Constructivismo, cognitivismo, conductismo y el enfoque por competencias: ideas clave. En el quehacer docente, existen aspectos esenciales que no podemos dejar de lado, uno de ellos es el conocer los referentes fundamentales sobre los cuales se asienta la pedagogía actual.
Dentro de ellos, las corrientes pedagógicas constituyen un elemento central, que nos puede ayudar a entender y a encontrar respuestas a problemáticas recurrentes que plantean la enseñanza y el aprendizaje, además de que sustentan muchas de las estrategias, enfoques y metodologías educativas de hoy en día.
Nuestra labor debe ir acompañada de una revisión constante de estos referentes, ya que independientemente del enfoque sobre el cual basemos nuestro trabajo, siempre podremos encontrar en ellos apoyo y pautas para reflexionar sobre los hechos que nos encontramos a diario en las escuelas. Dentro de las corrientes pedagógicas, existen algunas que nos resulta imprescindible revisar; a continuación te presento cuatro de ellas, las cuáles nunca debemos perder de vista:
CONDUCTISMO
Tiene como fundamentos los estudios realizados en psicología por Iván Pávlov y John Broadus Watson, conocidos por remarcar el vínculo entre sus propuestas teóricas y el carácter experimental de la psicología. Esta relación con la investigación aplicada adquirió renombre a partir de 1940, pero sus raíces se remontan a principios del siglo XIX, en los hallazgos obtenidos en la investigación básica, que en ese entonces se dirigía a explicar las condiciones en las que ocurre —o no— la adquisición, el mantenimiento y la generación de conductas. Los conocimientos teóricos generados propiciaron reflexiones en torno a dos temas de valor para la educación: el aprendizaje y el desarrollo. Así, la pedagogía se nutrió de la psicología conductual para observar a la enseñanza como algo estructurado y susceptible de ser guiado por los principios del condicionamiento operante, el cual, en el contexto escolar, busca que los alumnos adquieran un amplio repertorio conductual que pueda traducirse en ventajas sociales para ellos. Simultáneamente a la formulación de este concepto, Burrus Frederick Skinner desarrolló un sistema pedagógico, una de las propuestas más relevantes del conductismo: la enseñanza programada. Desde su perspectiva, la enseñanza tradicional presenta algunas deficiencias que obstaculizan el aprendizaje, como la instrucción colectiva, que provee al alumno de más consecuencias aversivas que positivas, y la inadecuada secuenciación de los materiales educativos. El reconocimiento de estas insuficiencias en la enseñanza propició que Skinner diseñara una serie de consideraciones, aceptadas mayormente en las décadas de los sesenta y los setenta, como definir objetivos educativos conductuales. Sin embargo, una de sus mayores críticas es omitir el componente afectivo-emocional, pues pareciera concebir al alumno como un agente pasivo que sólo reacciona a las condiciones ambientales a las que está expuesto.
COGNITIVISMO
Está orientado por la ciencia cognitiva, un movimiento desarrollado desde 1950 que influyó tanto a la ciencia como a algunas disciplinas sociales y de humanidades. El psicólogo Jerome Seymour Bruner, uno de los principales actores en la llamada “revolución cognitiva” (la cual planteaba un modelo formal de la mente para explicar el conocimiento humano), aseguró que el principal objetivo de ésta fue recuperar el estudio de la mente en las ciencias humanas tras un largo periodo de fuerte objetivismo, lo cual se explica al considerar que lo cognitivo es el paso sucesivo del conductismo. Este enfoque establece habilidades para orientar los procesos mentales de información, representación y acción, que bien pueden entenderse como los pasos que cambian los conocimientos adquiridos con anterioridad por otros generados en el intercambio de la información. La información, de acuerdo con Bruner, se organiza en clases ya establecidas o por construir; es decir, el significado existe antes de la información. Luego, la representación es un conjunto de reglas mediante las cuales se puede conservar aquello experimentado e ingresa en la memoria a través de imágenes, eventos o palabras que servirán de herramientas para realizar operaciones mentales o acciones, como tomar una decisión o solucionar un problema. El aprendizaje constituye la síntesis de la forma y el contenido recibidos por las percepciones, mismas que actúan de forma personal y, a su vez, están influidas por antecedentes, actitudes y motivaciones individuales. El aprendizaje se vincula no tanto con lo que hacen los estudiantes sino con lo que saben y cómo lo adquieren; por lo que el conocimiento obtenido es una actividad mental que implica una clasificación interna y una estructuración por parte del estudiante que así, al realizar estas acciones, se transforma en un participante activo del proceso de aprendizaje. Al considerar al ser humano como un organismo que realiza una actividad fundamentada en el procesamiento de información, la pedagogía cognitiva muestra una nueva visión del ser humano y reconoce la importancia de cómo las personas organizan, acoplan, filtran, reintegran y evalúan la información en esquemas mentales que son empleados para acceder e interpretar la realidad.
