El mundo académico de São Paulo, Ciudad de México, Buenos Aires, Madrid y Barcelona ha dado un golpe en la mesa para hacerse oír entre la comunidad internacional. Cinco grandes universidades de estas ciudades han puesto en marcha una gran alianza iberoamericana para crear el primer lobby transatlántico universitario. Su idea es alzarse como una gran organización con voz propia para intervenir en los núcleos de poder y decisión.
Es una alianza sin parangón, insisten sus impulsores. No hay ninguna institución o acuerdo que se extienda a ambos lados del Atlántico con la intención de hacer las veces de consultora o ejercer influencia sobre los grandes núcleos de poder. “Queremos tener influencia y proyectar internacionalmente una voz conjunta y coordinada”, explica el rector de la Universidad de Barcelona (UB), Dídac Ramírez.
Junto a la UB, la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la de Buenos Aires, la de São Paulo y la Universidad Nacional Autónoma de México quieren erigirse, con la firma de este acuerdo estratégico, como una voz autorizada a la que recurrir como consultora o generadora de opinión sobre los grandes temas a debate en la comunidad internacional. En el acuerdo marco se contempla que la recién nacida Unión Iberoamericana de Universidades participe “en programas gubernamentales, internacionales o de otras instituciones patrocinadoras”.
“Lo que queremos es que cuando una universidad exprese el sentir de estas instituciones, no esté hablando por ella sola, sino por todas”, sintetiza Ramírez. El acuerdo supone un paso adelante en las relaciones que ya mantenían, por separado, alguna de ellas. “Pensamos que sería conveniente, como centros de referencia, establecer alianzas estratégicas para tener más impacto”, concluye el rector de la Universidad de Barcelona. Pero la alianza no se reduce solo al papel de lobby universitario. Los impulsores de la unión estratégica prevén que también sirva para reforzar los vínculos académicos transatlánticos ampliando el flujo de los intercambios de estudiantes y docentes, así como la colaboración entre los grandes equipos de investigación de las universidades.
Aunque todavía no se ha desmenuzado cómo se llevarán a cabo estos proyectos, el acuerdo contempla “la acogida mutua de alumnado en todos los niveles, de becarios de investigación y el intercambio de profesorado y personal investigador para proyectos de duración limitada”. Las cinco universidades suman 900.000 estudiantes y más de 85.000 profesores.