Cerrando escuelas

Coronavirus: un estudio dice que cerrar las escuelas es la segunda medida más eficaz. La investigación fue publicada en la prestigiosa revista Nature. La publicación coincide con el debate en torno a las clases presenciales entre el gobierno nacional y el porteño, así como también con el incremento de los casos de pacientes pediátricos internados por Covid-19.

En un contexto signado por la disputa en torno a las clases presenciales entre el gobierno nacional y el porteño, una revista científica de prestigio como Nature demostró en un artículo que el cierre de las escuelas constituye la segunda medida más eficaz si el objetivo es reducir los contagios. La publicación se difunde cuando referentes de hospitales como el Garrahan o el Ricardo Gutiérrez alertan frente al crecimiento de pacientes pediátricos internados por el agravamiento de casos de covid.

En concreto, la investigación analizó cuáles eran las medidas “no farmacéuticas llevadas a cabo por los gobiernos” que más éxito tenían para disminuir las infecciones. De acuerdo a lo descrito en el artículo, luego de los encuentros sociales (con un 83%) suspender las clases presenciales contribuye en un 73% a la reducción de R, esto es, a disminuir la cantidad de individuos que una persona con covid está en condiciones de contagiar. Para llegar a tales resultados, los investigadores recogieron datos de 79 países y los validaron con información adicional recopilada de más de 200 distritos diferentes.

La limitación en los encuentros sociales y el cierre de las escuelas no fueron, sin embargo, los únicos factores que se tuvieron en cuenta. El equipo científico analizó más de seis mil medidas puestas en marcha por las diferentes naciones. Dentro de las más importantes para reducir la propagación del Sars CoV-2 se destacan otras como mejorar las capacidades de atención médica, restringir los desplazamientos individuales, los toques de queda (limitación de circulación en horarios nocturnos), el cierre de fronteras y la clausura temporal de lugares cerrados en los que la gente puede permanecer durante mucho tiempo, como restaurantes y lugares gastronómicos.

En el estudio, los científicos concluyeron que lo ideal es la combinación de múltiples medidas, que se ajusten en cada caso al contexto de implementación. Destacaron, además, que si bien el factor de concurrencia a escuelas no era, en un principio, considerado un foco de propagación viral, abordajes (recientes) realizados en Estados Unidos afirman que el cierre de las instituciones educativas reduce la incidencia del coronavirus y la mortalidad en un 60%. En Corea, incluso, se publicaron trabajos que verificaron que los niños y adolescentes de 10 a 19 años cuentan con más chances de propagar el virus que los adultos.

Según los registros de la Red de Hospitales Pediátricos de CABA, desde la tercera semana de febrero hasta la fecha, se produjo un aumento muy importante de casos diagnosticados de Covid. Así lo confirma Oscar Trotta, médico pediatra del Hospital Garrahan. “Hoy tenemos 37 pacientes Covid internados, 34 en cuidados intermedios y hay tres en terapia intensiva”. Luego continúa: “Durante el último tiempo, los casos de 0 a 9 años en CABA crecieron de manera abrupta: teníamos 80 casos el 18 de febrero y tuvimos 363 el 19 de abril. Durante el mismo período, se cuadriplicó la cifra en los adolescentes que van de 10 a 19 años: de 360 pasamos a 1598”.

Desde aquí, Trotta discute esa idea que desde algunos medios opositores aún sostienen: que los chicos no contagian. “La verdad es que constituye una falacia enorme. Son portadores y transmisores. Lo único positivo es que, en su gran mayoría, los más pequeños no desarrollan una enfermedad grave, a no ser que presenten comorbilidades, pero contagiar, contagian como todos”, apunta Trotta.  Afortunadamente, un 80% de los niños y adolescentes son asintomáticos y el resto desarrollan un cuadro que oscila entre leve y moderado. En el caso del Garrahan, aquellos que están en terapia intensiva afrontan una enfermedad más grave de lo común porque cuentan con patologías previas que los ubican en los grupos de riesgo.

Según el médico pediatra, el incremento se produce como producto de la suba general de infecciones que afronta el país como parte de una nueva ola y, puntualmente, por la apertura de las clases presenciales. “Claramente, el cierre de escuelas es una de las medidas más exitosas para reducir las infecciones. Aparte de otras restricciones, como los límites a la vida nocturna y los eventos masivos, son muchas las naciones que al ver esta situación escogieron cerrarlas por un tiempo”, dice el especialista. Después sigue con su razonamiento: “El asunto es que no solo se debe discutir la seguridad dentro del aula o de la burbuja, sino que hay que tener en cuenta todo lo que incluye el proceso de la presencialidad. Desde que sale de su casa, el familiar que los acompaña, las conversaciones que los adultos tienen al momento de retirar a los chicos, los que se van a la casa de algún compañerito. No solo se infectan ellos sino a todo el entorno familiar y a los maestros mismos”.

Lo que se ha evidenciado en todo el mundo es que muchas de las personas que reciben su alta epidemiológica y ya no tienen covid, afrontan secuelas que podrían afectar el funcionamiento normal de sus órganos. La comunidad científica reúne evidencias para confirmar que la “niebla mental”, por ejemplo, es uno los efectos que podría causar la covid-19 en aquellas personas que –incluso– la cursaron en forma leve y sin patologías previas. Se trata de un síntoma cognitivo que se ha reportado a lo largo del mundo y que podría asociarse a la pérdida de memoria, a problemas de concentración, mareos, dolor de cabeza y confusiones frecuentes.

Los más pequeños y adolescentes, a su turno, también experimentan sus propias secuelas. “Algunos de los que se recuperan de la covid, presentan luego la enfermedad de Kawasaki. Una inflamación de las arterias del organismo que perjudica a los órganos principales, como riñones, corazón, hígado y cerebro. Es multisistémica y multiorgánica”, describe Trotta. Aunque tiene baja mortalidad (fallecen tres pacientes de cada 100 mil), los chicos deben estar internados y recibir corticoides, con lo cual, se vuelve una situación que los invalida y les impide seguir con su rutina. “Ya tuvimos algunos pacientes con Kawasaki. De manera que al registrar más casos en edad pediátrica, comenzaremos a tener, de forma paralela, más casos de este tipo de patologías que, sobre todo, se produce en menores de cinco años”, subraya.

Fuente: Pablo Esteban para www.pagina12.com.ar

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