Valentin Louis Georges Eugène Marcel Proust (París, 1871–París, 1922) fue un novelista, ensayista y crítico francés cuya obra maestra, la novela En busca del tiempo perdido, compuesta de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, constituye una de las cimas de la literatura del siglo XX, enormemente influyente tanto en el campo de la literatura como en el de la filosofía y la teoría del arte. En ella, el autor francés realizó una importantísima labor de introspección en la que, recordando todo su pasado y rescatando de esta manera recuerdos nítidos y sensaciones, logró retratar su vida en una narración dentro de la cual se colocó como narrador omnipotente de su escritura autobiográfica, creando un estilo onírico característico, donde un olor, un sabor, que pueden cobrar suma importancia, y saltar a otra memoria, creando de este modo un increíble mar de literatura.
Reseña literaria sobre Marcel Proust y su obra poética, más allá de su trabajo conocido y en relación a sus increíbles cualidades literarias
Existe en relación a la obra de Marcel Proust un hecho significativo, que si bien nunca pasó inadvertido tampoco fue debidamente explicado en sus biografías hasta hoy difundidas. Siendo un autor tan exquisito y prolífico del cual se conoce prácticamente todo lo que ha escrito en prosa:
¿Por qué sólo un escaso material de sus creaciones líricas, ha llegado a la posteridad?
Su novela En busca del tiempo perdido (ver nota), una de las obras de la literatura universal consideradas «cumbre», tuvo una enorme influencia tanto en el campo de la literatura, como en el de la filosofía y la teoría del arte. Es una lección magistral y cautivante acerca de la vida misma y los interrogantes que en torno a ella, nos persiguen: quiénes somos en realidad y qué es lo que queremos o anhelamos.
Es el enfoque de un autor consumado, que analiza y describe el azar de la existencia con maestría y palabras que se convierten en arte, intentando hacernos comprender que la perpetuidad pretendida no es más que un espejismo y que solamente nuestras ilusiones, sueños y fantasías son susceptibles de alcanzar la eternidad.
De Proust se sabe que fue un lector avezado, muy buen observador y conocedor de la historia, poseedor de una memoria excepcional para la poesía, ya que era capaz de recitar interminables listados de versos de sus poetas preferidos. También fue un consuetudinario aficionado al teatro.
Siendo adolescente, cuando sus ímpetus juveniles y su deseo de integrarse a los salones literarios despertaron su pasión por la poesía; comenzó a escribir y publicar en alguna gaceta estudiantil durante sus años de formación educativa.
No tardó sin embargo, en reorientar su carrera de escritor hacia la narrativa, y sus relatos de aquellos tiempos iniciales, quedaron influenciados por ese deslumbramiento lírico.
Cuando finalmente se decidió por la novela, él mismo se encargo de subrayar la diferencia que encontraba entre ambas modalidades: la esencia misma del poeta estriba en lo que tiene «de singular, de inexplicable», mientras que el prosista «saca su inspiración de la realidad».
A lo largo de su vida de autor, Proust escribió casi un centenar de textos versificados de muy variada índole, pero sólo publicó ocho poemas incluidos como tales en su primer libro, «Los placeres y los días» (1896), una antología que prologó Anatole France y que incluía relatos, ensayos y poemas de estilo decadentista, acorde con la vida bohemia que llevara en los primeros años de su juventud.
La crítica no fue benévola con este libro editado. Su estilo poético aparecía disperso y de poca claridad. Consecuencia de ello o no, Marcel Proust, no volvería a publicar un solo verso en sus restantes veinticinco años de vida.
Sin embargo, su decisión de no publicar poemas, no le impidió continuar escribiendo una poesía desenfadada –parodias, epigramas, dedicatorias- que por motivo de compromisos sociales o familiares disfrutaba hacer y repartir entre sus allegados y conocidos.
En los poemas iniciáticos, es donde Proust buscó encontrar un cauce para la expresión de sus sentimientos y estados de ánimo personales.En la obra posterior, sus poemas se convirtieron en un deliberado juego social y resultado de distintas circunstancias: ironías, elogios, expresiones de afecto, ponderaciones, burlas, imitaciones, pastiches desordenados de poetas amigos.
Después de su muerte, muchos de los destinatarios de esos manuscritos fueron dándolos a conocer paulatinamente.
Pero recién en el año 1982, se recopilaron en su totalidad en un volumen editado con el nombre de Poèmes en francés y «Poesía completa» posteriormente en español.
