viernes, abril 19, 2024
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La universidad virtual, Martín Smud

Las experiencias de un año de universidad virtual. A un año del comienzo de la educación en emergencia por la pandemia resulta necesario realizar un balance de lo vivido por miles de docentes universitarios que dan clases en decenas de universidades en todo el país.

En primer lugar, ¿cómo nominar esa experiencia? El debate se ha repetido durante todo el año: ¿se trató de educación a distancia por trabajar con las aplicaciones de reuniones virtuales que hacían las veces de aulas, el classroom y el Google drive que hacían las veces de entregas de trabajos prácticos y los emails o el WhatsApp las veces de preguntas al profesor/a y a los textos?

En el primer cuatrimestre quedó claro que no se trataba del sistema de educación a distancia que viene funcionando hace años como una forma diferenciada de la educación presencial. Pero en el segundo cuatrimestre, ya muchos/as docentes se manejaban con un arsenal de recursos y algunas cátedras y departamentos manejaban todas las posibilidades del campus aportado por cada facultad, y hasta aconteció algo inesperado: una oportunidad inesperada, cuya originalidad y libertad, hoy puede mostrar una diversidad de objetos audiovisuales que estuvieron a disposición de les estudiantes.

Este aprendizaje acelerado y la gran cantidad de universidades, públicas, privadas; nacionales, del gran Buenos Aires, provinciales, complica y vuelve apasionante este balance del primer año pues la enseñanza universitaria argentina se destaca por su variedad y esto resulta uno de los puntos valorados por los cientos de miles de estudiantes no sólo oriundos de la Argentina que las atraviesan.

Enfocando fundamentalmente en las universidades públicas, el debate sobre cómo nombrar lo que aconteció en el 2020 no está zanjado, si no fue educación a distancia y tampoco presencial, ¿cómo llamarla? Algunos la nombran como educación en emergencia, no se trató de educación “de emergencia” porque, muchas veces, el nivel alcanzado no tuvo nada que envidiar a las mejores clases presenciales en alguna Aula Magna con cientos de estudiantes. Esa educación en emergencia motivada por la restricción de movimientos de los cuerpos por la pandemia conlleva un proceso paradojal donde las clases en la medida que los meses pasaban, y los docentes y cátedras se afianzaban, parecían ganar en “movimiento” a pesar de estar “cuadrimetradas” en una celda de alguna plataforma.

Ricardo Manetti, profesor regular de la UBA y de la UNA y actual vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) sostuvo que “el término educación en emergencia me parece pertinente para pensarlo en relación al año 2020. En un primer momento, en el primer cuatrimestre nos vimos ante la eventualidad de incorporar una serie de elementos nuevos en el campo comunicacional, en los modos de trabajar desde las perspectivas pedagógicas pero fundamentalmente desde lo didáctico. Algunas facultades y universidades marcadas por la presencialidad como la Universidad de Buenos Aires tuvieron un desafío mayúsculo”.

La docencia universitaria quedó bajo la incertidumbre que vivía toda la sociedad, ya no se trataba de adaptarse al calendario académico sino al calendario sanitario que mantenía a todes expectantes de una amenaza desconocida y que convertía a la marcha educativa, que solía tener fechas reglamentadas, en cambios permanentes.

Patricia Sapkus, secretaria académica de la carrera de Artes, de la facultad de Filosofía y Letras (UBA) dijo que “la pandemia trajo aparejado cambios en el calendario académico, la modalidad de cursada y la toma de finales, para poder coordinarlos fue fundamental el diálogo con los equipos de cátedra sostenido sobre la base de dar continuidad al tramo formativo de les estudiantes”

El objetivo fue seguir, y ese seguir tuvo en un principio diferencias y conflictos ligados a lo que aportaba cada facultad desde la técnica, la formación, el apoyo logístico y cómo se interrelacionan, a veces de manera poco orgánica, con cada departamento, facultad, equipo docente y llegaba así a los docentes que muchos de ellos y ellas se vieron frente a formas de dar clase que jamás habían imaginado. Los docentes vivieron un año especial, además de la propia incertidumbre, de las cuestiones técnicas, muchas desconocidas, y los replanteamientos de los lugares familiares para encontrar la imprescindible intimidad, “les cayó encima”, en mayor o menor medida, como nunca antes, las limitaciones y posibilidades de la estructura institucional que exigía continuar la marcha educativa sea como sea.

