Los desafíos que tendrá Carlos Torrendell al frente de la Secretaría de Educación de la Nación: a favor de la privatización, conservador y católico: el perfil del docente de la UCA que administrará lo que suceda en las aulas de todo el país desde el 10/12/23. A diferencia de los negacionistas Krause y Urrutia que quedaron en el camino, quienes conocen al futuro funcionario lo definen como abierto al diálogo y menos radical. ¿Qué pasará con los vouchers y el arancelamiento universitario?
Desde el balotaje del 19 de noviembre hasta la fecha, Javier Milei solo se concentró en delinear el organigrama y seleccionar a los funcionarios que lo acompañarán durante los próximos cuatro años. Una de las carteras más sensibles es la de Educación, que pasará de Ministerio a Secretaría bajo la órbita del superministerio de Capital Humano, al mando de la polifuncional (periodista, consultora psicológica y especialista en Ciencias de la Familia) Sandra Pettovello. Aunque durante toda la campaña, el presidente electo amagó con escoger al economista Martín Krause, la ventilación de frases antisemitas hicieron que su figura se fuera deshilachando. Al parecer, un camino similar corrió Elena Urrutia, abogada negacionista y con vínculos muy cercanos a la dictadura de Pinochet. Finalmente, quien este jueves fue confirmado en el cargo fue Carlos Torrendell. Así lo hizo saber la cuenta de twitter “Oficina del Presidente” y causó sorpresa porque el profesor de la UCA no figuraba en el radar de nadie.
Torrendell es doctor en Ciencias de la Educación (Universidad Católica de Chile) y profesor de la UCA en las materias Política Educativa e Historia de la Educación Argentina. También se desempeña como miembro del Consejo Nacional de Calidad de la Educación que forma parte del Ministerio de Educación de la Nación. Tendrá bajo su responsabilidad la misión de aplicar la lógica ultraliberal y de tinte privatizadora al sistema educativo argentino. Según la plataforma de La Libertad Avanza, el menú de políticas a implementar combina sistema de vouchers para generar “competencia entre las instituciones educativas”, eliminar la obligatoriedad de la ESI en todos los niveles de enseñanza, rever la posibilidad de licencias injustificadas y el arancelamiento de las universidades públicas.
En un Estado que tenderá a achicarse lo máximo posible, una incógnita serán los fondos de los que disponga la Secretaría. Frente a ello, Milei aseguró de manera reciente: “La única billetera abierta será la de la ministra de Capital Humano”. Habrá que ver si finalmente esa lógica culmina imperando y cómo se aplica en la práctica. De acuerdo a un informe realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación, si se aprobase sin modificaciones el presupuesto previsto para 2024, la inversión en Educación caería del 6,02 al 5,34 por ciento del total invertido por el Estado. Como a partir del año que viene, según el líder libertario, no habrá dinero para obra pública, las remodelaciones y la creación de nuevas infraestructuras se verán resentidas. Según el documento, con autoría de los investigadores Javier Curcio, Leyre Sáenz Guillén y Víctor Volman, los programas que registrarían las principales caídas serían “Infraestructura y Equipamiento” (-32,63 por ciento), “Actividades Centrales” (-28,2 por ciento), “Información y Evaluación de la Calidad Educativa” (-27,1 por ciento) y “Fortalecimiento Edilicio de Jardines Infantiles” (-19,3 por ciento).
Apenas una nota al pie: a contramano de estos aires de recorte presupuestario, durante la campaña, el candidato Sergio Massa anunciaba el envío de un proyecto de Ley de financiamiento educativo para incrementar de 6 a 8 por ciento.
A favor de la privada, católico, conservador (y conversador)
El perfil del secretario electo, al menos en teoría, permitirá cumplir con parte de las aspiraciones que Milei y su espacio proponían antes del balotaje. De hecho, es autor de libros y ensayos que defienden el sistema de enseñanza privada. En un artículo titulado “La educación privada: entre el neoestatismo y la sociedad civil” (publicado en 2014 por la Revista Cultura Económica de la UCA) que circuló en las últimas horas, opina: “La escuela no existe por el Estado, sino por la sociedad. (…) La escuela de la sociedad civil tiene sentido en sí misma, con su identidad y proyecto en el marco del bien común y del sistema educativo. El Estado tiene que animarla, protegerla, brindarle condiciones, coordinarla, regularla y controlarla para el logro del bien educativo nacional. Pero no enclaustrarla”.
