Ajuste en el centenario reformista

Javier Gortari exhibe números precisos sobre el impacto del ajuste en la educación universitaria y especialmente en la Universidad Nacional de Misiones, donde volvió a dar clases después de sus años como rector. El año del Centenario de la Reforma será, para la Universidad, el año del ajuste, explica.

Los números parecen darle la razón. El proyecto de Presupuesto 2019 que diseñó Mauricio Macri implica una reducción en el valor real asignado al conjunto de Universidades en general (y a la UNaM en particular), ya que las actualizaciones previstas (30% en promedio y 23% para Misiones), están muy lejos de las proyecciones inflacionarias más conservadoras (40% para 2018 y 23% para 2019).

“Resulta paradójico que en al conmemorarse cien años de la Reforma Universitaria de 1918, las medidas principales para el sistema universitario sean los recortes presupuestarios, no sólo porque desde el Gobierno nacional -en la figura del ministro de Educación Alejandro Finocciaro- participaron con mucha enjundia en la celebración internacional realizada en la capital cordobesa en junio pasado y en el marco de la CRES 2018, sino porque de la alianza gobernante participa la Unión Cívica Radical, partido en el gobierno en 1918 y de cuyos cuadros se nutrió el movimiento reformista”, reflexiona.

Gortari da un ejemplo que resulta dramático. Al ritmo del endeudamiento público que ya superó al 80 por ciento del PBI, también han subido exponencialmente las previsiones presupuestarias para el pago de intereses de esa deuda. La partida presupuestaria para el pago de intereses crece 50% en 2019, alcanzando los 600.000 millones, lo que equivale a cuatro presupuestos universitarios o para financiar a 335 universidades como la UNaM.

El presupuesto 2019 propuesto para la UNaM es $ 1.793 millones, contra los $1.454 millones de 2018.  Este año, el 88% del total presupuestado se utiliza para pagar salarios docentes y no docentes (1.280 millones). El 12 por ciento restante (174 millones) para gastos de funcionamiento (comedores, albergues, becas, servicios, combustible, insumos varios) y expansiones aúlicas en varios municipios. Si se actualiza lo destinado a salarios este año (1.280 millones) con el 25 por ciento acordado en paritarias, se llega a diciembre con una asignación salarial anual de 1.600 millones. Restando ese número del presupuesto 2019 para la UNaM, quedan para funcionar 193 millones, que comparado con el valor de 2018, implica una actualización de apenas 11 por ciento.

Otra comparación sirve para comprender la magnitud del ajuste. “Es la primera vez en quince años que se recorta el presupuesto en la UNaM”, advierte Gortari.

En 2003 el presupuesto era de 30 millones, que a 3 pesos por dólar equivalían a U$S 10 millones.

En el presupuesto de 2016, el último aprobado por la anterior gestión, ascendió a 816 millones, que a 13 pesos por dólar equivalía a U$S 60 millones (un crecimiento respecto a 2003 del 500%).

El presupuesto de $1.793 millones propuesto para 2019, con un dólar hipotético a $40, equivale a U$S 45 millones (una reducción del 25% respecto a 2016).

Lo mismo sucede si se compara el presupuesto de la universidad pública con el de una privada. Hace pocos días los estudiantes de una universidad privada con sede en Posadas, se manifestaron por los aumentos de las cuotas a 8.500 pesos. Si se multiplica esa cuota mensual por los 20 mil alumnos de la UNaM, se obtienen 170 millones al mes o 2.040 millones al año. Son 250 millones por encima de lo que Poder Ejecutivo Nacional propuso para la UNaM en el presupuesto 2019.

“Estamos en una etapa de difícil. El Poder Ejecutivo establece una transferencia directa para las universidades con una actualización del 30% que está por debajo de la pauta inflacionaria. Pero, además, el problema del Presupuesto y es lo que más han reclamado los rectores, es que hay universidades a las que se le actualiza por encima del 50 por ciento y a otras, como a la Universidad Nacional de Misiones que están en el 20%”, explica el ex rector.

