jueves, marzo 28, 2024
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Grieta, universidad y ciencia

LA UNIVERSIDAD Y LA CIENCIA NO SON PATRIMONIO DE NADIE Y LE PERTENECEN AL PUEBLO. ANÁLISIS DEL PROFESOR ROCCO CARBONE, UN FILÓSOFO ITALIANO NATURALIZADO ARGENTINO, ESPECIALISTA EN FILOSOFÍA DE LA CULTURA, DISCURSIVIDADES Y PROCESOS POLÍTICOS Y CULTURALES DE AMÉRICA LATINA. 

Universidad es el todo, lo omnicomprensivo y en tanto institución pretende representar la universitas del saber, de la cultura, de la ciencia. En función de su nombre, la Universidad en tanto institución da una orientación hacia el todo. Universitas nombra el conjunto de seres o el conjunto de objetos que forman parte de cualquier colectividad. Cicerón en el De natura deorum (44 a. C.) –un diálogo filosófico que discute las teologías de los filósofos griegos y romanos– hablaba de universitas rerum y de universitas generis humani. O sea, de la totalidad de las cosas que componen el universo y de la totalidad de las personas que integran la humanidad. Hoy en día cada vez que decimos Universidad estamos usando una categoría reflexiva que se aplica al terreno cultural y al terreno científico y tecnológico. Y en su vertiente institucional nombra una institución científica y cultural que apunta a comprender la totalidad de las distintas vertientes del conocimiento. La Universidad atañe a las formas de preparación cultural, científica, tecnológica para el ejercicio de las distintas profesiones intelectuales.

La Universidad y la Ciencia tienen un vínculo muy estrecho con el concepto y la práctica política de la democracia. El trabajo intelectual de la docencia, de la ciencia, de la investigación tienen que ver con la libertad de pensamiento, de opinión crítica y de expresión. El trabajo que llevamos a cabo en la Universidad y en el sistema de Ciencia y Técnica hace al pensamiento crítico (crítico de sí mismo y crítico de las cosas que observa). Ese pensamiento surge de la controversia, de la polémica, de la pluralidad de voces, de opiniones, de conceptos, de tradiciones. Y esa diversidad que configura el pensamiento crítico es inherente, también, a una sociedad democrática.

La actividad científica/académica es inherente también a la cultura moderna. A esa cultura que se especifica por un incremento progresivo de especialización y por una creación progresiva de cultura y de ciencia. Un gobierno que provoca un cientificidio, que lo implementa como política de Estado, o sea, que pugna por sedimentar una cultura contraria a la producción científica y académica, se autodefine como un poder contrario al pensamiento crítico y por ende a la cultura democrática. El cientificidio, la falta de pluralidad de voces, conduce a distintas formas de autoritarismo y de muerte, material y simbólica. El autoritarismo de Cambiemos, contrario a la cultura democrática y contrario al pensamiento crítico, ha instalado la categoría de grieta. Categoría notable porque nos recuerda que no somos lo mismo. La grieta articula un sistema diferencial entre humanidad y subhumanidad o deshumanidad, entre vidas que valen, que cuentan, y vidas descartables o basureables. Cambiemos sitúa la Universidad y la Ciencia en el campo del descarte y de la basura, del otro lado de la frontera cambiemita. Por esto mismo el sistema de Ciencia y Técnica está atravesando una profunda crisis institucional.

El 19 de junio/19 el Directorio del CONICET expresó en su página institucional el  “acompañamiento a los reclamos en materia de mejoras salariales y de condiciones de trabajo que se plantean en cada uno de los estamentos del organismo y de la comunidad científica y tecnológica. Numerosos salarios, incluso, están por debajo de la línea de pobreza determinada por el INDEC. Esta situación se refleja también en los estipendios asignados a la planta de becarias y becarios del organismo, en todas sus modalidades” (https://www.conicet.gov.ar/comunicado-del-directorio-del-conicet-4/).

Porque el pensamiento crítico se sitúa más allá de la grieta, se lleva a cabo una campaña de desprestigio de la Universidad y la escuela pública, y por esto mismo estallan escuelas que se llevan la vida de sus trabajadorxs en la zona de Moreno. Y puesto que están más allá de grieta, lxs estudiantes de la Universidad Nacional de General Sarmiento tienen negado el acceso al boleto estudiantil.

Las condiciones materiales de la Argentina actual y las dificultades crecientes de la vida impiden o frenan el acceso, la permanencia y el egreso de la Universidad. Impiden o frenan el pleno desarrollo de la función de la Universidad y de la Ciencia. Aceleran la fuga de cerebros. El macrismo ha puesto en estado de crisis los medios de estudio en el presente y de seguridad en el porvenir. Nos ha mostrado los límites horrorosos de lo que el capitalismo nos propone. Se ha definido como un proyecto socialmente excluyente y de opresión de la vida del campo popular. Y ahora pretende radicalizar sus posturas. Radicalización que aparece inmediatamente si miramos la nueva fórmula presidencial Macri/Pichetto, que de alguna manera implica la promesa de una bolsonarización de la vida política nacional.

