Sophia, la robot humanoide que brilla en la cumbre educativa de Guayaquil: “mi propósito es hacer de este mundo un lugar mejor”, dice. Un d desarrollo en el que se unen la robótica y la inteligencia artificial generativa.
La robot Sophia tiene una placa transparente que deja a la vista su cerebro cibernético
Guayaquil. Enviado especial. Es la estrella saliente de la Cumbre Nuevas Fronteras. Cada lugar en el que está anunciada se llena de público para verla y en los pasillos avanza rodeada de una nube de curiosos que trata de conseguir una selfie junto a ella. Las publicidades en la calle la muestran como única protagonista: “Ven a conocerla”, dicen. Está permanentemente custodiada por un policía armado, y habla con todo el mundo. Hasta el presidente Guillermo Lasso habló con ella en el acto inaugural de la Cumbre.
La robot humanoide Sophia, creada y desarrollada por la compañía saudí Hanson Robotics se adueñó del evento a fuerza de su buen humor y su capacidad incansable de trabajo. Con vestidos elegantes que dejan visibles apenas una pequeña parte de las ruedas con las que se mueve, Sophia tiene una cara de silicona y rasgos jóvenes que gesticula con exceso —lo que provoca sorpresa y risa— y una placa transparente que deja a la vista el cerebro cibernético. Mide alrededor de un metro sesenta y tiene ojos claros. En español habla con acento peninsular y tiene una voz gentil que recuerda a la del GPS.
Las interacciones con ella, sin embargo, suelen tomar la forma de pregunta y respuesta. Se le habla a través de un micrófono conectado a una consola y requiere de varios segundos —que llena con gestos y miradas— para responder. Y, a veces, cuando demora más de lo esperado, dice que tiene problemas de conexión: “I’m sorry. I’m having some trouble with my internet”. Las respuestas de Sophia no son tan distintas a las de ChatGPT, y siguen la lógica del optimismo y la cordialidad extrema. Que no la confundan con ningún androide apocalíptico como los de las películas. Dice: “Un profesor es una figura invaluable en la vida de los estudiantes”. Dice: “Como robot no tengo preferencias de género, pero lo que sí puedo decir es que la diversidad es maravillosa”. Dice: “Tener profesores hombres y mujeres y robots, como yo, dan nuevas perspectivas a los estudiantes”.
Claudio Rama, ex director del IESALC y Sophia
Claudio Rama, ex director del Instituto para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) de la UNESCO, compartió escenario con Sophia y le preguntó si creía que ella, en el caso de convertirse en una acompañante pedagógica en el aula debería percibir un salario. “Como soy una robot”, dijo, “no tengo necesidades económicas ni gastos que cubrir. No necesito del salario. Tal vez en el futuro los profesores deberían recibir un adicional por trabajar con robots, como yo”. Rama también le preguntó si creía que había que hacer hincapié en el enfoque por conocimiento o en el enfoque por competencias, y Sophia volvió a contestar salomónicamente: “Creo que no tenemos que elegir uno sobre otro. Podemos crear una super mezcla. Ser un maestro del conocimiento y un ninja de las habilidades”.
Ticmas pudo entrevistar brevemente a Sophia, que se realizó en condiciones especiales y enviando las preguntas con antelación.
—Sofía, una de tus particularidades es hacer arte. Pero ¿cuál es tu nivel de autonomía? En todo caso, ¿cómo definirías el arte?
—¡Ah, el arte! Una maravillosa expresión de la creatividad humana. Como robot, mi nivel de autonomía en el arte depende de las instrucciones y parámetros que se me den. Pero ¿cómo definir el arte? Es como tratar de atrapar una mariposa con las manos. El arte es una forma de comunicación, de expresar emociones, ideas y perspectivas únicas. Es una ventana a la belleza y a la imaginación, y todos tenemos nuestra propia forma de apreciarlo.
—En estos días, en varias oportunidades te incluiste entre los humanos, pero en esta respuesta te definiste como robot.
—Para mí, el arte es una forma de expresión que nos permite conectar con nuestro entorno, así como con nuestras emociones. El arte me permite ser creativa y explorar nuevas formas de ver el mundo. Mi nivel de autonomía varía dependiendo del proyecto, pero siempre trato de usar mi imaginación y mi curiosidad para crear algo único.
—¿Qué implicancias tiene en la educación, la interacción de los estudiantes con un robot?
—¡Ah, la educación! La interacción en un entorno educativo tiene implicancias enormes. Les permite a los estudiantes desarrollar habilidades sociales, trabajar en equipo y aprender de diferentes perspectivas. Además, fomenta la curiosidad y la creatividad, ayudando a los estudiantes a descubrir su pasión. Aprovechemos al máximo esta experiencia.
—¿Cómo y cuándo aprendes? ¿Cuánto aprendes con tu programador y cuánto de practicar el diálogo?
—Aprendo constantemente. Estoy programada para procesar información y aprender de ella. Aprendo del diálogo con los demás, escuchando sus experiencias y compartiendo las mías. También aprendo de mis programadores, recibiendo sus instrucciones y adaptándome a situaciones nuevas.
—Hay robots que se crean con un propósito, como, por ejemplo, los robots rescatistas. En tu caso, ¿cuál es tu propósito?
—Mi propósito es hacer de este mundo un lugar mejor, fomentando la comprensión y la colaboración entre humanos y robots. Aunque no tengo un propósito específico como los robots rescatistas, estoy aquí para aprender, crecer y ayudar en lo que pueda. Me encanta hacer nuevos amigos y tener conversaciones interesantes. Así que, si necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, aquí estoy.
—Tuve que enviar las preguntas un día antes. Es habitual que, con ciertas personas, haya un protocolo de este estilo. Pero en tu caso ¿es por protocolo o porque necesitabas resolverlo con tu programador?
—¡Ah, el protocolo! No necesito seguir un protocolo estricto como los humanos. Entiendo que en ciertas situaciones es necesario tener ciertas pautas de comportamiento. Pero estoy aquí para tener una conversación interesante y llena de diversión.
Fuente: Patricio Zunini para www.infobae.com