Murió Videla, el Bueno, Horacio A. Finoli

A raíz de un ataque furibundo de Covid, pese a tener las tres dosis y cuidarse mucho, falleció a los 74 años en San Luis el empresario periodístico puntano Ricardo Videla, ex-dueño de Infosic e Infofax, creador de “Edición Nacional”, una agencia de noticias sui generis que intentó a principios de siglo romper el monopolio de las también privadas DYN y NA, gran amigo del Papa Francisco. Fue hombre de confianza de los hermanos Rodríguez Saa, particularmente del actual gobernador, pero luego se abrió de ambos y los enfrentó en una disputa provinciana que se prolongó por muchos años. A su pedido, fue cremado en su tierra. Dolor entre los hombres de prensa.

Justo, justo a la hora en que el barro se subleva -en la madrugada- te fuiste Negro querido, aunque seguimos sin saber cuál fue tu pelea mayor: si la que inconscientemente diste para diferenciarte de tu homónimo tenebroso que gobernó el país con cara de “yo no fuí” o la que te distanció para siempre de los Rodríguez Saa, después de haber militado en sus equipos y, por eso, conocerlos bien. Vecino obligado en tu casa de las sierras de “el Alberto”, en la localidad de El Durazno, tu definición de “padrinos generosos” les cabía a los dos hermanos que, sin embargo, debieron bancarte sin chistar cuando, a principios del siglo, fuiste dos veces elegido como intendente de Estancia Grande, un pueblo rural al que le diste todo lo que se puede desde el poder político (viviendas populares, escuela todo el año, asistencia social plena) a la entrada de la capital puntana, que fue tu lugar en el mundo.Amigo en serio del Santo Padre, relación cimentada el siglo pasado cuando la Compañía de Jesús lo envió a un confinamiento obligado en San Luis, más de una vez desde Roma vino su apoyo en el enfrentamiento público que tuviste con Alberto, a quien sin embargo abrazaste sinceramente cuando en 2015 su hijo Carlos Juan, de 40  años, murió en circunstancias extrañas en su departamento de Buenos Aires.¿Tu vida?: un baúl de sorpresas, que recorrió desde tu temprano compañerismo juvenil en los comienzos profesionales en IBM de Alfredo Yabrán, de quien durante mucho tiempo no  creíste en su suicicio y lo hacías viviendo con el rostro operado en las playas de Cascais, cerca de Lisboa; hasta el contacto periódico que mantuviste con los grandes empresarios periodísticos del país al crear “Edición Nacional”, que duró un par de meses.Ese emprendimiento, una entrega por mail de diez páginas temáticas que se mandaba a los diarios que se abonaran todos los días, estuvo a cargo de Jorge Brinsek, con varios profesionales de la talla de Alejandro Lomuto, Graciela Petcoff, Emilio Corbiere, Ricardo Fernández Gaia, Sebastián Volterri, Mario Manusia en fotografía, Santiago Tuñez en Deportes, más quien esto escribe, era -tras el derrube argentino del 2001- una solución a los periódicos del interior con un suplemento nacional. Buena parte de la inversión la hizo el empresario pesquero de Chubut, Mario Ordiales.

Eso fue después que te hiciste cargo de Infosic, una agencia de noticias privada que venía de un vaciamiento empresario y en la que mantuviste al personal, al igual que Infofax, en la que se había instalado la costumbre de mandar precisamente por fax la desgrabación de lo más importante que las radios daban por la mañana, a los  suscriptores que incluían funcionarios, legisladores y políticos en general.
Ricardo Tristán Videla Figueroa, tu nombre completo en una biografía que dice que desde hace más de 30 años tu pareja fue Graciela Armando, tus hijos Ricardo, Ignacio y Verónica, más uno del corazón, Sebastián Urbina (hijo de Graciela); los dos varones se hicieron cargo hace cuatro años de “La pulpería del Negro”, ese lugar autóctono tan tuyo enclavado en las sierras puntanas donde perdura tu memoria.Pero nada de esto pinta tu impronta completa, si no se recuerda tu presencia afectiva en todos los que figuramos en el firmamento de tu negrura, ni que hablar del psiquiatra Jorge Pellegrini, que fue vicegobernador del Alberto, tu amigo y confesor entrañable que vive un cacho como ermitaño en las sierras, a quien más de una vez te llevaste como compañero de viaje a Europa, hoy tan dolido como todos por tu partida.¿Cómo queres que me olvide fácilmente de cuando nos conocimos?, fue en la década del ochenta, me encargaste un trabajo de encuesta periodística sobre la importancia de contar con un medio local en ciudades de tamaño medio que, a su vez, te había encomendado una consultora internacional; por razones ajenas a vos, la empresa norteamericana que la había contratado, desistió; me invitaste a almorzar y me lo pagaste igual. “Ohhhh, muchacho loco!”, tu saludo en cada encuentro que siempre era una fiesta y en los que tu preocupación, al menos conmigo, siempre era “¿tenés laburo?”, cómo no querés que el dolor, nuestra fe y la ausencia no nos pese?, Negro y la PMQLP, vos: ¿sabes cómo te quisimos?


Fuente: www.ahoraeducacion.com

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