Peteco Carabajal, Gabriel Plaza 

Peteco Carabajal: “mi único deseo es poder hablarle al oído a la gente”. El cantante y compositor santiagueño lanzó Un viaje, el segundo disco de su grupo Riendas Libres. La relación artística con su hijo Homero, la búsqueda de trascender los formatos tradicionales y el riesgo que implican los grandes medios de comunicación.

Peteco Carabajal está en su casa de Moreno. El músico santiagueño tiene la voz tomada por una seguidilla de situaciones emocionales muy fuertes. Dos semanas atrás estuvo celebrando el cumpleaños de la abuela María Luisa Paz en el barrio Los Lagos en Santiago del Estero y recién llegó a las plataformas  Un viaje, el flamante segundo disco del grupo Riendas Libres.

Hace pocos días se cumplió el aniversario de la muerte del Chango Farías Gómez, su compañero en el grupo MPA que marcó con sus arreglos musicales la década del ochenta, y de su padre Carlos Carabajal, uno de los grandes maestros de la chacarera, que dejó una escuela y una historia que marcó a fuego el género de la música popular. «Son cosas muy fuertes para la historia mía». Peteco tiene 66 años y está parado en medio de la vida. Su música es un equilibrio natural entre la fuerza renovadora y la tradición familiar. Con Riendas Libres sigue el camino sembrado con la MPA. En su flamante disco Un viaje, revela un sonido psicodélico que busca su punto de fuga, entre la sabiduría de los años vividos (su participación en Santiago Trío, Los Carabajal, Santiagueños con Jacinto Piedra, y su etapa solista que comenzó con el álbum Encuentro del que se cumplen treinta años), y toda esa evolución que propone su hijo Homero en las guitarras, secuencias, teclados, junto al ensamble que completan los otros jóvenes integrantes Martina Ulrich ,en percusión, y Ricky Chazarreta Carabajal, en bajo.

En un momento, a pesar de la voz quebrada, que relaja con un té caliente, Peteco toma la guitarra y se pone a cantar un fragmento de una canción nueva con aires de vals y habanera, inspirada en el poeta Rubén Darío. No puede parar de componer y de enviar mensajes a otras generaciones.

–En tus últimas notas se te nota muy reflexivo, como una especie de patriarca.

–Eso lo veo como algo natural, porque le doy valor a los años en cuanto a la experiencia, el conocimiento que uno va experimentando y eso me gusta transmitirlo. Tengo contacto con mucha gente muy directa y con lo que se llama el público, que están influenciados y se sienten identificados conmigo. Hay mucha cosa de ida y vuelta. Entonces me doy cuenta cómo razona la sociedad en conjunto y cómo razona cada uno individualmente, y después cómo cada uno, no lo puede encajar a ese pensamiento en lo colectivo. Si me concedieran un deseo, mi único deseo es poder hablarle al oído a la gente. Te lo juro. En este momento, sobre todo, sabes cómo le hablaría a la gente. Es muy importante. Si no estamos con que sólo los grandes medios de comunicación tienen la posibilidad de hablarle al oído a la gente y de prepo se meten en sus casas, en sus mentes y le hablan al oído, y la mente le ordena al corazón.

–Después de tantos años tus mensajes llegan a la personas a través de tus canciones.

–Sí, lo sé. Ese reconocimiento lo siento, pero cuando me refiero a hablarle al oído es tener la posibilidad de llegar con fuerza con otro mensaje, que no es sólo musical. Por ejemplo, una visión compartida por mucha gente que ama la naturaleza de verdad, ama la tierra y no tiene ambición de ningún negociado que pueda dañar la naturaleza. Ahí sí me gustaría tener más fuerza en el mensaje para poder torcer un poco la cosa. Hay una canción mía llamada «Raíz y flor», que en una estrofa dice: «hoy la canción es necesaria como en la mesa el pan». Ese es mi pensamiento.

–En Un viaje, el nuevo disco con Riendas Libres las canciones suenan más universales.