La mitad de la pauta inflacionaria…

No sólo es el promedio del 30% que está muy por debajo, sino que hay algunas como la Universidad Nacional de Misiones que está por debajo de ese promedio. Por eso las autoridades del CIN y algunos rectores, están reuniéndose con diputados y senadores para hacer un replanteo que consiste básicamente en esto: que todas las universidades que ya están consolidadas y las que venían funcionando hace varios años como la nuestra, tengan en promedio una actualización del 32,9%, parejo para todas, para que no haya discriminación. Y para las universidades nuevas, las universidades chicas, pero que tienen carreras que van incorporando año a año, un 50%. No hay que sacar de otras partidas presupuestarias, sino readecuar lo que está planteado dentro del presupuesto, que son 140 mil millones de pesos.

¿Y para la Universidad Nacional de Misiones cuánto es el presupuesto en números?

El número que está previsto es de 1793 millones de pesos. Eso supone un crecimiento… una actualización…. -Insisto en eso, porque en economía llamamos a eso una ilusión monetaria, que es pensar que estamos creciendo cuando hay una inflación de 40 para este año, y de 20 que está prevista para el presupuesto del año que viene, 60 contra un 20, no estamos creciendo, sino que estamos perdiendo un poquito menos-, de 23 por ciento. Eso tiene un problema, porque ya los salarios a través de paritarias se han actualizado un 25%, lo que reduciría aún más lo que queda para gastos de funcionamiento, que son comedores, albergues, becas estudiantiles, combustibles, los gastos básicos que tiene cualquier institución para moverse.

¿Es el primer recorte real desde 2002?

Sí y otra vez vuelvo al concepto de ilusión monetaria. Parece que se está incrementando, pero en realidad con los índices inflacionarios, se reduce. En términos reales, es la primera vez en estos quince años en que tenemos esa reducción fuerte. Ya se está notando, se nota en los salarios, independientemente que en la época anterior se actualizaron y fueron buenos sueldos, pero han registrado una caída importante… y en los gastos de funcionamiento. Nosotros seguimos con un gasto de funcionamiento congelado, con tarifas de agua, de luz, de combustible, de todo lo que es el gasto cotidiano, que es lo mismo que le pasa a cualquiera en su casa, que han crecido de forma exponencial

¿Qué significa esto en términos de calidad educativa? ¿Una parálisis de la universidad? ¿Qué puede pasar?

El ajuste fuerte en el presupuesto universitario es en los salarios, que es el 90% del gasto, es decir que, si había alguna intención de reducir el gasto en inversión en las universidades, hay que tocar los salarios y los tocaron. Los gastos de funcionamiento, en el caso nuestro, los tenemos relativamente resueltos, porque nos arreglamos con lo que tenemos. En el tema de infraestructura, por suerte hicimos unas fuertes inversiones en comedores y albergues, que eso nos sirve para atender una demanda creciente de los estudiantes, que necesitan cada vez más de comida y de una necesidad de alojamiento. Obviamente no damos abasto, pero crecimos en esa capacidad y eso lo tenemos. En realidad, a lo que nos están obligando como universidad, es lo que hacemos, como toda la sociedad, a ser muchos más austeros en los gastos cotidianos.

Por ahora yo diría que la calidad en términos de enseñanza y aprendizaje, no se resiente porque los profesores son los mismos, las aulas están, los laboratorios están. Eso es para la universidad de Misiones, para las universidades nuevas, es mucho más complejo porque tienen que atender los cursos nuevos que van a apareciendo. Para eso necesito profesores, laboratorios y ahí se complica la calidad. A mí, lo que más me preocupa, más allá de las anécdotas coyunturales, es la señal que se le da al sistema, no solo a la universidad, sino a la ciencia y técnica, que de repente por una decisión política, porque acá no hubo una guerra ni un tsunami, se corta un proyecto de mediano y largo plazo como es el educativo. La interrupción de los equipos de investigación produce que hasta tres generaciones se pierdan para poder volverlos a armar. Y eso sí, me parece gravemente estratégico, trágicamente estratégico desde el punto de vista de la Nación, como un todo. Cualquier país que se plantee un desarrollo medianamente claro, o con algún grado de soberanía, independencia tecnológica, científica, necesita invertir fuertemente en ciencia y tecnología.

