sábado, abril 20, 2024
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Osvaldo Soriano, el ignorante, Silvia Majul

Osvaldo Soriano (Mar del Plata1943Buenos Aires1997) fue un escritor y periodistaargentino. Fue de los autores argentinos más vendidos en su país en las décadas de 1980 y 1990, del siglo XX. Algunas de sus novelas fueron publicadas en varios países. Varias de sus obras han sido llevadas al cine y al teatro. Vendió más de un millón de ejemplares. La venta de sus libros decayó luego de su muerte, pero a partir de 2003, cuando la Editorial Seix Barral comenzó a reeditar sus libros, volvió a tener buen número de ejemplares vendidos (más de 400 mil entre 1978 y 2016). Triste, solitario y finalNo habrá más penas ni olvidoCuarteles de invierno y A sus plantas rendido un león han sido publicadas en veinte países y traducidas al inglésfrancésitalianoalemánportuguéssueconoruegoholandésgriegopolacohúngarochecohebreodanés y ruso. En Italia, recibió el “Raymond Chandler Award” (1993) y el premio Scanno (1996, por su libro Pensare con i piedi). En Argentina lo distinguieron las fundaciones Konex (Diploma al mérito en la categoría novela, quinquenio 1989-1993) y Quinquela Martín (1994). Además de esos títulos, escribió las novelas Una sombra ya pronto serásEl ojo de la Patria y La hora sin sombra

Leo Página/12 desde que este señor escribía, desde el 87 hasta que una mañana del 97 Poroto Fernando D’Addario nos avisa desde Buenos Aires que hoy no iba a la redacción de Av Belgrano. Lo primero que oyó el escritor sobre literatura fue una frase del novio de su prima: “Sos un ignorante”. Tenía casi veinte años y jamás le había preocupado leer libros. Apenas había terminado la primaria y su vida había sido un ir y venir a través de pueblos de La Pampa detrás de los impulsos comerciales de su padre. Nació en Mar del Plata, por esos mandatos del destino.

Nacer en el mar, dar los primeros pasos sobre una agua salada, amar ese “cielo al revés” de La Pampa como decía Don Ata, hacerse peronista en San Luis y beberse los rincones de Buenos Aires como un fantasma y como parte del aire. Luego del reto a duelo de aquel que lo trató de ignorante escribía su primera novela ‘Triste, solitario y final’ y en 1974, en medio de la tristeza por la muerte de su padre, escribió ‘No habrá más penas ni olvido’. Soriano dejó un espacio vacío en la cultura popular argentina, donde los escritores intelectuales lo odiaban por tener solo tercer grado, donde los locos acarician los gatos desde la ventana y meten un gol en el patio.

Soriano fue más que nada protagonista de una argentina inquieta, de una juventud que se permitía patear el tablero, reinventarse y enamorarse tanto de la política como de la novia. Siempre leo “juguetes” y pienso que es una radiografía de la mitad de los argentinos “Mi padre se daba maña para hacer de todo sin ganar un peso. En San Luis construyó una casa en un baldío de horizonte dudoso, cubierto de yuyos y algarrobales. El gobierno de Perón le había dado un crédito para vivienda y él se sentía vagamente humillado por haberlo merecido. Nunca supe cómo hacía para ocultar su condición de antiperonista virulento, de yrigoyenista nostálgico en los tiempos del Plan Quinquenal. En cambio yo me criaba en aquel clima de Nueva Argentina en la que los únicos privilegiados éramos los niños, sobre todo los que llevábamos el luto por Evita”. Soriano era el que escribía de política en Página 12 pero también en el Gráfico y decía sin titubear ‘los dirigentes del fútbol argentinos no salgan a buscar figuras en el extranjero sino a la argentina profunda”. Osvaldo fue amigo de linyeras, compañero, solitario y también el que le dijo a su tocayo Bayer «Che, vos vivís en un tugurio». El no era un hombre de amistad , era la amistad. Dicen que el corazón tiene su propia vida y a veces se cansa antes que el envase, porque siente esas cosas que uno a veces se hace el distraído. A Soriano, como a la canción, se le cansó su viejo corazón y en los últimos días le dijo a alguien “Estoy harto de llevarme puesto”. Nació en Enero y partió en el mismo mes. Existe una cultura que se manifiesta en la memoria. Para conocerla hace falta un poco de ignorancia. El filósofo español José Ortega y Gasset llevó a cabo una encuesta entre campesinos andaluces, que no sabían leer ni escribir y al cabo de la cuestión dijo “¡Qué cultos son estos analfabetas!”. La “ignorancia” – alabada también por Cantinflas – acaso sea sinónimo de “sabiduría”, como la de los pueblos originarios. Entonces para nosotros “Ignorante” es – como para el novio de la prima- una bella ignorancia.

Hoy hubiese cumplido años “el ignorante”. Amo los múltiples Sorianos en las esquinas de la nada, con “los nadies” de Galeano y los “canallas” como Bayer. Nunca conocí a Soriano, y creo que me retaría de lo mal que escribo, pero también entendería – que como él- somos orgullosos de la ignorancia de la memoria, la que se inventa de pueblo en pueblo, escuchando voces como hojas de los árboles en otoño, y es más libre que todos los vientos.

Fuente: https://www.facebook.com/193976060646243/posts/3663643730346108/?sfnsn=scwspmo

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