Internet y Borges

Al poeta Abelardo Linares, príncipe de los editores españoles.

 

Hacia comienzos de la década de 1980, almorzábamos habitualmente con Jorge Luis Borges en la “Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines”, de la avenida Belgrano al 1800. Por aquellos días, con un gran impulso de modernización, nuestros generosos anfitriones informatizaron la planta administrativa y de distribución; un sitio que ocupaba, con sus inmensas maquinarias, importadas de los Estados Unidos, un espacio de más de cien metros cuadrados (y pensar que ahora todo se almacena en un casi insignificante “Pen Drive”, que se sostiene entre índice y pulgar”). Recuerdo que entrar en aquel recinto era algo ensordecedor por el ruido de las computadoras; había que taparse los oídos con unos protectores especiales para no salir sordos del lugar.

Don Ángel Peco, el alma mater de la Institución y artífice de aquella avanzada Cybernética, nos mostró el funcionamiento de las precursoras máquinas. Allí, como en el incomparable cuento La biblioteca de Babel, de una manera asombrosa se encontraban digitalizados los libros de las más famosas bibliotecas del mundo.

Borges, apretando mi brazo, con una sonrisa de felicidad, exclamó deslumbrado:

“¡Alifano, esto es como la biblioteca total que yo imaginé en mi cuento La Biblioteca de Babel!”.

Yo, no menos entusiasmado y emoción, asentí:

“Tiene razón, Borges, usted es el precursor de esta maravilla. En estas pantallas pueden aparecer todos los libros del mundo, todos los incunables y hasta fabulosos manuscritos”.

Cuál no sería el asombro del maestro si hoy descubriera que su predicción se ha concretado (y con creces). Ahora, como en un Aleph, esa biblioteca total está al alcance de cualquier internauta, y hasta se almacena en un pendrive que cabe entre dos dedos, o en una nube de internet de memoria infinita.

En recuerdo de nuestro genial escritor dedico esta cuasi glosa de su famoso cuento.

He aquí mi modesta versión.

Todos sabemos que este Universo Virtual que llamamos Internet, se compone de un número indefinido (y tal vez infinito) de redes extendidas sobre satélites que giran en el cielo, e invisibles y abiertos se prodigan hacia todos los rumbos cardinales de la tierra, sin contención, con vastos espacios de murmullos o exclamaciones, cercados por ecos que se superponen, aliviando o enturbiando la claridad de demasiadas voces yuxtapuestas.

Desde cualquier punto se perciben pantallas inferiores y superiores: interminables pantallas que actúan sobre otras pantallas, reflejadas en pantallas desde un espejo infinito de pantallas. La distribución de las pantallas es invariable, arrolladora, y abarcan el espacio inferior y superior. Cientos, miles, millones de mensajes se posan y entrecruzan sobre ellas y se reproducen todo el tiempo en pantallas que han llegado a minimizar el milagro de los panes y los peces.

Sin embargo, sostienen las personas de fe, que atravesadas por un espiral de frases originadas en el Verbo Divino, todo se abisma y se eleva hacia una eternidad alcanzada por otros espirales montados en espirales que la anulan y la aniquilan cuando acumulan impurezas idiomáticas. La convicción se proyecta hacia un desierto de gritos y llantos, de rezos y lamentaciones de falsas plañideras; cuando no de sonrisas maliciosas, o risas abiertas, francas y envolventes de puras carcajadas que parecen responder a consignas del demonio. En la pared del espiral principal hay un reflejo de inocencia, que fielmente se proyecta hacia redes de internet que se abastecen de ordenadores y sofisticados celulares o móviles. Es así como demasiados crédulos del mundo suelen inferir, en contraposición, que ese espacio cibernético y las flotantes maquinarias en que se apoya no son infinitas y están al borde de la destrucción masiva (quizá si fueran realmente infinitas ¿hacia dónde esa duplicación ilusoria?).