Javier Gortari exhibe números precisos sobre el impacto del ajuste en la educación universitaria y especialmente en la Universidad Nacional de Misiones, donde volvió a dar clases después de sus años como rector. El año del Centenario de la Reforma será, para la Universidad, el año del ajuste, explica.

Los números parecen darle la razón. El proyecto de Presupuesto 2019 que diseñó Mauricio Macri implica una reducción en el valor real asignado al conjunto de Universidades en general (y a la UNaM en particular), ya que las actualizaciones previstas (30% en promedio y 23% para Misiones), están muy lejos de las proyecciones inflacionarias más conservadoras (40% para 2018 y 23% para 2019).

“Resulta paradójico que en al conmemorarse cien años de la Reforma Universitaria de 1918, las medidas principales para el sistema universitario sean los recortes presupuestarios, no sólo porque desde el Gobierno nacional -en la figura del ministro de Educación Alejandro Finocciaro- participaron con mucha enjundia en la celebración internacional realizada en la capital cordobesa en junio pasado y en el marco de la CRES 2018, sino porque de la alianza gobernante participa la Unión Cívica Radical, partido en el gobierno en 1918 y de cuyos cuadros se nutrió el movimiento reformista”, reflexiona.

Gortari da un ejemplo que resulta dramático. Al ritmo del endeudamiento público que ya superó al 80 por ciento del PBI, también han subido exponencialmente las previsiones presupuestarias para el pago de intereses de esa deuda. La partida presupuestaria para el pago de intereses crece 50% en 2019, alcanzando los 600.000 millones, lo que equivale a cuatro presupuestos universitarios o para financiar a 335 universidades como la UNaM.

El presupuesto 2019 propuesto para la UNaM es $ 1.793 millones, contra los $1.454 millones de 2018.  Este año, el 88% del total presupuestado se utiliza para pagar salarios docentes y no docentes (1.280 millones). El 12 por ciento restante (174 millones) para gastos de funcionamiento (comedores, albergues, becas, servicios, combustible, insumos varios) y expansiones aúlicas en varios municipios. Si se actualiza lo destinado a salarios este año (1.280 millones) con el 25 por ciento acordado en paritarias, se llega a diciembre con una asignación salarial anual de 1.600 millones. Restando ese número del presupuesto 2019 para la UNaM, quedan para funcionar 193 millones, que comparado con el valor de 2018, implica una actualización de apenas 11 por ciento.

Otra comparación sirve para comprender la magnitud del ajuste. “Es la primera vez en quince años que se recorta el presupuesto en la UNaM”, advierte Gortari.

En 2003 el presupuesto era de 30 millones, que a 3 pesos por dólar equivalían a U$S 10 millones.

En el presupuesto de 2016, el último aprobado por la anterior gestión, ascendió a 816 millones, que a 13 pesos por dólar equivalía a U$S 60 millones (un crecimiento respecto a 2003 del 500%).

El presupuesto de $1.793 millones propuesto para 2019, con un dólar hipotético a $40, equivale a U$S 45 millones (una reducción del 25% respecto a 2016).

Lo mismo sucede si se compara el presupuesto de la universidad pública con el de una privada. Hace pocos días los estudiantes de una universidad privada con sede en Posadas, se manifestaron por los aumentos de las cuotas a 8.500 pesos. Si se multiplica esa cuota mensual por los 20 mil alumnos de la UNaM, se obtienen 170 millones al mes o 2.040 millones al año. Son 250 millones por encima de lo que Poder Ejecutivo Nacional propuso para la UNaM en el presupuesto 2019.

 

“Estamos en una etapa de difícil. El Poder Ejecutivo establece una transferencia directa para las universidades con una actualización del 30% que está por debajo de la pauta inflacionaria. Pero, además, el problema del Presupuesto y es lo que más han reclamado los rectores, es que hay universidades a las que se le actualiza por encima del 50 por ciento y a otras, como a la Universidad Nacional de Misiones que están en el 20%”, explica el ex rector.