CONSTRUCTIVISMO
De acuerdo con esta corriente el conocimiento no se descubre, se construye; por eso considera como verdadera a la enseñanza que ayuda al desarrollo de la persona, y en función de la cual se puede explicar y valorar cada aprendizaje particular. Tiene como fundamento cuatro acciones básicas que el educador debe considerar al diseñar las experiencias educativas:
1. Partir de la estructura conceptual de cada alumno; es decir, de sus ideas y pre-conceptos.
2. Prever la repercusión en la estructura mental y el cambio conceptual que se espera al efectuarse la construcción activa del nuevo concepto.
3. Confrontar las ideas y preconceptos con el concepto que se enseña.
4. Aplicar el nuevo concepto a situaciones concretas.
Respecto al segundo punto, se debe entender que el aprendizaje real se produce a partir de sus conocimientos previos y las construcciones que realiza cada alumno al modificar su estructura mental, esto con la finalidad de alcanzar un mayor nivel de complejidad, diversidad e integración frente al mundo. Por su carácter constructivo, esta corriente puede emparentarse con la Escuela Activa, pues igualmente propone un aprendizaje opuesto a la mera acumulación de información, pero con un matiz diferente: ante la disyuntiva entre educar o instruir, lo importante no es informar al individuo ni instruirlo, sino desarrollarlo, humanizarlo. Jean Piaget (1896-1980), quizá su mayor representante, propuso —a diferencia de los conductistas— que en los aspectos cognitivos y sociales del comportamiento, el hombre no es únicamente producto del medio ambiente o de sus disposiciones internas, sino una construcción propia, un resultado paulatino de la interacción entre estos factores. Asimismo, se interesó por las principales características del desarrollo cognitivo y diferenció cuatro periodos a través de los cuales se construyen las nociones, conceptos y operaciones lógico-formales:
1. Etapa sensoriomotora, de 0 a 2 años. En ella se aprende a responder por medio de la actividad motora a diversos estímulos que se presentan a los sentidos. Un ejemplo de esto ocurre cuando los bebés no sólo ven y escuchan los juguetes que están a su disposición, sino que aprenden a sacudirlos y hasta a chuparlos.
2. Etapa preoperacional, de 2 a 7 años. Se caracteriza porque aún no se desarrolla la capacidad para pensar de manera lógica; pero es posible manejar el mundo de forma simbólica. Es decir, los niños pueden ya imaginar que hacen algo aun-que no puedan realizarlo realmente.
3. Etapa de las operaciones concretas, de 7 a 11 años. Incrementa notablemente la capacidad para el razonamiento lógico, aunque todavía a un nivel muy concreto, es decir, el pensamiento sigue vinculado a lo que se conoce y se sabe hacer en la práctica, por lo que sólo es posible razonar acerca de las cosas con las que se ha tenido experiencia directa.
