos que después se describen como fracaso escolar”.
La investigadora detalló: “Hay una explicación a la que le podríamos llamar más estructural, que hace referencia a condiciones objetivas de la vida de los chicos; por ejemplo, la pobreza. Después había otras explicaciones, más del tipo individual, que ponían el acento en los chicos; por ejemplo, que no tienen interés o no prestan atención. Nosotros empezamos a estudiar las cosas que los chicos decían y entonces notamos que hay cosas dentro del propio sistema que provocan el fracaso”.
–¿Qué análisis del sistema educativo proponen con tu equipo?
–Un análisis de las condiciones pedagógicas, además de las condiciones individuales. Si tenés una experiencia de estar todo el tiempo con la sensación de no entender lo que la escuela te enseña, de estar sometido a evaluaciones que muestran que no sabés, es muy difícil que no se genere una posición individual muy reactiva con respecto al aprendizaje.
–¿Cómo debería ser la experiencia educativa?
–Yo no estoy muy dispuesta a decir cómo debería ser. Más bien pienso cuáles son las condiciones que hay que tratar de movilizar. Por ejemplo, la tendencia de la escuela a funcionar con ritmos homogéneos de aprendizaje. Esa idea, que forma parte del diseño escolar desde hace más de un siglo, plantea agrupar a los chicos según las edades y esperar que todos aprendan las mismas cosas al mismo ritmo, y si no sale bien algo se concluye que les pasa a ellos, en lugar de pensar que algo le pasa a esa lógica.
–¿Cómo se podría empezar a trabajar en el cambio?
–Con la posibilidad de que haya múltiples agrupamientos y reagrupamientos constantes en la escuela, que algunos temas puedan romper la lógica clasificada de “sociales” o “naturales” y puedan tratar de poner en convergencia conocimientos diferentes, tratando de aprovechar mucho más la posibilidad de los chicos de colaborar entre sí, de generar autonomía. Son ideas bien concretas que muchos colectivos docentes vienen haciendo.
–¿La formación docente puede ser un obstáculo?
–La formación docente tiene el problema de que sigue preparando para el aula monogrado, para que en un mismo grupo haya chicos que estén cursando en el mismo grado, en tanto la formación siga preparando para eso, no les facilita a los docentes herramientas para trabajar en otra lógica educativa. Se puede cambiar todo el sistema en términos organizacionales, pero si no te metés con el corazón del asunto, que es el conocimiento pedagógico, nada va a cambiar. No obstante, hay muchos maestros y profesores que trabajan en otra lógica educativa, y lo que están haciendo es generar conocimiento en ese trabajo, que es provisorio. Puede ser incompleto, pero interesa discutirlo y mejorarlo.
–Mencionás que un lugar común es decir que los estudiantes perdieron el interés. ¿Creés que no lo perdieron?
–Creo que el interés se construye en la escuela. Nadie nace interesado en la astrofísica, no es un gen; las cosas llegan a interesarte o no en función de una cierta experiencia escolar, y también es cierto que el currículum propone un montón de disciplinas, y es bastante previsible que no a todos nos guste lo mismo. Lo que explica que los chicos no aprendan la materia, en todo caso, es lo que ocurre con la exposición al saber: la escuela no logra –lo intenta pero no lo logra– generar una relación de conocimiento.
–Tal como está planteado, ¿el currículum es un problema en la escolarización?
–El currículum clasificado es un problema, y es muy difícil de cambiar, porque todo el sistema formador está sosteniendo esa clasificación. Yo no sé si iría por ahí, porque es un cambio a una escala muy grande. Es mucho más potente entrar por el lado de la producción de propuestas de enseñanza que traten de atender diferentes niveles de aprendizaje de los sujetos. De esta forma, aunque se siga trabajando en matemática, los chicos pueden estar tomando un mismo objeto de conocimiento con diferentes niveles de profundidad, y eso es un cambio muy importante.
–¿Qué opinás de la idea de que al trabajar con niveles se les está facilitando el trabajo a los estudiantes?