La mitad de la pauta inflacionaria…

No sólo es el promedio del 30% que está muy por debajo, sino que hay algunas como la Universidad Nacional de Misiones que está por debajo de ese promedio. Por eso las autoridades del CIN y algunos rectores, están reuniéndose con diputados y senadores para hacer un replanteo que consiste básicamente en esto: que todas las universidades que ya están consolidadas y las que venían funcionando hace varios años como la nuestra, tengan en promedio una actualización del 32,9%, parejo para todas, para que no haya discriminación. Y para las universidades nuevas, las universidades chicas, pero que tienen carreras que van incorporando año a año, un 50%. No hay que sacar de otras partidas presupuestarias, sino readecuar lo que está planteado dentro del presupuesto, que son 140 mil millones de pesos.

¿Y para la Universidad Nacional de Misiones cuánto es el presupuesto en números?

El número que está previsto es de 1793 millones de pesos. Eso supone un crecimiento… una actualización…. -Insisto en eso, porque en economía llamamos a eso una ilusión monetaria, que es pensar que estamos creciendo cuando hay una inflación de 40 para este año, y de 20 que está prevista para el presupuesto del año que viene, 60 contra un 20, no estamos creciendo, sino que estamos perdiendo un poquito menos-, de 23 por ciento. Eso tiene un problema, porque ya los salarios a través de paritarias se han actualizado un 25%, lo que reduciría aún más lo que queda para gastos de funcionamiento, que son comedores, albergues, becas estudiantiles, combustibles, los gastos básicos que tiene cualquier institución para moverse.

¿Es el primer recorte real desde 2002?

Sí y otra vez vuelvo al concepto de ilusión monetaria. Parece que se está incrementando, pero en realidad con los índices inflacionarios, se reduce. En términos reales, es la primera vez en estos quince años en que tenemos esa reducción fuerte. Ya se está notando, se nota en los salarios, independientemente que en la época anterior se actualizaron y fueron buenos sueldos, pero han registrado una caída importante… y en los gastos de funcionamiento. Nosotros seguimos con un gasto de funcionamiento congelado, con tarifas de agua, de luz, de combustible, de todo lo que es el gasto cotidiano, que es lo mismo que le pasa a cualquiera en su casa, que han crecido de forma exponencial

¿Qué significa esto en términos de calidad educativa? ¿Una parálisis de la universidad? ¿Qué puede pasar?

El ajuste fuerte en el presupuesto universitario es en los salarios, que es el 90% del gasto, es decir que, si había alguna intención de reducir el gasto en inversión en las universidades, hay que tocar los salarios y los tocaron. Los gastos de funcionamiento, en el caso nuestro, los tenemos relativamente resueltos, porque nos arreglamos con lo que tenemos. En el tema de infraestructura, por suerte hicimos unas fuertes inversiones en comedores y albergues, que eso nos sirve para atender una demanda creciente de los estudiantes, que necesitan cada vez más de comida y de una necesidad de alojamiento. Obviamente no damos abasto, pero crecimos en esa capacidad y eso lo tenemos. En realidad, a lo que nos están obligando como universidad, es lo que hacemos, como toda la sociedad, a ser muchos más austeros en los gastos cotidianos.

Por ahora yo diría que la calidad en términos de enseñanza y aprendizaje, no se resiente porque los profesores son los mismos, las aulas están, los laboratorios están. Eso es para la universidad de Misiones, para las universidades nuevas, es mucho más complejo porque tienen que atender los cursos nuevos que van a apareciendo. Para eso necesito profesores, laboratorios y ahí se complica la calidad. A mí, lo que más me preocupa, más allá de las anécdotas coyunturales, es la señal que se le da al sistema, no solo a la universidad, sino a la ciencia y técnica, que de repente por una decisión política, porque acá no hubo una guerra ni un tsunami, se corta un proyecto de mediano y largo plazo como es el educativo. La interrupción de los equipos de investigación produce que hasta tres generaciones se pierdan para poder volverlos a armar. Y eso sí, me parece gravemente estratégico, trágicamente estratégico desde el punto de vista de la Nación, como un todo. Cualquier país que se plantee un desarrollo medianamente claro, o con algún grado de soberanía, independencia tecnológica, científica, necesita invertir fuertemente en ciencia y tecnología.

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