sábado, abril 20, 2024
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¿Relato o propaganda?

El profesor de filosofía que agita Twitter: “Lo llaman relato y no es más que propaganda”. Eduardo Infante da clases en un instituto de Gijón y pone deberes a sus alumnos en la red social. Ahora publica ‘Filosofía en la calle’ donde ofrece las respuestas de los filósofos a temas cotidianos como la infidelidad, el bulling, la muerte o el voto.

Su “revelación” vino a través de una alumna a la que fue a regañar por estar mirando por la ventana en lugar de atender. Ella le respondió, natural, que miraba “la vida”. Al día siguiente, el profesor de filosofía Eduardo Infante salió de la caverna (de Platón), se los llevó a la calle y les interrogó sobre los problemas que les interesaban: el amor, la muerte, la mentira… “A partir de ahí, les enseño los pensamientos de los grandes filósofos de la historia sobre las cuestiones que les interesan, para que entiendan que a un mismo problema hay distintas perspectivas, distintas soluciones. Mi aula es un gimnasio del pensamiento”.

En el aula de Infante, en un instituto de Gijón, el programa no se sigue demasiado, se aprende a hablar en público, a hacer ensayos y disertaciones. Los deberes, muchas veces, se hacen en twitter. Con sus #filoretos, este profesor al que algunos comparan con el protagonista de la exitosa serie Merlí se ha hecho célebre en la red, tanto que ha convertido sus enseñanzas en un libro, Filosofía en la calle. #Filoretos para la vida cotidiana.

“Cuando salió la serie de Merlí muchos antiguos alumnos me llamaron para decirme que habían hecho una serie sobre mí. Yo les dije que había diferencias… yo no me acuesto con la presidenta del AMPA”, bromea el profesor nacido en Huelva. Más en serio, reconoce que prefiere otra comparación: “Me identifico más con Robin Williams en El Club de los poetas muertos, ese es el modelo que realmente me representa”.

Infante denuncia que en España “no se habla de política sino de políticos” y que la falta de pensamiento crítico hace que el debate público se base en “el odio y el miedo”.

Vivir al margen de la filosofía, dice el profesor, tiene graves consecuencias: “Cuando uno no ejerce el pensamiento crítico pasa de sujeto a sujetado. Se convierte en un producto del sistema, que no hace lo que quiere sino lo que le dicta el propio sistema”.

Cuando no se cuestiona nada, nos venden lo que quieren, denuncia el profesor. “Ahora todo el rato nos venden ‘el relato’, que no es otra cosa que la propaganda. Y la postverdad no es más que mentira. Hay que cuestionarse las cosas”.

Infante defiende a la generación que pasa ahora por el instituto y asegura que «tienen mucho que enseñarnos. Tienen una profunda sensibilidad por la ecología y una capacidad de aceptación del diferente que nosotros no tenemos. Están interesados en cambiar el mundo».

Pero el profesor asegura también que están «muy desesperanzados ante la política» y cree que es capaz de despertar su interés a través de la filosofía. Y subraya Infante, además, que no se caiga en el error de pensar que la filosofía es útil, por que no lo es. «La filosofía no es útil, es valiosa. Porque lo útil sirve para producir, pero lo valioso nos enseña a vivir con más conciencia. La filosofía es un antídoto contra el dogmatismo».

Cada día, Eduardo Infante completa sus clases con deberes, que suele mandar a través de la red social. Un espacio que, para este profesor, «ha dejado de ser el mundo virtual para ser el mundo real».

«En el fondo las redes sociales son las calles donde se movía Sócrates», apunta, «dan la oportunidad a todos de participar, con la regla básica de no descalificar y abrirse a estar equivocado».

Las redes sociales no son más que un espacio más, según Infante, para ejercer un necesario espíritu crítico. «Necesitamos que el debate público se haga desde el espíritu crítico y no lo que está ocurriendo, que se hace desde dos emociones básicas que son el odio y el miedo».

Así, en su libro Infante propone enseñarnos a pensar a través de los filósofos y lo que ellos opinarían de temas cotidianos. Desde la ética de implantar un control parental en el cerebro de un hijo, a cómo saber si lo que uno siente es amor o si deberíamos hacernos vegetarianos. «Yo tengo un hijo de 18 años y me gustaría dejarle un mundo democrático y mejor que el que tenemos ahora. Y para eso es necesario el pensamiento crítico. Yo ofrezco una herramienta de libertad», concluye.

Fuente: Cristina Castro para https://www.elindependiente.com/

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