Los textos recopilados fueron encontrados en los archivos de la sobrina del escritor Suzy Mante-Proust, extraídos de revistas literarias de la época o de los casi treinta volúmenes de correspondencia acumulados por el autor. Puede apreciarse en esos documentos, la cita constante que hizo de poemas y también observar en ciertos casos, algunas variantes respecto a la publicación en libro o en revista de algunas poesías.
Para sus críticos, Poesía completa de Marcel Proust, mezquina en cuanto a número (no alcanza al centenar de poemas), se ubica en un estilo muy alejado de la enjundiosa prosa que caracterizaba a Proust.
De «Poesía Completa» se extrajeron estos poemas:
La casa en ruinas – Marcel Proust
Hoy he vuelto a la casa donde un día,
mi infancia campesina conociera
el pavor y la extraña melodía,
de encontrar otra vez lo que muriera.
Ya nada atemoriza, nada altera
el ritmo de la sangre. Aquí vivía
(cuando era mi vida primavera)
la que a los niños, en dioses convertía.
Vacío el caserón, rotas las jarras,
que las rosas colmaron de belleza;
en vano vine en busca de mi mismo:
todo es inútil ya, perdidas las amarras
y vencedoras las ruinas, es la pobreza
la única rosa nacida en el abismo.
Muerte y epitafio del ruiseñor – Marcel Proust
I
Toda la tarde estuvo
cantando en la arboleda.
Cuando el rocío
vino a ocupar su sitio,
bajo el canto,
no estaba el ruiseñor
en la arboleda.
II
Por la sala del cielo,
el ruiseñor cantaba con su muerte.
Ya no encontró el rocío,
arboleda sonora en que posarse.
El ruiseñor estaba cantando
su invisible paseo.
de silencios por la muerte.
III
Epitafio
Él está aquí, su canto ha precedido,
en astros y en silencio a su caída
Ahora escuchamos aquel suave llanto,
que el ruiseñor construye cuando olvida.
La esperanza – Marcel Proust
Recuerdo siempre al moribundo aquel,
el que prorrogaba su vida contemplando una rama,
al extremo de la cual, sólo quedaba una hoja,
nada más que una hoja resistiendo el cierzo
y a la tramontana: una hoja empeñada en no morir.
El moribundo asombraba todos los días a los doctores,
a los que no conocían el secreto de su resistencia,
a los que no veían la trama urdida en silencio,
entre la hoja tenaz y el moribundo, olvidado de morir
Siempre, siempre recuerdo al moribundo aquel,
mirando desde su lecho, tras la ventana, la hoja solitaria,
desafiando las leyes de la duración humana,
viviendo cuando todos, médicos y sacerdotes,
tenían decidido que aquello había terminado. Definitivamente.
Y su apresurada viuda, con largos velos y lágrimas,
y sus dulces herederos, formados ante el notario,
compungidamente;
todos coincidían en pensar que era excesiva tanta persistencia:
coincidían los sabios doctores con los no afligidos deudos
y con los parsimoniosos sacerdotes.
Braceaban todos a uno en el gran desconcierto,
de una vida escapándose a la vieja costumbre de perecer.
Porque no sabían que una débil hoja indicaba el camino
y el moribundo resistía, insistiendo en vivir,
humillando el sentido común de los sagaces,
mortificando el prestigio de quienes, en asuntos de esos,
poseían una larga autoridad y una irrefutable experiencia.
Eso…, eso es la esperanza,
la esperanza es un pavo real disecado,
que canta incesante en el hombro de Neptuno.
En algunas de sus citas conocidas, también se percibe y aprecia su delicada vena poética:
Cada beso llama a otro beso.
¡Con qué naturalidad nacen los besos,
en esos tiempos primeros del amor!
El deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir.
Siempre trata de mantener,
un trozo de cielo por encima de tu vida.
En la actualidad, se reconoce que la obra íntegra de Marcel Proust constituye un hito fundamental en la literatura contemporánea y que tuvo el don excelso de una escritura que lo convirtió en inigualable prosista.
Tal vez no haya alcanzado similar jerarquía como poeta, pero eso no invalida sus méritos como tal. Y esta faceta menos conocida de su vida autoral, debería considerarse útil a la hora de completar el retrato de un narrador excepcional y de un poeta que alcanzó, quizá con un perfil de equilibrio, a conocer sus límites y con la complicidad de su incertidumbre vital encontrar su propia manera de decir poesía.
Fuente: https://laplumayellibro.com/