Los estudiantes de esa ciudad balnearia impiden el dictado de clases en reclamo de arreglos edilicios urgentes; también tomaron la sede del Consejo Escolar; el gobierno bonaerense admite el problema.
MAR DEL PLATA.- La sede administrativa del Consejo Escolar local tiene su frente de vidrio completamente empapelado con carteles con un reclamo explícito: “Las escuelas se caen a pedazos”, dice un cartel que sintetiza la queja. Detrás de esas puertas, permanece un grupo de alumnos que duerme allí desde hace más de dos semanas, desde que tomaron el edificio en coincidencia con otros chicos de 15 establecimientos educativos donde tampoco se dictan clases.
En las escuelas tomadas dependientes del gobierno bonaerense, los alumnos protestan por mejoras edilicias y mobiliarias en las aulas, y afirman que sólo levantarán la medida de fuerza cuando obtengan una respuesta.
Esta protesta, que comenzó el 7 de este mes y ha logrado guiños de sectores docentes y el aval de algunas organizaciones políticas minoritarias, no parece tener solución a la vista aun cuando aparecen las primeras reacciones oficiales. Sólo ayer llegó a la ciudad una comisión de la Dirección General de Escuelas y Cultura bonaerense, encabezada por la directora de Escuelas Secundarias, Claudia Bracchi, con ánimo de achicar distancias y buscar un acuerdo con los manifestantes a partir de soluciones que llegarían de manera gradual. La funcionaria afirmó que ya están acercando mobiliario y relevando edificios para determinar y afrontar las obras necesarias para ponerlos en condiciones.
Los alumnos que llevan adelante el reclamo se mantienen sólidos en la postura. Y hasta se han dado situaciones insólitas, como la toma de una escuela resuelta por un único alumno mientras sus compañeros todavía debatían la conveniencia o no de la medida. Así ocurrió en la Escuela de Enseñanza Media N° 23, donde el sagaz manifestante ingresó al edificio y cerró con llave. Del otro lado de la puerta, sobre la vereda y la calle, quedaron directivos y docentes. Y sus compañeros, que luego lo acompañaron en la medida. Todos fueron testigos allí de un intento de agresión al fotógrafo de LA NACION, al que le arrojaron una botella de vidrio. “Lo que estamos pidiendo no es mucho y es muy lógico, ya que los baños casi no se pueden usar, las sillas y mesas no dan más y hay riesgo de caída de techo en algunas aulas”, contó una alumna de la EEM N° 23. Hasta ayer eran 15 las escuelas en conflicto, aunque llegaron a ser 18. Una docena de ellas estaba ocupada y las restantes con otras metodologías de reclamo, pero en todos los casos sin posibilidad de dictado de clases.
En la Escuela de Enseñanza Técnica N° 1, en la zona del Puerto, detrás de la reja metálica permanece un centenar de alumnos desde el viernes, cuando se sumaron a la metodología de ocupación pacífica. “Tenemos problemas en baños y cielorrasos que se nos vienen encima”, dijeron a LA NACION. Y plantearon la paradoja que se da en aulas donde tienen calefacción, carencia que acusa la mayoría de las escuelas en esta protesta, pero les faltan ventanas. “Tenemos que tapar con papeles y cintas porque no tenemos vidrios”, explicaron.
Algunos docentes y padres de los chicos los acompañan dentro del edificio que, por pedido de autoridades educativas del distrito, no tienen custodia policial asignada. “La toma se levanta apenas veamos que las obras se ponen en marcha”, dijeron voceros de los alumnos de la EET N° 1.
Al margen de los argumentos del reclamo, las formas y la extensión de la protesta, sumados a la adhesión y participación de referentes de algunas organizaciones sociales y políticas, generaron algunas suspicacias. Se presume que puede haber cierto aval de algún sector docente para reforzar el conflicto gremial por reclamos salariales y fustigar al gobernador Daniel Scioli.
Como un giro en el marco de la protesta estudiantil, ayer en varias de las escuelas tomadas se generaron jornadas de trabajo. Según los medios disponibles, en algunos edificios los propios alumnos llegaron a realizar tareas de pintura y en otras se limitaron a limpiar escritorios y sillas con intención de determinar cuáles estaban utilizables y cuáles podían pasar a descarte.
Fuente: Darío Palavecino para www.lanacion.com.ar