Para el hombre de fe, como para el agnóstico o el ateo, es preferible soñar que las superficies bruñidas de dichas maquinarias prefiguran y prometen la eternidad (…). Las imágenes de almas y más almas superpuestas por los siglos de los siglos proceden de unos amplificadores adicionados a limitadas palabras (que no sobrepasan las 300), alimentadoras de pantallas, accionadas por dedos incontrolables y superficiales, que se escudan en uñas o tinieblas bajo el nombre de “mensajes de textos”. Hay así infinitos ordenadores, celulares o móviles en cada sitio que reproducen palabras y palabras todo el tiempo e irradian una luz menos suficiente que incesante. Tal vez innecesariamente o vanamente porque ya nada alumbran y están dispuestas cronológicamente a apagarse en un instante cuando no hay señal.

Como muchos, los llamados “hombres de la Web”, siguen viajado hacia tiempos remotos por la superficie de dichas pantallas ilusorias que permiten hasta observar un nuevo Aleph, harto más sofisticado; peregrinan en busca de mensajes que los justifique ante la posteridad (olvidan que Oscar Wilde dictaminó que “la posteridad nada ha hecho por nosotros”).

Yo, inspirado en esa frase famosa, ya entrado en años, me preparo a morir a unas pocas horas o minutos del espacio sideral en que internet me dio vida con su banda ancha. Imagino, como su inventora, la ilustre actriz Hedy Lamarr, que muerto, no faltará un alma piadosa que me aloje en su red donde la eternidad sea la red de las redes; mi sepultura será por supuesto virtual y en el aire insostenible; mis fallecidas ideas serán abrazadas de mensajes, se hundirán dulcemente en un abismo sin fondo y se corromperán pulcramente en una pantalla sin incomodar a nadie. Como sucede con Morel, el personaje imaginado por Adolfo Bioy Casares, cuya proyección sigue alimentando redes y satélites sumados a más redes y satélites que se reproducen y se anulan y multiplican todo el tiempo hasta la eternidad.

Yo afirmo que internet ya es el universo. Todo está previsto en dicho orbe; no sólo la biblioteca total, ese otro Aleph que imaginara Borges, sino también los dos gabinetes minúsculos. Uno, que permite dormir de pie a los bibliotecarios y, el otro, destinado a satisfacer las necesidades corporales. Por ahí pasa la escalera octagonal que se abisma y se eleva hacia lo remoto. Los idealistas que salen al cruce arguyen que no, que los teléfonos celulares son una forma necesaria de la intimidad y de nuestra intuición del espacio. Tesis que me parece ridícula y me aventuran, junto a solidarios congéneres a reírme a carcajadas.

Estos ilusos razonan que es inconcebible un aparato más pequeño para contener, verbigracia, los libros del planeta (Los místicos pretenden que el éxtasis de las pantallas les revele una cámara circular con un gran teléfono que quepa entre índice y pulgar, de lomo continuo, que da la vuelta de la tierra); pero ese testimonio resulta sospechoso. Acaso como las palabras, cada vez más limitadas y con menor alcance, que ya mencioné aterrado (la Iglesia afirma que ese instrumento cíclico puede ser el Vaticano o el Séptimo Círculo del Infierno de la Comedia de Dante, o cualquier punto donde se apoya la Santa Cruz). Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: el internet es una esfera cuyo centro cabal es cualquier pantalla, cuya circunferencia es inaccesible a todo razonamiento humano, aunque no a los mensajes de textos ni a la biblioteca total que nos contiene.

* Mis disculpas a Borges y a sus devotos por esta pretendida intertextualidad, enriquecida con sus conceptos, pero dirigida hacia otro blanco, que creo no se diferencia tanto del imaginado por él y quizá lo hubiera entusiasmado.

 

 

Fuente: Roberto Alifano para https://www.elimparcial.es/

Ahora Educación

Writer & Blogger

Considered an invitation do introduced sufficient understood instrument it. Of decisively friendship in as collecting at. No affixed be husband ye females brother garrets proceed. Least child who seven happy yet balls young. Discovery sweetness principle discourse shameless bed one excellent. Sentiments of surrounded friendship dispatched connection is he. Me or produce besides hastily up as pleased. 

Artículos relacionados

Ultimas noticias

  • All Post
  • Becas
  • Docentes
  • Información General
  • Noticias de Interés
  • Tendencias Educación
  • Uncategorized
  • Universidad