Hasta hace algunos años los humedales eran considerados zonas poco aprovechables. Sin embargo, su estudio ha permitido revalorizarlos y hacer comprender a la sociedad que son ecosistemas biodiversos y ricos en recursos propios. El grupo de investigación que dirige Roberto Bo trabaja en el estudio de humedales, su preservación y uso sustentable.
Los humedales no han tenido buena prensa. Durante siglos fueron considerados tierras marginales que debían ser drenadas o “recuperadas”. Son ecosistemas complejos y, por esta razón, difíciles de definir, pero podría decirse que se caracterizan por tener el suelo inundado durante gran parte del año y que, en situaciones particulares, pueden comportarse como ecosistemas terrestres o como ecosistemas netamente acuáticos.
El Grupo de Investigación en Ecología de Humedales que hoy dirige Roberto Bo, tiene una larga historia en la Facultad. Se formó hacia fines de los 90 bajo la dirección de Inés Malvárez, pionera en la investigación de humedales de la Argentina. “Algunos de nosotros nos formamos con ella”, recuerda Bo.
Grandes regiones de la Argentina son humedales, muchos de ellos del tipo particular de los humedales fluviales. Bo y su equipo trabajan en ellos, fundamentalmente, desde el punto de vista ecológico. “Estos ecosistemas históricamente fueron considerados inundables, insalubres e improductivos. Sin embargo, no es así. Gran parte de los humedales del mundo y, particularmente de Argentina, son altamente productivos y biodiversos, y cumplen funciones ecológicas muy importantes, como la de ser valiosos hábitat de flora y de fauna, lo que se traduce en importantes bienes y servicios ambientales para las comunidades humanas”, afirma el investigador.
La idea del grupo es comprender la composición, la estructura y el funcionamiento de este tipo de sistemas, y las interacciones que tienen entre sus propios componentes y con el exterior. Lo hacen abordándolos desde distintos niveles de análisis, pero siempre con una mirada integral de ecólogos, que trasciende las distintas especialidades de cada uno de los integrantes del grupo. “Desde ese punto de vista, no sólo estamos estudiando la productividad del humedal, su biodiversidad, su integridad y su salud ecológica, sino discutiendo cómo dichos aspectos interaccionan con las actividades humanas”, sostiene Bo. El equipo busca contribuir con su trabajo a la conservación de los humedales, “entendiendo conservación en sentido amplio y que, en algunos casos, puede implicar preservación, en otros puede implicar manejo sostenible y en otros, restauración”, agrega. Para ello, el grupo ha interactuado activamente con organismos de gestión tales como la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, las secretarías de recursos naturales de provincias, el INTA y Parques Nacionales, con el objetivo de transferir los conocimientos teóricos obtenidos y realizar aportes para que, quienes son los responsables de la toma de decisiones, cuenten con la información necesaria.
El Grupo ha participado en la creación del Parque Nacional Diamante, en Entre Ríos y, más recientemente, en la Reserva de Biosfera del Delta del Paraná, en el marco del Programa de la UNESCO sobre el Hombre y la Biosfera. “El Delta es un área de humedales fluviales sobre la cual trabajamos mucho, pero a partir de ese conocimiento, también hemos trabajado en otros humedales como los patagónicos y tenemos intención de seguir trabajando en humedales costeros marinos, como los de la provincia de Buenos Aires. Nora Madanes, integrante del equipo, ha trabajado especialmente en la zona de Mar Chiquita y Villa Gesell, caracterizando la particular dinámica de esos sistemas y considerando sus principales problemáticas, que tienen que ver con la urbanización y el uso inadecuado de las playas”, comenta Bo.
El trabajo consiste en realizar mapeos, caracterizar los paisajes dominantes o estudiar determinadas comunidades vegetales y animales que permitan entender cómo funcionan esos sistemas. También estudiar, particularmente, paisajes o algunos de los ambientes de humedal que los componen que, por algún motivo, resultan importantes para el hombre y sus actividades. “Por ejemplo, ahora estamos trabajando en evaluar el efecto de la ganadería sobre los humedales del Delta”, interviene Ricardo Vicari, miembro del grupo. “Estudiamos las distintas áreas donde se maneja el ganado de diferente forma, para detectar cuáles son las acciones en los diferentes lugares. Observamos el efecto puntual del ganado sobre la composición de la vegetación y la productividad, con el objeto de dar pautas de manejo sustentable de la ganadería, por ejemplo en Ramallo, una de las zonas más utilizadas para la cría de ganado”, dice Vicari.
“Queremos explicarle a la gente cómo funcionan los humedales para que, si los quieren seguir teniendo y aprovechar los bienes y servicios que ellos tienen, sepan entenderlos y manejarlos bien”, enfatiza Bo quien desea poder discutir la incompatibilidad que tienen, por ejemplo, con mega emprendimientos urbanísticos que se dan en la zona del Delta. “Mucha gente, a veces con buenas intenciones pero con desconocimiento, pretende trasladar la realidad pampeana a los humedales y eso es incorrecto. Lo correcto es revalorizarlos y darse cuenta de que se pueden generar un montón de bienes y servicios ambientales, perfectamente compatibles con su conservación y con la obtención de beneficios para las comunidades”, afirma el investigador.
Fuente: Patricia Olivella para noticias.exactas.uba.ar