–Riendas Libres hace hincapié en ese mensaje del hombre y la naturaleza. No nos encerramos en la tradición, un molde o un estilo. Por ejemplo, «Zamba sol» está dentro de la métrica de una zamba pero nosotros la tocamos como una canción y te diría que musicalmente es una onda new age, muy de los ochenta, música nueva era, pero dándole una importancia al texto y que pueda ayudar en la comprensión de esa relación con el sol, la conexión con la tierra y la vida.

–Hay cierta psicodelia en la atmósfera del disco.

–Sí, para mí el disco lo siento como si fuese que hemos llegado intuitivamente, sin pretenderlo, a hacer salir de nuestra propia música la mística de los grandes grupos. De pronto escucho Pink Floyd, de pronto escucho Bob Marley, de pronto escucho Los Manseros Santiagueños o Los Carabajal. Todas las buenas influencias que han habido en nuestra vida están sacadas afuera pero con nuestra propia música.

–Por un lado está la música, que tiene esa fuerza de la matriz y la energía de las chacareras, pero también hay un clima de serenidad, de contemplación de la vida.

–Para mí, soy un equilibrio entre historias. Riendas Libres de alguna manera capitaliza ese equilibrio entre el sonido que trae Homero y el mío. Es también el equilibrio que hay entre lo que sentía mi viejo y lo que proponía artísticamente yo, que lo quería llevar a otra cosa más intelectual. Eso de alguna manera ahora me pasa con Homero. Tengo lo de mi viejo, esa cosa simple en la música, sin ninguna cosa intelectual, que la comparto con Homero, que es todavía mucho más intelectual que yo y tiene la juventud y las ganas de hacer cosas. Tal vez, con mi viejo fue más fuerte el choque. Cuando me he ido de Los Carabajal fue un golpe muy fuerte para mí y para la familia. Irme fue como haber cortado un cordón umbilical. A lo mejor él soñaba que con Los Carabajal llegaríamos a lo máximo que podíamos y yo me fui, pero fue para bien porque Los Carabajal, siguieron: Cuti y Roberto, Demi, Graciela, también. Todos siguieron. Hoy en día estamos en Riendas Libres y no tendremos problemas en dejar de tocar cuando cualquiera lo decida y sin conflictos. Homero está encaminando su camino solista y es lo lógico.

–¿Cómo es la relación con Homero a la hora de componer juntos?

–Por ahí el que más empuja para eso soy yo. Un día se puso a tocar algo acá en casa y como me gustó me puse a escribir inmediatamente, pero sin saber a dónde iba a ir la canción. «Esperando estaré, antes que amanezca, escapemos de aquí, ya no quiero penas», escribí. Podría haber sido una canción para una pareja, pero después se me ocurrió que eso estaba bien para hacer una canción final para Maradona, que no tenga que ver con el Maradona terrenal, ni con el famoso, ni el jugador ni nada, sino con la cosa espiritual,  ya que él había fallecido. ¿Qué íbamos a escribir? ¿Que jugaba bien? Entonces salió «Magia maternal», que es el encuentro de los espíritus con su madre y con su padre. En un momento, habla el espíritu de Maradona, y en otro el espíritu de su madre. Es una chacarera muy linda.

–Ya habías escrito «Canción del brujito» que es un tema que salió cuando Diego le hizo el gol a los ingleses.

–Hacer este tema para Diego fue como cerrar un círculo para mí con esa primera canción y con la última. Las hice desde un lugar de homenaje del corazón, sin especular, porque en ninguna de las canciones lo nombro a Maradona.

–¿Dónde va a estar esta canción?

–Estoy haciendo un trabajo de grabaciones de muchos temas nuevos que hice en la pandemia. Se va a llamar Legado popular». Tengo varios temas grabados. Uno con Lito Vitale, otro con Caro Peleritti, otro con Gloria de la Vega de La Rioja, otro con Santiago Trío, y otro con el Cóndor de la Bersuit. Pero yo no aparezco como intérprete. Le doy los temas a los compañeros para que los canten y me sorprendan.

–¿Por qué lo pensaste así?

