viernes, marzo 29, 2024
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«Hay pocas cosas más lindas que escribir», Alberto Szpunberg

Fractura, suplemento literario de la Agencia Paco Urondo, publica una entrevista que Eugenia Straccali le hizo al gran poeta argentino Alberto Szpunberg (actualmente recuperándose de salud en la casa de su hija en Barcelona, España) en 2018. El escritor se refirió a sus amigos y compañeros desaparecidos, al exilio y a su obra.

Agencia Paco Urondo: ¿Con qué escritores, artistas o textos del presente dialoga tu poesía? ¿Por qué? O por el contrario, ¿escribís contra determinados programas o líneas de nuestra poesía?

Alberto Szpunberg: No sé si entendí bien tu pregunta, pero siempre hay algo o alguien que te inspira, que te hace pensar en cierta cosa de una manera distinta a como uno lo piensa habitualmente, y entonces por ahí se asoma la poesía. Ahora, hay un referente, que son los grandes poetas. Estoy pensando por ejemplo, en Juan L. Ortiz, Joaquín Giannuzzi, Miguel Ángel Bustos, Roberto Santoro. Muchos de ellos fueron grandes amigos míos, incluso  compañeros de militancia, como es el caso de Santoro y Bustos, ambos desaparecidos. Y ahí tenés la magia de la poesía: los dos tenían estéticas muy contrapuestas. La otra vez yo me acordaba cuando Bustos fue a visitarlo a Mujica Láinez, que era visto por todos nosotros (“nosotros” me refiero a los atorrantes de ese momento), como Satanás.

APU: Ideológicamente sobre todo.

AS: Y Bustos fue a visitarlo y todos lo criticamos en su momento… y es un compañero más desaparecido, uno más de los 30 mil. Y si bien Mujica Láinez (que lo volví a leer hace poco) no me despierta ningún fervor, era un escritor.

APU: ¿Cómo impactó en vos y en tu poesía la desaparición de amigos y  compañeros como Santoro y Bustos?

AS: Con Miguel Ángel sobre todo, más que con Santoro, la amistad era muy fuerte, hasta el punto que una vez me dio el gato que tenía (que le puso de nombre Maximiliano), él se iba de vacaciones, y me lo pasó en Retiro, en una canasta de mimbre para que yo se lo cuide los días que él iba a estar afuera. ¿Y eso qué era? ¿Militancia, eso era lucha? Eso era vivir, y nosotros vivíamos. Por encima de todas las cosas. Vivir de cierta manera, haciendo ciertas cosas. En el caso de Miguel Ángel y yo, por ejemplo, salir a hacer expropiaciones en las grandes librerías. Libros, por supuesto. Y bueno, así disfrutábamos.

APU: Por eso el después fue extrañar esos encuentros y esa experiencia que va más allá de la militancia, ¿no? ¿En qué consistían las expropiaciones de libros?

AS: Miguel Ángel y yo nos encontrábamos en un bar que creo que ya no existe, el Florida, en Viamonte y San Martín, a la entrada de una galería. Y ahí hacíamos el plan operativo expropiatorio de libros. Cada uno salía por su lado, haciendo su búsqueda, y después quedábamos en otro bar donde nos encontrábamos y veíamos quién había llevado más y qué cosas. Qué libros, qué autores, qué temas. Éramos atorrantes.

APU: ¿Y escribiste alguna vez en contra de algún programa o línea de poesía? “Yo no quiero parecerme a…” o “quiero diferenciarme de” algún poeta en particular?

AS: No, porque ese poeta ya existe y está a mi alcance, o algún libro de él podré conseguir. No sé, nunca me planteé esas cosas. Sí el amor por los grandes poetas, por ejemplo los italianos Pavese, Ungaretti, esos poetas son un regalo de Dios. Y mirá que te lo dice un ateo. Después, sobre los poetas de aquellos años, los vínculos que había entre nosotros eran muy buenos, limpios de mezquindades y egoísmos, como suele ocurrir ahora tengo entendido.

APU: Dijiste en una entrevista hace un tiempo que todos tenían que escribir, más allá de que los poemas fueran buenos o malos, porque la decisión era de los lectores. Me encantó esa decisión popular de qué se lee y qué no, y no de los escritores.

AS: Claro. Una cosa es cuando hay un proyecto de vida, y otra cuando no hay. Yo creo que ahora falta un proyecto de vida diferente, que hace no sólo a los poetas, sino al conjunto social. Por ejemplo, una cosa que me gustó mucho que vos pescaste es lo del mar y mi poesía. Bueno, eso también tiene que ver con mi exilio que transcurrió durante años frente al mar Mediterráneo, y era un referente. Siempre lo miraba y tenía muy presente la amistad entre Aquiles y Patroclo. Cuando Aquiles va por la playa llamándolo a Patroclo, por la orilla, dice, del “multisonante mar”; en griego suena muy hermoso: “parà  qĩna polufloísboio qálasshV”. No sé si vos hacés letras clásicas…

APU: No, las hice como obligatorias en la carrera, pero ¿viste cuando las olvidás? Sí tengo fascinación por todos los imaginarios de la poesía griega y latina, sobre todo la griega.