La docente Lorena Gomila, ayudante de primera de la facultad de psicología (UBA) destacó que en su cátedra fueron cuidadosos en no llamar “clases” a los encuentros que realizaban por alguna plataforma: “Fue difícil, las videoreuniones se cortaban a los cuarenta minutos y debías entrar y salir con treinta estudiantes para poder continuar”. Y agregó que fue un comienzo con tropiezos y mucha incertidumbre. ¿Llamarla educación en emergencia? “No sé si podría ponerle ese nombre, era la educación posible en tiempo de pandemia en la virtualidad”.

Les docentes se encontraron muchas veces “frente a frente” con esa locomotora que debía continuar “sea como sea”. Si bien en el primer cuatrimestre los estudiantes se anotaban con los mismos interrogantes que sus docentes acerca de lo que pasaría con sus carreras, en el segundo se constató un boom de proporciones pocas veces vistas. “Las aulas virtuales” explotaban mientras que les docentes pedían a les alumnes la responsabilidad de estar durante la clase con la camarita prendida para tener intercambios y poder evaluar mínimamente el proceso de aprendizaje.

Para tomar un ejemplo de este boom, en la facultad de psicología (UBA), en el 2º cuatrimestre de 2019 hubieron 27.482 inscripciones a materias, que las realizaron 12.963 estudiantes. Un año después, el 2º cuatrimestre del 2020, hubieron 35.501 inscripciones a materias y 15.163 estudiantes inscriptos. O sea, ¡25% más de inscripciones y 15% más de estudiantes en sólo un año!

Para Manetti la experiencia “permitió que muchísimos/as estudiantes se acercaran a retomar algunas materias que les quedaban pendientes porque había otra realidad en el manejo de los tiempos y estos son puntos clave para ser pensados desde el ámbito institucional para que, no sólo el trabajo de grado sino de posgrado y especializaciones continúen trabajando en forma virtual además del modo presencial”.

Sapkus consideró que “la importancia de los equipos de cátedra para elaborar contenidos, también accesibles para les estudiantes que no tuvieran el acceso a las actividades sincrónicas, la posibilidad de poder acceder a las clases grabadas, los audios, las imágenes fue fundamental. Hubo respuestas muy positivas en cuanto al trabajo de les docentes y las cátedras”.

Este boom estudiantil seguramente tuvo muchas motivaciones pero arrojaban a los docentes a un nuevo desafío, dar clase ahora “en emergencia” y para gran cantidad de estudiantes, elevando las actividades hasta límites de tiempo, entrega y cansancio. Seguían las “novedades” y se amplificaban las quejas por la gran cantidad de trabajo. Esto conlleva una lucha sindical en relación con los derechos laborales como el derecho a la desconexión, ayudas para la compra de nuevo equipamiento, acceso a mejores redes y, sobre todo, formación en el campo de la educación a distancia.

El docente Hernán Lorenzo de la Universidad de Avellaneda (Undav) recordó que “pasamos épocas de zozobras, faltaban los cuerpos, el pizarrón, el apunte pero al mismo tiempo, cada cual ingeniándoselas para poner su voz y su imágen en las videoreuniones; creo que eran clases, como nunca antes, con muchos estudiantes, y comenzábamos preguntándoles a les estudiantes quienes tenían alguna dificultad para seguir nuestras clases, muchas veces nos contaban dramas familiares”.

Los momentos más angustiantes del segundo cuatrimestre fueron cuando empezaron los casos de docentes contagiados y hasta apareció una noticia que conmovió: el fallecimiento de una docente frente a la cámara, frente a sus estudiantes, que se hizo viral. Muchos planteles docentes no habían pensado la eventualidad de los contagios, y no habían planificado para cada comisión un docente responsable y un posible intercambio por si surgiera algún problema.

