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«La escuela contra el margen»: un documental sobre el poder de transformación de la educación pública. Los directores Lisandro González Ursi y Diego Carabelli dialogaron con Infobae Cultura sobre su último trabajo, para el que grabaron por un año a los alumnos de un taller sobre identidad y derechos humanos en una institución de Villa Lugano.

¿Qué imágenes se nos vienen cuando pensamos en la escuela? ¿Qué temas debe abordar? ¿Cuál es el rol de los docentes? Bajo algunas de estas premisas, los directores y docentes Lisandro González Ursi y Diego Carabelli se meterán con La Escuela contra el margen en el universo de un colegio del barrio porteño de Villa Lugano para mostrar desde una historia particular las problemáticas que afectan a los niños y adolescentes y cómo la escuela pública se convierte en un espacio clave para contenerlos.

La película retrata el experimento de filmar durante todo un año en la clase de un taller sobre identidad y derechos humanos, en una escuela secundaria de Villa Lugano, a pocos metros del parque. La idea era mostrar a través de sus protagonistas, la violencia que sufren, desde la económica (algunos viven en villas), hasta xenofobia y acoso policial. El resultado es un documento contundente acerca de la importancia de enseñar a los jóvenes a reclamar sus derechos, a construir una identidad y defenderla.

Al igual que en Errantes, el anterior documental de ambos cineastas, que mostraba el desalojo del asentamiento conocido como La Lechería, entre La Paternal y Villa del Parque, en La Escuela contra margen se vuelve a abordar el déficit habitacional que existe en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, esta vez la misma problemática es reflejada por los recuerdos de diciembre de 2010 cuando fue tomado el Parque Indoamericano por más de 13.000 personas y su desalojo tuvo el resultado de tres muertos.

Diego Carabelli y Lisandro González Ursi son los directores de La Escuela contra el margen

– ¿Cómo arranca el proyecto del taller en esta escuela?

González Ursi: Además de realizadores somos docentes, trabajamos en un programa de cine en escuelas de la Ciudad de Buenos Aires. Así conocimos esta escuela. A partir de nuestro anterior documental, investigamos el déficit de vivienda que hay en la ciudad en especial en la zona sur. Descubrimos las disputas que hay entre los diferentes barrios, una lucha de pobres contra pobres. En 2010, cuando fue la toma del Parque Indoamericano, eramos profesores de la escuela que está justo enfrente del mismo. Nos pareció interesante hacer un trabajo acerca de cómo la institución trató el tema, mostrando el trabajo que hacen allí, muchas veces invisibilizado. Además de seguir abordando las problemáticas sociales que tienen estos barrios y mostrar cómo ha cambiado ese modelo de escuela estereotipada que tenemos en la cabeza y en la mayoría de los casos no corresponde a la realidad.

Diego Carabelli: Durante el conflicto del Indoamericano, la escuela «Manuel Mujica Láinez» tuvo que intervenir ya que los alumnos de ambos barrios convivían en la institución. Se formó un espacio donde se podían debatir estas cuestiones. El taller lo propusimos como programa externo del Ministerio de Educación que articulaba con la materia de Comunicación. Lo de la toma lo pensamos como disparador, para tocar problemáticas que son muy actuales como la discriminación o la estigmatización de la juventud.

-¿Cuándo se dieron cuenta que tenían una historia para contar?

G.U.: Apostamos mucho al proceso. Sabíamos que algo iba a pasar. Por esa razón, decidimos filmar desde el primer día y poder registrar todos los cambios que iba experimentando el grupo. Hay algo que nos ocurre todos los años como docentes cuando terminás, sobretodo cuando planteás un proceso donde hay producciones producidas por los alumnos, hay todo un movimiento y una transformación que te termina sorprendiendo. Esa potencialidad que tiene la escuela es algo muy intramuro. Nos parecía que a partir de algunos lineamientos básicos ese proceso se iba a dar como se da siempre. Si bien cada grupo es distinto, confiamos que esa búsqueda iba a estar ahí. Algo interesante se iba a dar.

-¿Qué otros temas quisieron abordar?

G.U.: Uno de los objetivos era cambiar esa imagen estigmatizante que se tiene acerca de los jóvenes, en especial aquellos de los barrios más pobres. Siempre están ubicados en un lugar peligroso, relacionado con la delincuencia. Son discursos que los chicos también apropian. Queríamos correr esos sentidos que se construyen en otro lugar para contar que ocurre allí. Hay muchas cuestiones de prejuicios y contradicciones que se pueden generar en el mismo grupo. Queríamos mostrarlo sin tanta opinión y de una manera lo más objetiva posible.

D.C.: Pusimos a la escuela como protagonista por ser el espacio donde confluyen todos los temas que aborda el documental: vivienda, discriminación, inmigración, adolescencia, etc. Para lograrlo, decidimos también registrar algunas cosas que pasaban a fuera de esa aula, como las reuniones docentes o el trabajo administrativo que hace todo el cuerpo no docente que en la mayoría de los casos se tocan los mismos temas que en la aula, como la problemática de los barrios o la deserción escolar. No es la historia de un grupo y nada más. Sino de una escuela y su comunidad. No es un lugar aislado sino deben manejar todo tipo de conflictos que marcan la vida de sus alumnos al mismo tiempo que se dan las clases.

La Escuela contra el margen se filmó durante 2015

El documental se filmó en 2015, ¿qué cosas ven que cambiaron en estos años?

