Hace hoy (16/8/22) cincuenta años, mientras intentaba registrar la fuga de 25 presos políticos que, después de copar la cárcel de Rawson tomar el aeropuerto de Trelew se escaparon a Chile, fue baleado quien esto escribe por un policía lugareño que, previamente, lo identificó junto a otros cuatro periodistas. Las esquirlas del fusil Fal y de la chapa del auto, donde estaba de espalda cuando ese oficial disparó, ingresaron al músculo lumbar derecho donde tres de ellas aún permanecen.
En ese invierno frío, nuestros 24 años estaban calientes como las horas dramáticas que se vivían en todo el país, ignorante nuestra generación que la dictablanda de Alejandro Agustín Lanusse sería un juego de niños frente a lo que vendría cuatro años más tarde, cuando exclusivamente con sangre se escribió la historia.
A 36 milímetros del hígado y 0,50 cm de la columna vertebral, tengo aún los regalos que dejó en mi cuerpo el oficial de policía de Chubut que tiró con fusil Fal al auto donde estaba con Héctor Gabriel Castro (murió en 2021). Pepe recorría entonces el aeropuerto de Trelew entre la maraña de 120 periodistas que habían viajado de Buenos Aires para cubrir los coletazos de la fuga de 25 prisioneros -24 horas antes, día de la Virgen de Santa María, dicho esto sin segunda intención- y copamiento de la cárcel de Rawson, llena de presos políticos (la mayoría muchachos que optaron por los fierros, en los albores setentistas). Los otros colegas que estaban en el Fairlane verde oscuro con techo vinílico negro eran Armando Vidal, de Clarín; Adolfo Zamit, sub-director del diario local “Chubut” -ya fallecido- y Manolo Martínez, fotógrafo de The Associated Preess, que nos envió a los dos al sur.
Llegando a la cárcel, al bajar del auto, Martínez empezó a sacar fotos, guardiacárceles a la distancia confundieron -una época en que todo se confundía- el zoom con algún arma, empezaron a tirar sin hacer blanco; el policía chubutense y dos agentes cercanos pidieron identificación, pero tras mostrarlas abrieron fuego cuando ya estábamos en el Fairlane. Me dieron sólo a mí: seis esquirlas (dos de bala, cuatro de la chapa del coche); ya en Buenos Aires, me operaron y me sacaron tres. A la semana siguiente, con la bronca adolescente de no poder cubrir los sucesos de primera mano por el postoperatorio, ocurrió la masacre de 16 presos políticos, con lo que significó eso, porque no sólo mataron a esos muchachos.
*Periodista.