La universidad de la calle

El presidente del Consejo Interuniversitario Nacional , Jaime Perczik, convocó a involucrarse en la discusión pública y a hacer cambios en el sistema. “Tenemos que apostar por carreras más cortas y rever la oferta académica”, según el rector de la Universidad Nacional de Hurlingham y titular del CIN, que nuclea a las 57 instituciones públicas de educación superior del país. 

El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) funciona desde 1985. Está compuesto por los rectores de todas las universidades nacionales del país. En el seno del organismo, la grieta partidaria está blanqueada: por un lado, los rectores peronistas; por otro, los radicales. Sin embargo, dicen, esa división ideológica no afecta su unidad. Todas las declaraciones, más allá de los debates, se llevan a cabo en conjunto. Incluso sus autoridades se turnan. Un año está un peronista al mando; al siguiente, un radical. Este año, Jaime Perczyk, rector de la Universidad de Hurlingham, es también el presidente del CIN. Y con él habló Infobae.

-¿Cuál diría que es hoy el gran desafío de la universidad pública argentina? ¿Pasa por la inclusión, por mejorar la graduación, por generar perfiles acordes a las necesidades del país?

-Diría que todos esos. La universidad argentina, que tiene 2 millones de estudiantes, centenares de miles de profesores, de investigadores y miles de no docentes, tiene que poder resolver varias cosas a la vez. Un primer paso es garantizar las condiciones de acceso y permanencia de chicos en la universidad. Tenemos problemas para que se queden y pasen el primer año. Otro desafío está en mejorar las tasas de graduación y hacer más cortas las carreras. Por último, se necesita planificar -sin perder autonomía- la oferta académica, que se vincule con los desafíos que tiene nuestro país para el siglo XXI.

-Pareciera haber un acuerdo de buena parte del sistema en que las carreras son demasiado largas. ¿Por qué cuesta tanto acortarlas?

-Un plan de estudios es la consolidación de un debate. No es algo que hace uno y lo firma. El año pasado hubo una discusión muy grande con algunas corporaciones profesionales cuando se les redujeron las actividades reservadas. Eso implica que si uno va a cambiar el plan de, por ejemplo, Ingeniería industrial habría que acordar dentro de la facultad, acordar con los corporaciones profesionales…

-¿Hay que pelearse con mucha gente?

-Por lo menos hay que acordar con mucha gente. Además nosotros tenemos una unidad externa que es la CONEAU, que es la que pone estándares mínimos. No necesariamente acortar la carrera implique atentar contra la calidad. Hoy hay una cantidad de temas que no siempre se relaciona con lo que un ingeniero va a usar.

Jaime Perczyk, presidente del CIN y rector de la UNAHUR

-¿Cuál sería una alternativa posible?

-En nuestra universidad, salvo en los profesorados, todas las otras carreras tienen un título intermedio de 3 años que habilita a determinados trabajos. Siguiendo con el ejemplo de Ingeniería, Alemania tiene el título de ingeniería técnico. Eso después se cuenta en la tasa de ingenieros que el país tiene. Por eso Alemania tiene una tasa elevadísima de ingenieros por habitantes.

-El año pasado hubo un gran conflicto con el gobierno nacional, pero ahora parecen estar las aguas más calmas. ¿Hoy la universidad pública está mejor?

-El año pasado apareció al mismo tiempo un conflicto vinculado a los salarios de docentes y no docentes, un recorte muy fuerte en infraestructura, dificultades al ingreso del CONICET, la inflación. Todo al mismo tiempo produjo un conflicto enorme que involucraba a todo el sistema universitario. La situación hoy no deja de estar complicada. Los gastos de las universidades están dolarizados: las tarifas, los teléfonos, los consumos para laboratorio, las computadoras, los libros. Aunque no se exprese, hay una situación complicada.

-La semana pasada los convocó el gobierno nacional a tratar los 10 puntos de consenso. ¿Llegó a buen puerto esa reunión?

-Fuimos a una reunión institucional. Las universidades son instituciones del Estado, nosotros somos funcionarios públicos. Fuimos a plantear que ningún debate puede soslayar temas como educación, ciencia, tecnología, cultura, arte. Un gran acuerdo primero tiene que incluir a todos los actores.

-Junto a otros rectores de universidades están trabajando en posibles políticas públicas para bajar como recomendaciones. ¿Están orientadas solo al tema universitario?

-No, tenemos propuestas vinculadas a la educación, justicia, salud, productividad, al trabajo juvenil, que es algo de lo que en Argentina se habla poco. El empleo joven en Argentina es crítico: es una deuda que no nos podemos permitir.

-¿De dónde surge esa necesidad de involucrarse?

-Porque cuando vos ves en otros países, las universidades se involucran. A ver, en otros países pasan cosas que a mí no me gustan, pero eso hay que mirarlo. La universidad, como responsable de la creación de conocimiento, debe aportar su voz. Voz que no va a ser uniforme. Acá no piensan todos lo mismo.

-¿La política es receptiva a esas propuestas que hacen ustedes?

-Yo creo que sí. En energía, ¿por qué si tenemos investigadores prestigiosísimos, con más de 30 años en la materia, no vamos a poder opinar? Hay que escuchar y hacer que esa voz aparezca. La universidad tiene que dar un paso adelante y ser cada vez más activa en la discusión de los grandes temas nacionales, como la soberanía alimentaria, la soberanía energética, el agua, la escuela secundaria.

-Justamente se suele culpar a la secundaria de casi todos los males de la educación argentina. ¿Qué parte le toca a la universidad?

-Siempre llegaron a la universidad chicos sin lo que tenían que tener. Hasta la década del 80 se tomaba un examen de ingreso y había chicos que quedaban afuera. Se usaba el método de la selección. No estoy de acuerdo que todos los problemas sean de la secundaria. Eso es facilismo: es resolver fácil lo que es muy difícil. Porque un profesor de segundo año te puede decir que vienen mal de la primaria y en la primaria te pueden decir que vienen sin la base del jardín. Como nadie se hace cargo, es de todos. Y si es de todos, no es de nadie. Una vez que alguien llegó a la universidad,  somos nosotros los que tenemos que discutir todos los mecanismos para que aprendan lo que tienen que aprender.

-¿Cómo se trabaja con ese chico que llega sin los conocimientos suficientes?

-Hay distintas posibilidades: otros recorridos académicos, laboratorios de ciencia, de matemática, de escritura, de lectura, talleres de apoyo, tutorías. No nos sale como tendría que salir, pero lo estamos haciendo. Hay experiencias positivas. Una vez que un chico se anotó, es un problema nuestro.

-Algunas universidad, la de Hurlingham entre ellas, no tienen carreras tradicionales y apuestan por carreras de mayor demanda para su región. ¿Cree que esa debería ser la apuesta de todo el sistema?

-Hay que discutir y acordar un funcionamiento sistémico y de planificación. La Argentina tiene necesidades y las universidades somos parte del Estado y las tenemos que atender. Está claro que nos faltan ingenieros e ingenieras, nos faltan técnicos y técnicas, pero también hay otras demandas nacionales como la de los enfermeros.

Fuente: Maximiliano Fernández para www.infobae.com

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