AS: Sobre todo la griega. Cuando yo veía el mar no podía dejar de acordarme de Aquiles por la playa llamando a su amigo, intuyendo que su amigo murió. Y además murió con su armadura, vestido de Aquiles. Entonces no es de extrañar que el mar esté presente en mi poesía.

APU: El devenir del mar, las olas y las mareas, son como la memoria también, ¿no? Esa es una imagen que en tu poesía está muy fuerte, la presencia del mar y la memoria.

AS: Tenés razón, es una observación muy buena.

APU: El mar también es la memoria que vuelve con distintas intensidades.

AS: Sí, ese es el momento de tirar la valija al mar porque el mar no entra en la valija.

APU: Exacto, ese poema me parece que es una especie de cifra de toda tu poesía.

AS: Y bueno, se hace lo que se puede… Hay pocas cosas más lindas que escribir. ¿Vos estás escribiendo?

APU: Voy a publicar el libro Ninfas, no musas que te mandé. Pero ahora estoy escribiendo sobre los naufragios. En tu poesía hay una reflexión muy fuerte sobre los naufragios. ¿Esa metáfora en la vida, cómo la llevarías?

AS: Cuando leí eso que escribiste, me acordé de algo que hacía tiempo no lo tenía presente. Yo hice un curso de marino mercante, y nunca entendí por qué, en vez de embarcarme (el proyecto era terminar el curso, recibir el título de marino mercante, e irme en un barco a Holanda), finalmente, no naufragué rumbo a Holanda sino en los montes de Orán. En vez de irme para Holanda me fui para Salta, y eso es lo imprevisible de la vida. Vaya a saber por qué yo di vuelta mi rumbo.

ES: ¿Eso en qué año fue?

AS: En el ’62 fue mi primer libro así que en el ’62 o ’63.

APU: Contame tu relación con Raúl González Tuñón, que en otras entrevistas has hablado de él.

AS: Es imposible hablar de la poesía argentina sin hablar de Tuñón, y yo agregaría a Luis Luchi. Son dos personajes centrales por sus distintas trayectorias, maneras de ser, incluso muy personales. Luchi no tiene la fama de Tuñón, pero es una injusticia que el tiempo enmendará, si nos enmendamos nosotros. “Lluvia” de Tuñón, ese es un poema, no sé si lo conocés…

APU: Sí, es “el” poema de amor de Tuñón.

AS: Es un poema maravilloso. ¿Cómo se puede hablar de poesía, y de poesía argentina, sin hablar de ese poema de Tuñón? Y bueno, Tuñón, además de todo, de un gran poeta, era una gran persona, era amigo de los amigos y daba gusto siempre encontrarlo.

APU: ¿Cómo se origina un poema? ¿Cómo aparece? ¿Cómo empezás a escribirlo?

AS: Mirá, da un poco de vergüenza. Quizá porque tiene tanto que ver con el amor. Es como que aparece de golpe, y es una sensación del mundo, de la vida muy particular, con amenazas de volverse irrepetible siempre. Cosa que no es así, los milagros son muchos y se repiten. Y siempre un poema empieza por algún lado, el misterio es cómo termina. Valéry lo dijo muy bien, que un poema no se termina, un poema se abandona, porque es irreductible la totalidad del poema.

APU: Y eso es lo que a muchos los asusta, el hecho de que no haya un fin o un cierre para un poema. Digo, de la poesía.

AS: Sí, es siempre misteriosa.

APU: ¿Cuándo te das cuenta que un libro está, no terminado (como un poema), sino que lo cerrás para publicar?

AS: Yo pienso que cada libro se cierra de una manera muy personal y propia. No todos los libros son el mismo libro. El planteo borgeano va en este caso. Y yo personalmente veo primero el libro que cada poema en particular. Es curioso, ¿no? Porque es como la visión de una totalidad, esa totalidad es el libro si es que llega a ser escrito y a plasmarse. Esa es mi experiencia. Si a alguien le sirve que la adopte.

APU: ¿Leés filosofía? ¿Te interesa, te gusta?

AS: “No se inmute, amigo, la vida es dura/ con la filosofía poco se goza/ si quiere ver la vida color de rosa/ eche veinte centavos en la ranura”. Ahí tenés, sobre la filosofía y por boca de Tuñón. ¿Viste que lo evocamos hace unos minutos?

APU: Sí, está acá, está flotando en la conversación. Lo convocamos, somos como nigromantes.

 Fuente: Eugenia Straccali para http://www.agenciapacourondo.com.ar

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