–Acabo de terminar el disco de Riendas Libres que es todo nuevo. Acabo de grabar con Santiago Trio, doce temas y diez son míos. Encima me quedaron como veinte temas nuevos en la pandemia. Entonces se me ocurrió, que estas cosas que estoy viviendo en este tiempo, no me puedo tomar cinco años para grabarlas en un disco. Los temas nuevos me están quemando las manos, entonces todo lo que tengo lo grabo y lo dejo. Por eso, «Legado popular”. Es lo que queda hasta el 2100.

–¿Lo estás imaginando para cuando no estés?

–Posiblemente, es mi legado. «


Riendas Libres – Un viaje

1- Aquí comienza la vida (Letra: Peteco / Música: Homero)
2- Riendas libres al amor (Letra: Homero y Peteco / Música: Homero ).
3- Los sueños vencen al tiempo (Letra: Homero y Peteco / Música: Peteco ).
4- Cerquita de Dios (Letra: Anabella Zoch y Peteco / Música: Peteco).
5- Indomable (Letra y Música: Homero).
6- No hay tiempo para sufrir (Letra y música: Peteco).
7- Chacarera para vos (Letra y Música: Homero).
8- Zamba sol (Letra: Peteco y Homero / Música: Peteco).
9- La chacarera es mi religión (Letra: Homero / Música: Ernesto Guevara).
10- Río de amor (Letra: Homero / Música: Homero y Andrés Candia).
11- Aquí se abren los caminos (Letra y Música: Peteco).
12- Libre y caminando (Letra y Música: Homero).
13- Raquel (Letra: Peteco y Anabella Zoch / Música: Peteco).
14- Arpegios (Letra: Peteco y Anabella Zoch / Música: Peteco).
15- Cantares del trovador (Letra y Música: Peteco).
16- El último sol de enero (Letra: Bebe Ponti / Música: Peteco).


Un viaje ancestral y contemporáneo

Un viaje, el segundo disco de Riendas Libres, profundiza en el sonido psicodélico del grupo y en esa atmósfera de una canción universal, atravesada por la vidala, la zamba y la chacarera. Es la búsqueda por retratar un origen, un signo de identidad, que describe la pequeña y la gran aldea: la raíz y el misterio de la vida, la trascendencia, el existencialismo de monte santiagueño, el baile en los patios de Santiago del Estero, la conciencia ambientalista y la vida urbana, atraviesan las letras de las 16 canciones del álbum. También, aparece la sociedad moderna en canciones como «Indomable» y «Libre y caminando» de Homero Carabajal, que aporta el jugo nuevo al cuarteto. La sabiduría la ofrece Peteco en «No hay tiempo para sufrir», «Aquí se abren los caminos», o «Cantares del trovador», perteneciente a esas dinastía de chacareras legendarias que se bailaron en los patios de tierra y en los festivales por mucho tiempo. 

El ensamble de cuarteto suena con un swing increíble. Riendas Libres, puede mudar de un formato eléctrico de secuencias de teclados, samplers, guitarras eléctricas y bajo y batería, a un formato más criollo de bombo legüero, violín y guitarras desenchufadas. Los arreglos vocales y coros, siempre están trabajados con sutileza, y se balancean entre la voz rasgada de Peteco y el timbre de tenor de su hijo Homero, que hacen un buen contrapeso. El poder, sin embargo, sigue estando en las canciones, desde el tema que abre el disco «Aquí comienza la vida», una pieza conceptual y ambiciosa, escrita por Peteco y Homero Carabajal, hasta la canción que cierra el álbum «El último sol de enero», con letra de Bebe Ponti, y música de Peteco, con esa perfecta combinación entre las progresiones de acordes, los contrapuntos y ese rasguido que tiene el sabor de raíz, y dan fruto a una música nueva, entre lo ancestral y lo contemporáneo.

https://youtu.be/JySfSJIA22g: La chacarera es mi religión

https://youtu.be/ypC5S0-XQPI: Las manos de mi madre

Fuente: https://www.tiempoar.com.ar/

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