Diego De Mendoza, distinguido como “Investigador de la Nación Argentina”, al recibir el premio en la Casa de Gobierno, expuso la desesperante situación que enfrenta el sector en presencia del propio presidente Mauricio Macri. Pobre discurso del Secretario de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, quien no respondió las críticas.
Ayer, las críticas a las políticas sobre las actividades científicas visitaron inesperadamente la propia Casa de Gobierno. Ocurrió en oportunidad de la entrega de la Distinción al Investigador de la Nación Argentina y de otros reconocimientos, los premios “Houssay”, “Houssay Trayectoria”, “Jorge Sabato” y “Fidel A. Roig”, destinados a las principales figuras de la ciencia y la tecnología durante 2017. El premio principal, otorgado por el propio presidente Mauricio Macri, retornó como un boomerang con las críticas del premiado, Diego de Mendoza, quien sostuvo que “me gustaría pedirle a las autoridades que aumenten el presupuesto, que volvamos a tener un Ministerio y que se evite la emigración de nuestros jóvenes talentos”.
“Es muy difícil sobrevivir en la situación en que estamos, hacemos malabares para que todos los laboratorios puedan seguir adelante”, planteó Diego De Mendoza –doctor en Bioquímica (Universidad Nacional de Tucumán)– quien al subir al estrado a recibir el premio quebró el espejismo retórico que pretendía dominar la sala. En la ceremonia, el investigador Superior del Conicet y el primer director del prestigioso Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) fue, precisamente, distinguido como Investigador de la Nación Argentina 2017, recibió una medalla de oro y un cheque equivalente a un millón de pesos.
Un instante después, ignorando el propio reclamo de De Mendoza, el actual secretario de CyT, Lino Barañao, enhebró un discurso que contribuyó a encender aún más las alarmas de los presentes y de los propios ganadores: “Sabemos que la ciencia y la tecnología es determinante para que los países crezcan y que las inversiones no siempre han estado a la altura de lo que hubiésemos querido. En la actualidad, se están creando muchas empresas por iniciativa de nuestros jóvenes científicos”, aseguró con suficiencia. La contradicción es evidente: el Estado forma a recursos de gran calidad, destina mucho dinero a financiar carreras de grado y posgrado y cuando los jóvenes llegan, finalmente, al momento de devolver a la sociedad todo lo que han recibido, deben irse en busca de mejores posibilidades. “Los becarios más brillantes se van al exterior y muchos ya no vuelven. Ante la incertidumbre con que se vive, privilegian otras oportunidades laborales. Los pibes está muy desanimados y mi sueño es que se queden haciendo investigación para el país”, sostuvo De Mendoza.
La reducción del presupuesto afecta a todos los investigadores, pero sobre todo a las nuevas generaciones que no han culminado su doctorado y que, por lo tanto, no tienen un lugar en la Carrera del Investigador Científica del Conicet. En esta línea lo explicó Juliana Cassataro –doctora en Ciencias Biológicas (UBA) e Investigadora Independiente del Conicet– distinguida con el Premio Houssay en el área de Ciencias de la salud: “Estamos bailando en el Titanic: no importa que a uno de nosotros le vaya bien si el resto se está hundiendo, la ciencia es un trabajo en equipo. Los más jóvenes lo están sufriendo mucho: algunos se van y no vuelven y otros directamente se van ante mejores posibilidades en el exterior”. Y luego completó: “Siempre es lindo recibir un premio porque implica el reconocimiento de los pares. No obstante, ante la situación de recortes y ajustes, gana la incertidumbre. Con la devaluación, los subsidios y el poder adquisitivo de nuestros salarios se han visto muy afectados”.
Los Premios Houssay y Houssay Trayectoria (más de 45 años) están dirigidos a investigadores de diversas áreas que desarrollaron la mayor parte de su carrera en el país. En este sentido, la Secretaría de CyT reconoció en los campos de Ciencias de la Salud a Juliana Cassataro (Premio Houssay) y Diego de Mendoza (Houssay Trayectoria), en Ingeniería, Arquitectura e Informática fueron premiados Pablo Ribotta y Jorge Chirife. Además, en Ciencia y Tecnologías Ambientales recibieron el galardón Lucas Garibaldi y Alicia Fernández Cirelli, mientras que en Ciencias Humanas Andrés Bisso y Hebe Vessuri fueron los distinguidos. También se entregó el Premio Jorge Sabato a Carlos Muravchik, por su destacado historial en transferencias y desarrollos tecnológicos y el Premio Fidel A. Roig, que reconoce a los grupos de investigación que hayan implementado acciones de transferencia en el uso sustentable de la biodiversidad, al Programa de Documentación, Conservación y Valoración de la Flora Nativa de la Universidad Nacional del Litoral. Por último, cabe destacar que el jurado estuvo compuesto por científicos y especialistas en cada rubro y que, con la excusa de “fomentar y jerarquizar la actividad científica del país”, se distribuyeron dos millones y medio de pesos entre las diversas categorías.
Fuente: Pablo Esteban para www.pagina12.com.ar