La sombra del COVID-19

Las siguientes semanas marcan el inicio del año escolar en el hemisferio norte. De acuerdo a la base de datos sobre cierre de escuelas del Banco Mundial (Cierre de Escuelas y número de estudiantes afectados por país, una herramienta de Monitoreo del Banco Mundial), 77 países, con casi la mitad de ellos localizados en Europa y Asia Central, han reabierto o se están preparando para reabrir escuelas en septiembre/20. 

Este año, la seguridad de los estudiantes y maestros y la prevención de la propagación del coronavirus es la máxima prioridad para los países según la Encuesta del Banco Mundial, UNESCO y UNICEF sobre respuestas de los sistemas de educación ante el COVID-19, llevado a cabo en junio. Los resultados indican que, a junio, más del 95% de los países encuestados estaban planeando la reapertura de las escuelas, pero también planeaban tomar medidas para evitar aumentos de infecciones. Entre estas medidas se encuentran la reapertura a nivel nacional o local, o la incorporación progresiva de grupos / grados (FranciaUruguay) la contratación de maestros adicionales para cubrir la escasez resultante de aulas más pequeñas (Escocia); asistencia por turnos (Alemania); introducción de controles de temperatura y medidas de distanciamiento social (por ejemplo, Dinamarca, Finlandia, Corea, Singapur, Tailandia, Túnez); y / o proporcionar mascarillas y equipo de protección personal a los profesores y estudiantes cuando están en la escuela (Djibouti). Algunos países como Brasil, Canadá, y el Reino Unido, están dejando la decisión a los estados, provincias y distritos. Por ejemplo, en el distrito escolar más grande de EE. UU. (Nueva York, incluida la ciudad de Nueva York), las escuelas reabrirán solo en los distritos que han mostrado tasas de transmisión bajas constantes (más bajas del 5% durante dos semanas).

Encontrar un equilibrio entre el aprendizaje y la seguridad es un desafío. Algunos países están comenzando el año escolar basándose únicamente en el aprendizaje a distancia; o utilizándolo como complemento del aprendizaje presencial. Estudiantes en México comenzarán el año escolar 2020-2021 recibiendo sus lecciones por televisión o radio. En las ciudades y distritos escolares de los Estados Unidos como Atlanta, Houston, Miami y Washington, los suburbios de DC han anunciado el uso exclusivo del aprendizaje en línea para el primer semestre de 2020-2021. En Panamá, las clases comenzaron en julio con los estudiantes haciendo uso de una plataforma integrada que combina recursos de televisión, radio, material impreso y en línea. Las autoridades han adaptado el plan de estudios para centrarse en desarrollar habilidades esenciales y la resiliencia.

La decisión de reabrir escuelas es muy compleja, y a menudo hace que los hacedores de políticas, la administración escolar, los padres y los maestros se vean envueltos en debates sobre oportunidades perdidas y manejo de riesgos. La salud de los niños, así como la de la comunidad, también se han convertido en un tema fundamental en el debate, junto con las consecuencias a largo plazo sobre la salud y el bienestar de los niños y niñas, las pérdidas de aprendizaje, y la exacerbación de las desigualdades que afectan a los estudiantes más vulnerables y desfavorecidos. Las consultas con docentes, padres, estudiantes y comunidades también son importantes para garantizar que la decisión sea adecuada al contexto y esté adaptada a las preocupaciones y sugerencias de los actores clave. La Figura 1 a continuación resume las condiciones previas y las tendencias comunes entre las medidas adoptadas por los países que han decidido reabrir escuelas.

Figura 1: Tendencias y Políticas comunes en países que han comenzado a reabrir escuelas


 
Garantizar la calidad del aprendizaje, independientemente de la modalidad 

Como medida para mitigar el impacto del cierre de escuelas en el aprendizaje y para apoyar a la población estudiantil, más de 160 países se trasladaron a algún tipo de aprendizaje a distancia desde marzo de 2020. Muchos de ellos planean continuar con él de manera exclusiva o utilizarlo como medida complementaria para apoyar clases más pequeñas y la menor presencia física en las aulas. Sin embargo, como ha quedado claro a lo largo de esta experiencia humana global, el aprendizaje remoto plantea muchos desafíos en la implementación, la medición de su efectividad y en llegar a los niños desfavorecidos. No es sorpresivo que abunden las inequidades en el acceso. El Instituto de Estadística de las Naciones Unidas y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) estiman que el 40% de los estudiantes cuyas escuelas están cerradas hoy no tienen acceso a Internet.

Para abordar estas brechas, la mayoría de los países han optado por enfoques multimodales que incluyen el uso alta tecnología, baja tecnología y / o difusión tradicional en papel. Para aumentar la accesibilidad, algunos gobiernos están distribuyendo dispositivos digitales y mejorando las opciones de conectividad. Por ejemplo, en Croacia, los proveedores de telecomunicaciones han acordado distribuir tarjetas SIM a estudiantes de bajos ingresos para que puedan tener acceso gratuito a Internet. Kazajstán está introduciendo un acceso ilimitado a 380 plataformas y recursos educativos nacionales a través de un plan de tarifas “Bilim” (conocimiento) proporcionado por todos los operadores móviles para estudiantes y profesores.