G.U.: Los recortes se sienten y existen concretamente. Hay un montón de programas que ya no existen o se achicaron. Claramente la escuela sigue teniendo una potencia para generar transformación que son muy importantes pero que sólo con la voluntad de los docentes no alcanza. Hace falta una política pública para apuntalar esa energía. Esa potencia que tiene la escuela pública hay que recuperarlo porque es por ese lugar donde confluyen chicos y chicas de distintas realidades con distintas problemáticas. Es un espacio extremadamente democrático en términos de construcción de sentido.

D.C.: El personaje de la docente sigue siendo clave. En la película se muestra la voluntad y el trabajo demandante que es sostener una clase, tener que planificar y buscar los métodos para motivar a los chicos que son bombardeados por un montón de estímulos para que no se pinchen en la propuesta. La realidad es que hoy, los docentes tienen que hacer muchas horas y tomar muchos cargos para llegar a un sueldo digno y eso lleva a que no le puedan poner tanta atención a sus alumnos. Eso implica un desgaste. En estos barrios más marginados, la escuela termina teniendo un lugar de referencia, dónde se hacen cargos de un montón de conflictos que tienen que ver con los comedores, donde el tema de la comida para a ser un lugar muy importante. Empieza todo un andamiaje que la escuela hace cotidianamente y tal vez eso la obliga a concentrarse más en estas cuestiones y no es las típicas que creemos que debe ocuparse la escuela. Lo sigue haciendo igualmente, pero si vos no tenés a los chicos bien alimentados difícilmente se enganchen en cualquier proyecto.

Los chicos de la escuela Manuel Mujica Láinez de Villa Lugano fueron los protagonistas del documental

-¿Cómo se logra atrapar a los chicos que hoy están tan bombardeados con otros estímulos?

D.C.: – Se hace de a poco. Hay que, primero, sacarlos de las estructuras típicas de una clases. En nuestro caso, se les habilitó un espacio para que ellos puedan expresarse y reflexionar desde su propia realidad. Era muy frecuente escuchar que como ellos venían de esa escuela o de un barrio humilde no podían pensar o encarar un trabajo de esas magnitudes. Construir un marco o una dinámica donde puedan tener la seguridad de expresarse sin que nadie los corrija o los limite. Para crear su propia voz que los identifique, donde no hay una única respuesta correcta. Es algo que en general no se les quiere dar en la escuela que para muchos es el único lugar donde lo pueden lograr

G.U.: Sin lugar a dudas, el modelo del profesor que está al frente del aula y tiene el saber es un modelo que quedó obsoleto. Hay que interpretar a las nuevas generaciones que vienen con otras demandas. Las nuevas tecnologías. Para implementar una reforma tan profunda es fundamental que haya presupuesto para hacerla. Hoy por ejemplo, en las mayoría de las escuelas públicas, no hay acceso a internet o los chicos no tienen las computadoras para trabajar. Hace falta pensarla en términos pedagógicos pero también en términos de infraestructura. Demanda un compromiso real, acompañado de políticas públicas.

– ¿Cómo fue el trabajo de la editar tantas horas de filmación?

D.C.: Fue bastante arduo. Teníamos unas noventa horas de filmación y en algunos casos, filmado a dos cámaras. Fue clave ir organizando el material para que esté listo. El encargado del montaje fue Eduardo López López, con quien trabajamos en la película anterior. Es un gran profesional. Hizo un trabajo muy obsesivo de verse todas las horas de filmación y ahí fuimos puliendo para armar la estructura. Lo que teníamos en claro era que iba a ser un registro observacional donde no iba a haber intervención nuestra. No iba a haber entrevistas. El objetivo era que se cuente por si sola. En ese sentido, el tiempo lo marcaba la estructura dramática. Como en todo documental, nos fuimos dando cuentas quiénes serían los personajes más ricos a medida que los filmábamos. Empezás a entender las lógicas internas para ver las líneas narrativas y empezar a establecer un recorte.

– ¿Cambió algo de la idea original que tenían?

G.U.: – Cuando arrancamos, queríamos enfocarnos en lo que había sido el conflicto del Parque Indoamericano y como ellos trabajaban sobre ese tema. Con Florencia, una de las profes, arrancaron haciendo el mapeo del barrio para ver cómo ellos se veían y un poco se fue encaminando para ese lado. No sabíamos hacia dónde iba a terminar. Dentro del taller, ellos no se cuestionaban mucho lo que había pasado ya que fue hace varios años. Los chicos no lo veían como algo cercano. Sabíamos que podía pasar, pero confiábamos mucho en el proceso que hacia algún lugar interesante nos iba a llevar. Si bien no recordaban mucho el conflicto, si marcaban las diferencias que seguían entre los distintos barrios que componen Villa Lugano.

– ¿Cómo fue la reacción de los chicos al verlo terminado?

D.C.: Hicimos una función y los invitamos, no pudieron venir todos. La idea es hacerlo para toda la escuela. Ellos pudieron ver como cambiaron y estaban orgullosos del trabajo que habían hecho. Este tipo de proyecto hace que los chicos reflexionen y aprendan de otra manera, logren ser ellos mismos los que se miran. A su vez, pasó por varios festivales, algunos con perfil educativo, en el festival de cine etnográfico de Ecuador. El público docente se siente muy identificado. En general, muchos se quedan asombrados ya que la imagen que se ve del aula es muy distinta a la que uno recuerda del paso por el colegio. Es otra dinámica, otra relación con los docentes.

*Todos los jueves de junio a las 21hs, en el Centro Cultural de la Cooperación (Av.. Corrientes 1543, CABA)

Fuente: Noelia Gómez para www.infobae.com

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