–Lo primero que pienso es por qué facilitarle algo a alguien es un problema. Hay una defensa del dificilísimo que no comprendo. En mi país también se critica mucho que ciertas cosas permitirían facilitarles a los chicos la escolaridad, y me pregunto: ¿por qué hay que complicársela? Además, toda la investigación demuestra los beneficios de la interacción entre individuos con distintos niveles de aprendizaje. El que está, en teoría, en un punto menos avanzado en la apreciación de un conocimiento interactúa con alguien que sabe más, y cuando quien sabe más, en esa lógica, tiene que explicar algo, por lo que hace un trabajo muy enriquecedor sobre su propio conocimiento.
–¿Hacia dónde deberían ir los grandes cambios en políticas educativas?
–En el conjunto de la región la cosa es muy diversa: hay países donde todavía no se cumple de manera satisfactoria la escolaridad primaria, también hay países que tienen un muy insuficiente desarrollo de la educación infantil. Sobre esos temas hay que trabajar, pero el gran problema de la región es la educación secundaria.
–¿Qué políticas deberían trabajarse en ese tramo de la educación?
–Hay que romper con la idea de que existe un único modelo de secundaria, hay que diversificar las formas de ofrecerla. Por un lado, teniendo en cuenta unas reglas más adecuadas a las vidas de los chicos, como cursada por materias o semestrales combinadas con anuales. Por otro lado, secundaria necesita mayor conexión de los contenidos con la contemporaneidad, porque tiene un currículum que refleja la división de saberes del siglo XIX. También hay que trabajar con la incorporación de tecnología, pero no para hacer lo mismo que harías sin tecnología, sino para cambiar los modos de producir y poner a circular saberes. Otro aspecto a cambiar sería darles más participación en la elección del recorrido educativo, porque en América Latina el modelo es bastante rígido.
–¿Qué se está haciendo para avanzar?
–Desde mi punto de vista, muy poco. Hay mucha discusión, mucho consenso en las declaraciones públicas, pero hay muchas dificultades para mover un nivel educativo que está muy desarrollado en países como Argentina y Uruguay, mientras que en los países que no lo tienen tan avanzado y necesitan una gran inversión encuentran muchas dificultades en la innovación. Creo que cuando no hay un sistema muy establecido, hay una buena oportunidad para desarrollarlo de otro modo, pero hay una tendencia a imitar los procesos que ya fueron exitosos que impide la innovación.
Terigi trabaja en los pasajes entre los niveles educativos, es decir, el salto de primaria a secundaria, y luego a la educación terciaria. Según la docente, “es un momento muy complicado, porque en los cambios de niveles cambian las reglas de escolarización, la formación de los docentes, las exigencias respecto de la evaluación, e incluso cambia el grupo de compañeros”. Además, la investigadora señaló que “al inicio de cada nivel educativo se intensifica lo que se entiende como fracaso escolar, que por lo general es la repetición o las bajas calificaciones”.
La preocupación por las transiciones se manifiesta en políticas específicas de cada gobierno. La investigadora subrayó las experiencias de seguimiento personalizado de alumnos que se realizan en algunos países vecinos, también las formas de articular los niveles mediante acuerdos curriculares y de régimen académico en los que se está trabajando.
Para Terigi, una de las mayores dificultades es el hecho de que “está naturalizado que la secundaria y el nivel terciario no son para todo el mundo, entonces no termina de verse como un problema que a la gente le vaya mal”. Sin embargo, esta postura entra en contradicción con la idea de los propios Estados de proponer una educación obligatoria a nivel secundario. Según la académica, no hay que ver al sistema como si siempre hubiera sido un continuo: “No eran instituciones que estaban juntas, la gente no tenía que ir al liceo después de la escuela; cuando empezó a hacerlo hubo problemas, es como si tuvieras una tremenda autopista por la que van todos los coches y de pronto fueras a desembocar a una ruta en la que va un auto por vez; te crea un embotellamiento y la gente se te cae”.
Fuente: Leticia Castro para https://educacion.ladiaria.com.uy/