Sus trabajos de investigación no solo dejan ver que Torrendell es un defensor de la educación privada, sino también de la educación católica. De los 14 artículos subidos al portal para académicos “Academia Edu”, más de la mitad se refieren a la educación católica en Argentina y América Latina. Asimismo, años atrás, se manifestaba en contra de la Educación Sexual Integral.
Una buena síntesis de su figura la realiza Manuel Becerra, docente en secundaria, formación docente y universidad públicas, a través de Twitter: “Carlos Torrendell es un referente de la educación privada tradicional, ligada a la iglesia católica. (…) Anti ESI. Sabe leer y escribir y es civilizado, conoce el sistema educativo”. Y luego, en un hilo breve proyecta aquello que podría suceder con la aplicación de los vouchers: “No lo veo muy alineado con la idea de los vouchers, pero vaya a saber. La posición siempre de la iglesia fue un Estado en rol de subsidiario (de subsidios a ellos, justamente, no a la demanda como los vouchers). El subsidio a la educación privada, en Argentina, es el canal a través del cual el Estado transfiere recursos a la iglesia católica. Los vouchers implicarían desarmar ese canal que funciona desde 1947, y armar otro supongo, salvo que se haga lo que dijo el prócer ése”.
Jason Beech, doctor en Educación (Universidad de Londres) y especialista argentino en sociología de la educación y educación comparada, conoce a Torrendell y comparte a Página 12 una opinión positiva al respecto. “Es una persona preparada que hace mucho está en el mundo de la educación y de la política educativa. Está muy asociado a la universidad católica y al mundo católico. Al mismo tiempo, es un muy abierto al diálogo y a la conversación y es respetado por eso”, dice Beech que conoce al futuro secretario de Educación de la Universidad de San Andrés.
Y remata: “Creo que es una señal positiva. A diferencia de Krause, dudo que sea una persona con una mirada asociada a los vouchers o a cambios radicales en el financiamiento del sistema. Puede interpretarse que Milei no quiere mucho conflicto en el área; probablemente no busque cambios radicales sino acuerdos”.
Los que dieron de baja y el músculo PRO
Quien en una primera instancia tenía todos los números para estar al frente del área educativa era el economista Martín Krause. Era, de hecho, quien figuraba como uno de los responsables del bosquejo de reforma educativa que la plataforma de La Libertad Avanza dejaba entrever. Una transformación que implicaba la libertad de contenidos, métodos y proveedores. Esto es: la misma lógica de desregulación que se imprime en el resto de los sectores, también aplicada a un área sensible como la formación de las personas en todos los estamentos educativos. Una iniciativa por intermedio de la cual se financia la demanda y no la oferta: quienes recibirán el dinero del Estado son las familias y no las instituciones.
Durante la campaña, se viralizó un video en que Krause pronunciaba frases infelices como: “Imagínense si en la Gestapo hubieran sido argentinos, ¿no hubiera sido mejor?”. Y sigue: “Porque en vez de matar 6 millones de judíos, hubieran sido menos. Porque hubiera habido coimas, ineficiencias, se hubieran quedado dormidos… pero eran alemanes. Ese fue el problema que hubo”. En apenas 15 segundos, banalizó el holocausto y afirmó que Argentina, básicamente, estaba compuesta de “chantas” y personas que “no cumplen nada”. De hecho, es posible que la circulación pública de su pensamiento haya sido determinante para dejarlo a medio camino en la carrera para ocupar el principal cargo para dirigir la política educativa del país.
Quien desde hacía dos semanas había ganado protagonismo era Elena Urrutia, abogada argentina y esposa de Hernán Büchi, exministro de Hacienda de Pinochet. De hecho, era la figura que se encargaba de la transición en el área con el equipo del actual ministro Jaime Perczyk. Como Urrutia había realizado un máster en la Eseade (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas), las matemáticas arrojaban certezas. La institución fue fundada en plena dictadura por Alberto Benegas Lynch hijo, el “prócer del liberalismo” según Milei, actor que había funcionado como puente para acercar la chance de que esta confesa negacionista de la última dictadura tomara las riendas del Palacio Pizzurno.
Finalmente, el escogido fue Torrendell, que proviene del ámbito académico pero también desempeñó funciones públicas. Entre 2012 y 2017, se desempeñó como Coordinador y Asesor de Planeamiento Educativo y en Formación Docente dentro del Ministerio de Educación de CABA; y durante el bienio 2016-2017, fue Miembro del Consejo Consultivo, como parte de la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa del distrito porteño. Por la procedencia, parece que el ala macrista, además de definir piezas claves en Economía y Seguridad, ganó una pulseada adicional.