Un wichí entre los mejores

Los comienzos del adolescente wichí nominado a mejor estudiante del mundo: Mario Maximiliano Sánchez, de 17 años, contó sobre su experiencia atravesada por el cruce de culturas en la que se percibe cuánto falta de políticas de interculturalidad. El presidente Alberto Fernández lo recibió en Casa Rosada.

Yo empecé en una escuela especial. Porque ahí nos daban los cuadernos”. Así empieza la historia del tránsito por el sistema educativo de Mario Maximiliano Sánchez, integrante de la comunidad Misión Wichí, en General Mosconi, uno de los municipios del departamento San Martín. Junto a Lisandro Acuña, alumno del colegio ORT de Buenos Aires, son los dos nominados de la Argentina, entre 50 en el mundo,  por la Fundación Varkey para el Global Student Prize.

Teniendo el idioma wichí como lengua materna, pero también criándose con el castellano como segunda lengua, Maximiliano inició sus estudios de jardín de infantes en una escuela especial. Era la más económica y accesible, pues les permitía llegar en un transporte a la escuela, ubicada a un kilómetro de la comunidad. Además, les daban los cuadernos para estudiar. Así transcurrió junto a su hermana al menos los dos primeros años de escolaridad hasta que en tercer grado “una señorita dijo que yo no debería estar ahí”.

“No me sentía cómodo ni tenía a nadie cerca”, contó al detallar su paso por al menos cuatro escuelas primarias del municipio. Así fue hasta quinto grado, cuando finalmente la comunidad contó con una escuela propia y pudo continuar allí hasta terminar el nivel primario.

La falta de cercanía de sus amigos de la comunidad tenía que ver con el hecho de que otros chicos de su edad muchas veces no asistían a las escuelas del municipio, algo que cambió cuando el establecimiento fue instalado en la comunidad.

Del primario éramos 15 los que terminamos. Pero solo 7 fuimos a la secundaria”, contó a Salta/12. “A mí el colegio (asiste a la Escuela de Comercio 5005 Juan XXIII), me queda a un kilómetro, pero hay compañeros a los que les queda más lejos”, destacó. Es el caso de quienes integran las comunidades indígenas que se extienden al costado de la ruta nacional 34. A diferencia del área metropolitana salteña, en donde el transporte es gratuito para quienes estudian, en la zona de General Mosconi el beneficio escasea o bien es nulo. En algunos casos, contó, quienes viven más lejos deben recorrer entre 4 y 5 kilómetros para llegar al colegio. “Transporte no tienen. Y algunos pueden conseguir los 30 pesos para el colectivo pero tienen que bajar en la terminal y caminar un kilómetro más”, detalló.

La desigualdad estructural en la cercanía del establecimiento de educación es ahondada por el idioma. Esa diferencia, pocas veces salvada desde las políticas públicas,  fue lo que impulsó a Maximilano a iniciar el desarrollo de una aplicación que podría achicar la barrera del idioma. “Quiero que nos comprendan. Para que no nos digan ¿qué decís? O ¿cómo es?”. Pero como la falta de conectividad es otra de las barreras estructurales, busca desarrollar una aplicación autónoma, que pueda funcionar sin necesidad de estar conectado a Internet. 

El estudiante nominado vive con su abuela y su hermana. La mujer mayor lo crió desde los cuatro años. Ella tiene 59 en la actualidad y “no puede acceder a la pensión porque siempre le dicen que le faltan papeles”. La situación de su abuela se repite entre la población adulta mayor de la comunidad, más apegada al idioma wichí que las generaciones más jóvenes. “Cuando mi abuela quiere hacer su pensión va y le dicen que no la entienden. Están presentados todos los papeles, pero muchas veces se aprovechan”, sostuvo Maximiliano al precisar que presentó los requisitos de los trámites en 2018 y 2019 sin que hasta ahora hayan conseguido que acceda al beneficio.

Su aplicación, aún en desarrollo, también encuentra los impedimentos de las desigualdades que lejos están de poder ser superadas por la meritocracia. Por el contrario, donde vive Maximiliano no hay acceso a la conectividad. Y, si hubiera, “no podemos pagarlo tampoco”, sostuvo. En esas condiciones, como pudo, aprendió a arreglar celulares cuando le regalaron un aparato viejo y tenía que hacer lo posible para que funcionara. Este año, con la entrega de una netbook a través del Programa Conectar Igualdad, comenzó a ahondar sus conocimientos en la tecnología. Y tras ganar un concurso literario contó que un periodista de la zona le gestionó un celular táctil nuevo “que me llegó cerrado en la cajita y todo”. Pero con el uso que tiene “tarde o temprano va a fallecer”, dijo riendo un poco.

La falta de conectividad fue un problema para las comunidades durante la pandemia. Maximiliano contó que en su caso no pudo continuar sus estudios con normalidad y terminó adeudando algunos trimestres que ahora intentará recuperar. La finalización del secundario es otro requisito más a cumplir para perseguir su sueño de ser abogado, y un nexo para tener una escuela secundaria en la comunidad a la que pertenece, con el objetivo de reducir aunque sea en parte la deserción ya conocida entre sus pares. Pero el principal anhelo que lo guía en su presente es “transformar la comunidad”, a través de acciones como la aplicación que está desarrollando. Y para que su Pueblo sea entendido.

Maximiliano ganó la medalla de oro en las “Olimpiadas de Canguros Matemáticos”, y el primer premio en el Primer Concurso Provincial de Literatura (poesía de género). Uno de sus trabajos literarios aborda las realidades que atraviesan las comunidades originarias y quienes las integran y es el que se llegó a viralizar por las redes:

ÁNGELES A LA FUERZA

Todavía nos miran, como raros

Cuando saben bien quienes somos

En nuestras venas sangre indígena,

Es la que tenemos

No nos sorprende que nadie se nos arrime.

Sabemos a quienes pertenecemos

Desde niño nos criamos

Con gente con otro tipo de mirada

Desde niños caminamos junto a nuestros ancestros

Desde niños algunos son afortunados y otros no

Por culpa de gente que le gusta lo material

Que a lo largo de la historia, a nuestros mayores

Los han condenado a vivir en el olvido

Y solo los miran para usarlos como esclavos,

Trabajo en negro o la suma de un voto de elección

Mis palabras, nuestras palabras nacen del dolor,

De ver como el hambre convierte en ángeles,

A muchos de nuestros seres de pies descalzos

Duele demasiado esta infancia detenida,

La pandemia, la que más golpea a nuestro pueblo originario

La que no nos deja secar nuestras lágrimas

Despedimos a un ángel y viene otro por detrás

Mi hermana pequeña, no entiendo por qué

Un ángel es hoy también

Duele demasiado, saber que ya no está

No es fácil olvidar, que una mente maliciosa

Y el disparo de un arma

A la eternidad se la llevó

A un cielo sin fronteras, que muchos deben mirar

Hoy los derechos son iguales en el mundo entero,

El derecho a una buena vida para todos.

Fuente: Laura Urbano para www.pagina12.com.ar 

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