4. Etapa de las operaciones formales, de 11 a 15 años. Se presenta en la adolescencia y continúa a lo largo de la vida. Su principal característica es que el individuo puede prescindir del contenido concreto de las cosas y puede situarse en lo abstracto. En ésta es posible valorar la verdad o falsedad de proposiciones abstractas, analizar fenómenos complejos en términos de causa-efecto.
ENFOQUE POR COMPETENCIAS
Respecto a las competencias, la Recomendación 26/92 de la UNESCO expresa que “se refieren a las capacidades complejas que desarrolla una persona y poseen distintos grados de integración. Se ponen de manifiesto en una gran variedad de situaciones correspondientes a los diversos ámbitos de la vida humana, personal y social. Son expresiones de los distintos grados de desarrollo personal y participación activa en los procesos sociales. Toda competencia es una síntesis de las experiencias que el sujeto ha logrado construir en el marco de su entorno vital amplio, pasado y presente”. En su libro Construir competencias desde la escuela, Philippe Perrenoud, uno de los más reconocidos investigadores de este enfoque, apunta que “las competencias permiten hacer frente a una situación compleja, construir una respuesta adaptada. Se trata de que el estudiante sea capaz de producir una respuesta que no ha sido previamente memorizada”. Se puede concluir que orientar la acción educativa desde este enfoque permite aplicar lo aprendido a la resolución de problemas prácticos; pues ni el conocimiento ni la práctica son útiles como herramientas aisladas.
CARACTERÍSTICAS DEL ENFOQUE POR COMPETENCIAS
• Proporcionan la capacidad de saber hacer; es decir, aplicar a la solución de problemas de la vida profesional y personal los conocimientos, habilidades, actitudes y valores.
• Promueven el desarrollo de capacidades más que asimilación de contenidos, aunque éstos están siempre presentes a la hora de concretarse los aprendizajes.
• Preparan al alumno para enfrentar nuevos desafíos en su vida diaria relaciona-dos con su crecimiento como persona.
• Su planteamiento supone que todos los estudiantes serán capaces de desempeñarlas, lo que les permitirá comprender el mundo e influir en él. • Conllevan al establecimiento de procesos de aprendizaje autónomos a partir de la acción directa del alumno; es decir, pasar del enseñar al aprender.
• Implican una participación eficaz del alumno en los ámbitos político, social, profesional y cultural.
• Tienen un carácter integrador, relacionado con los conocimientos, procedimientos y actitudes.
• Permiten integrar y relacionar los aprendizajes con distintos tipos de contenidos, utilizarlos de manera efectiva y aplicarlos en diferentes situaciones y contextos.
• Son transferibles, ya que refuerzan y complementan los procesos de aprendizaje actuales y ulteriores, lo que permitirá a los estudiantes la adquisición de otras competencias.
• Tienen un carácter interdisciplinar y transversal, ya que integran aprendizajes procedentes de diversas disciplinas académicas.
• Promueven el aprendizaje a lo largo de toda la vida.
Jacques Delors, en su artículo “Los cuatro pilares de la educación”, establece cuatro competencias que todo estudiante debe desarrollar al transitar por su proceso educativo, para adaptarse y enfrentar exitosamente un mundo en permanente cambio:
- Aprender a hacer: para influir en su propio entorno.
- Aprender a conocer: adquirir los instrumentos de la comprensión.
- Aprender a convivir juntos: para participar y cooperar con todos los demás en las actividades humanas.
- Aprender a ser: integra elementos de aprender a hacer, a conocer y a convivir juntos.
CONCLUSIONES
Es de suma importancia conocer, y en su caso, re-descubrir los fundamentos teóricos que sustentan la pedagogía actual, ya que esto nos permitirá tener un panorama más amplio ante las situaciones y problemáticas que enfrentamos en la educación actual.
Referencias:
Delors, Jacques (1994), “Los cuatro pilares de la educación”, en La educación encierra un tesoro, México, UNESCO
Una Mirada a las Teorías y Corrientes Pedagógicas. Compilación, Colegiado Nacional de Desarrollo Educativo, Cultural y Superación Profesional, SNTE 2013