Dicho esto, las infecciones por coronavirus entre los niños aumentaron un 40% en 49 estados durante las últimas dos semanas de julio, según un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría y la Asociación de Hospitales de Niños publicado el 30 de julio de 2020. Comprensiblemente, esto ha despertado la alarma entre muchos padres. cuyos estados han anunciado un comienzo físico del año escolar 2020-21.

Además de la seguridad de los niños, también se deben tomar medidas para mantener seguros a los docentes y al personal escolar. Primero es importante determinar cuántos de ellos pueden tener condiciones que los ponen en mayor riesgo de enfermedad grave si contraen COVID-19, por ejemplo, un análisis en los EE. UU. estima que 1 de cada 4 maestros o personal docente estadounidenses estaría en mayor riesgo si llegaran a enfermarse. Los sistemas educativos también deben planificar: i) cómo responder a la escasez de maestros, ya sea si se enferman o si se necesitan más para cumplir con implementar clases más pequeñas, ii) cobertura médica para docentes y cobertura de su licencia por enfermedad. En países como Dinamarca, Francia e Italia, los sindicatos de docentes participaron activamente en los debates sobre la reapertura de la escuela y la provisión de atención médica universal en esos países alivió algunas preocupaciones.

Varios factores pueden contribuir a tener una mejor infraestructura y un entorno de aprendizaje más seguro para estudiantes y maestros en todo momento y la crisis de COVID-19 ha puesto al descubierto las muchas vulnerabilidades presentes en las escuelas. El estudiante promedio de 15 años en los países de la OCDE ha pasado 7.538 horas dentro de los edificios escolares, donde la falta de ventilación adecuada y el aire estancado crean oportunidades para la propagación del virus. Algunas medidas que los países pueden considerar son mejorar la ventilación adecuada, proporcionar instalaciones para lavarse las manos y otras medidas de desinfección dentro de los edificios escolares y educar a las personas para que las utilicen, así como establecer pautas claras sobre si fuese necesario el uso de mascarillas y en qué circunstancias. Existen algunas buenas prácticas para reutilizar los entornos escolares, como grandes pabellones deportivos en los espacios de aprendizaje, reorganizar las instalaciones de distribución de alimentos, etc. Muchos se preguntan si es posible que los docentes usen mascarillas en todo momento, países como Francia requieren que usen mascarillas cuando están a menos de un metro de los estudiantes, mientras que Inglaterra está considerando no exigir el uso de mascarillas en absoluto. El lado positivo que puede quedar del COVID-19 para las escuelas es que los entornos de aprendizaje comenzaron a considerarse de manera integral con la infraestructura de IT y el aprendizaje remoto en su conjunto, lo que podría expandir las formas de aprendizaje y colaboración.

A medida que avanzan el debate global y los esfuerzos a futuro, cabe señalar que el regreso de los estudiantes a las aulas sigue siendo la excepción y no la norma, ya que más de mil millones de estudiantes (aproximadamente dos tercios de los alumnos del mundo), en más de 110 países, que siguen afectados por el cierre de escuelas y es posible que no vean sus aulas durante algún tiempo. Esto tendrá un impacto negativo en el nivel de escolaridad y el aprendizaje de los estudiantes y en la acumulación de capital humano en todos los países. Según estimaciones del Banco Mundial, los cierres de escuelas hasta la fecha podrían resultar en una pérdida de 0,6 años de escolaridad ajustada por calidad, reduciendo los años efectivos de escolaridad básica que los niños logran durante su vida escolar de 7,9 años a 7,3 años, lo que resulta en miles de millones de dólares en salarios futuros perdidos. (Impacto potencial del COVID’19 y el cierre de escuelas en el acceso a la educación y los resultados de aprendizaje: un conjunto de estimaciones globales)

Para los estudiantes de todo el mundo, la pandemia de COVID-19 ya ha cambiado la forma en que aprenden y dónde aprenden. La flexibilidad parece ser la base de cualquier estrategia de reapertura de escuelas: una reapertura cautelosa y la disposición a cerrar nuevamente si surgen brotes. Esto no es fácil en los sistemas educativos que históricamente están cargados de tradición y rigidez. Pero para equilibrar la seguridad y el aprendizaje, el enfoque más eficaz ha sido combinar la educación cara a cara y la educación remota, permitiendo el intercambio entre las dos con interrupciones mínimas en la continuidad del aprendizaje.

Fuente: Tigran Shmismaria, María Barron y Kaliope Azzi-Huck para https://blogs.worldbank.org/es/

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