Otro capítulo no menor: la formación y el aprendizaje que han conseguido les estudiantes resulta otro campo de debate. Algunos/as participaban mucho y estaban con la camarita prendida y se tomaban la cuestión con seriedad, otros/as aprovechaban la oportunidad de que, sin salir de sus casas, se les abrieron las posibilidades de poder avanzar en sus carreras, ahorrando no sólo en colectivos, en tiempo de búsquedas de apuntes sino en formas evaluativas que no implican presencialidad ni exámenes con tiempo límite.

Les estudiantes respondieron abalanzándose como nunca antes a anotarse en todas las materias posibles, los cupos fueron sobrepasados, se anotaban a cada materia como un preciado botín pero no quedaba tan claro la profundidad de ese aprendizaje y vale la pena seguir con la investigación si no será un año y medio perdido en cuanto a sus formaciones. Una de las grandes discusiones estuvo justamente relacionado con la forma de evaluación. Había que pensar la metodología como también la comprobación de la identidad y evitar casos de “corte y pega”. Los casos de cheating fueron una constante y hasta se descubrieron casos de cientos de parciales calcados de la misma pluma que se habían vuelto virales ante el desconcierto de las plantillas docentes.

Hernán Lorenzo aseguró que “los cambios de cómo evaluar fueron permanentes, les estudiantes preferían lo escrito y les docentes les decíamos mejor oral y con la camarita prendida pero eran tantos y tantas que se volvía imposible tomar oral. Los resultados fueron muy pobres en cuanto a adquisición de conceptos”.

Lo que quedará de esta experiencia de educación en emergencia en tiempos de la covid: nadie duda que conlleva un antes y un después.

Manetti afirmó que “si bien esta situación continúa por lo menos hasta mediados de este año hubieron elementos incorporados a la pedagogía y a la didáctica que se han vuelto valiosos y ya forman parte duradera más allá de la situación de emergencia”.

Sapkus, además de confesar que fue difícil la tarea de coordinación en semejante momentos, agregó que “teniendo en cuenta todas las dificultades, se trata de resaltar la importancia del vínculo entre la institución, les docentes y les estudiantes, cada uno con sus responsabilidades tomando en cuenta la importancia de la continuidad de la vida universitaria”.

Por su lado, Gomila dijo que “creo que nunca vamos a olvidar lo que vivimos, un día le di la palabra a una estudiante y se empezó a reír de los nervios y se reía de una forma que todos y todas nos terminamos riendo y era un zoom completo riéndose. Los estudiantes vivían hasta con algarabía las formas en que los docentes intentábamos sortear los obstáculos tecnológicos y eran ellos que por momentos, y muchos, nos enseñaban a nosotros”.

Nadie duda de que el año 2020 no fue un año más, el debate acerca de la formación continuará cómo seguirá la marcha universitaria pero lo que no se olvida es esa didáctica de enseñanza que sorprendieron a los docentes, generando muchas veces nuevas metodologías a partir muchas veces de artefactos caseros y plataformas desconocidas, como por ejemplo, ¿quiénes de les docentes conocían el zoom, o el meet, jitsi? Los elementos didácticos, de formación que se incorporan con angustia, dedicación y originalidad, les docentes saben que lo que se aprende y enseña en circunstancias extremas conlleva un aprendizaje que no se olvida.

Y se dieron situaciones inéditas entre docentes y alumnos, “primero en cada clase les preguntábamos cómo estaban”, esto generó una solidaridad que pocas veces se vio en la historia donde los docentes comprendían las dificultades de los estudiantes y los estudiantes valoraban cada esfuerzo realizado por los docentes intentando volver la enseñanza una manera de resistir una etapa difícil, ayudando a comprender no sólo los temas y los textos sino la condición humana del otro.

Fuente: Martín Smud, docente universitario y escritor, autor del libro e-book “Paso a distancia” (edit. Letra Viva), www.letraviva.com.ar, para www.pagina12.com.ar

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