El trabajo de la Universidad Nacional de San Martín, junto a la comunidad que habita la cuenca del río Reconquista, visibiliza formas de vida alrededor de los rellenos sanitarios y la posibilidad de pensar una ecología popular.
En la cuenca media del río Reconquista, el segundo más contaminado del país, se encuentra el relleno sanitario más grande de Argentina. A su alrededor, más de cien mil personas viven casi en la basura, pero, sobre todo, viven de ella. La vida cotidiana de los trabajadores cirujas, con sus problemáticas y formas de cooperación, protagonizan desde ayer “(el) Derecho a la basura”, un seminario anual de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) que recopila el trabajo realizado por la casa de estudios junto a la comunidad del lugar.
“Es el resultado de un encuentro entre la academia y la comunidad, un trabajo de producción de conocimiento que incluye a los trabajadores cirujas”, explicó a Página/12 el director del programa Lectura Mundi, Mario Greco. Esa plataforma de investigación que él dirige se encarga precisamente de traspasar las fronteras de la universidad para involucrarse en el mundo que rodea a la propia casa de estudios.
A través de Lectura Mundi, la Unsam trabajó junto al colectivo de mapeo Inconoclasistas y las organizaciones sociales que viven en la cuenca del Reconquista para visibilizar e instalar en el debate público las formas de organización que existen en torno de los rellenos sanitarios y la posibilidad de pensar en una ecología popular de la mano de los trabajadores de la basura.
La universidad, aseguró Greco, “no está ni adelante ni atrás”. “Estamos al lado. Seguimos siendo investigadores que encontramos un proyecto en común con ellos”, señaló respecto del trabajo realizado. “Ellos” son los trabajadores y los vecinos de La Cárcova, Villa Lanzone, Villa Hidalgo o los barrios 9 de Julio y 8 de Mayo, todos linderos al complejo sanitario del Ceamse, junto al Camino del Buen Ayre, en San Martín.
El año pasado, ese trabajo conjunto llevó a producir, de la mano de Iconoclasistas, la cartografía La República de los Cirujas, una obra que, en palabras de Greco, “es una imagen que permite resumir y mostrar de forma elocuente la historia y la realidad del lugar”. Sin pretensión de ser un trabajo académico ni mucho menos exhaustivo, los objetivos de esa obra en el fondo son los mismos que los del seminario que arrancó ayer. Para la integrante de Iconoclasistas Julia Risler, se trata de “dar la posibilidad de mostrar rápidamente esta realidad social territorial cuyas capas son muy complejas”.
El trabajo de Iconoclasistas releva, entre otras cosas, las tareas realizadas en las nueve denominadas “plantas sociales”, galpones con cintas a los que llegan los camiones con la basura. Allí, el trabajo de unas 700 personas, muchas de ellas vecinas de los barrios de la zona, permite separar los residuos.
Hasta noviembre, la Unsam mostrará en encuentros mensuales los resultados de todo ese trabajo realizado. Así, se tocarán temas relacionados con el medioambiente, el territorio, los sujetos que se forman en estos espacios y las formas de organización popular.
El próximo encuentro se realizará el 24 de junio y abordará, ante todo, el tópico del valor, porque muchas veces lo que se separa de los residuos también pasa a integrar el circuito de la economía doméstica en estos barrios. Eso sucede no sólo a través de la venta de los elementos reciclables, sino también porque los trabajadores pueden encontrar cosas que luego utilizan en sus propias casas.
Sin embargo, la idea del valor también pasa por otro lado, quizá más importante todavía. Para Risler, esta labor no suele tener reconocimiento público. “Es necesario un reconocimiento del aporte ambiental y social y que el propio trabajador valore su conocimiento adquirido a través de la experiencia.” Por eso, para Greco, una frase resume el objetivo de toda esta experiencia: “Que lo invisibilizado se pueda ver”, sostuvo. Porque, en definitiva, el propósito de la iniciativa es mostrar la realidad cotidiana de esa República de los cirujas y que tome estado público, su trabajo se valore de otra manera y, también, que recoja más solidaridad social, aunque sea sólo al momento de separar la basura en cada casa.
Fuente: www.pagina12.com.ar