No puede pensarse ninguna propuesta de acción, ningún programa sin tener en cuenta la tradición inmediata, y el estado presente, real de la Universidad y la Ciencia. En el sector del conocimiento –Universidad, Ciencia y Tecnología– en los años populistas se impulsó la idea de democratización. La cuestión de los derechos, su expansión, tocó también el sistema universitario y el sistema científico. Luego de los años neoliberales, con la refuncionalización del Estado se garantizaron ciertos derechos, que el macrismo fue poniendo en estado de crisis, eliminando o negando. Si bien la democratización ayudó a ampliar el sistema universitario y a expandir el sistema científico, no conmovió las bases de una Universidad y una Ciencia elitistas. El elitismo, en todas sus manifestaciones, es contrario a la ética, a la justicia social y a una democracia de alta intensidad (orientada por el poder popular).

La categoría de democratización en tanto experiencia histórica nos ofrece indicaciones y enseñanzas, nos ofrece una suerte de tradición consolidada. Pero para el cumplimiento fecundo de la misión cultural y científica de la Universidad y la Ciencia tal vez haya que radicalizar esa categoría. Radicalizarla para acompañar ese nuevo ciclo político que debe empezar en octubre. Y esa nueva categoría que debe tomar como base y punto de partida el proceso de desarrollo anterior, la democratización, es la universalización. Proyecto de acción futura, búsqueda de nuevos caminos, realización de nuevos esfuerzos. La categoría de universalización puede perfeccionar la dirección y los métodos de actuación de la democratización.

Universalización quiere decir que el conocimiento no debe ser de una minoría privilegiada sino de la totalidad de los hombres y las mujeres y les queer, que deben tener en la democracia igualdad universal de derechos y comunión de responsabilidades. El derecho universal al conocimiento es uno de los derechos humanos fundamentales. Implica al mismo tiempo el deber universal de cooperar en su desarrollo y una responsabilidad colectiva total respecto de su progreso. En un próximo gobierno que exprese una alternativa popular, podría postularse acaso la categoría de universalización –transformada colectivamente en programa de gobierno para el sector del conocimiento– con vistas a formar un pueblo enteramente culto a partir de la creación de un sistema de Ciencia y Universidad masivo y de alta calidad. Masividad y calidad no son elementos significativos opuestos. Masificación quiere decir hacer realidad el acceso al sistema de conocimiento a los más amplios sectores sociales. Una Universidad y una Ciencia elitistas no tienen ni impacto ni significación social. Y la calidad debe implicar todas las funciones y actividades de las instituciones del conocimiento (formación, investigación, extensión, innovación, transferencia, docencia).

Universalizar el conocimiento es el derecho –no individual sino social– al acceso ilimitado al conocimiento durante toda la vida. En cuanto a la Universidad, quiere decir ingreso (sin exclusiones), permanencia y egreso con un sentido académico y social. El objetivo de la categoría –que debe implicar la elaboración de un programa de acción y gobierno– debe ser alcanzar la cultura general integral del pueblo argentino. Significa la ampliación de las oportunidades de acceso al sistema universitario y de ciencia y tecnología, el acercamiento de esos sistemas a lxs hijxs de clase trabajadora. Significa también la construcción de conocimiento y de formación política, ideológica y profesional sin exclusiones –de edad, género, etnia, lugar de residencia, nacionalidad, extracción social, influencias culturales–. El objetivo general es crear un sistema universitario y de ciencia y tecnología de masas. Universalizar el conocimiento tiene el sentido de formar a profesionales de tipo intelectual de la clase trabajadora. Para que habiten nuestras instituciones y para que asuman distintos roles sociales y se preparen para el trabajo. Estos operarán como correas de transmisión entre sistemas aún elitistas y los saberes y la organización populares.

Universalizar quiere decir acaso hacer estallar por crecimiento y propiedad colectiva las categorías históricas que llamamos “Universidad” y “Ciencia”. Significa potenciar la democratización, contribuir a desarticular la desigualdad estructural y latinoamericanizar nuestras instituciones. Latinoamericanizar quiere decir sobre todo que la Universidad y la Ciencia puedan/sepan responder a las necesidades sociales y culturales de nuestros pueblos, a las necesidades y las potencialidades de cada uno de nuestros países. Significa también crear un sistema de Ciencia y Universidad más abierto respecto de sus procesos  pedagógicos y de producción de conocimiento. El desdén cientificista a los saberes populares reifica la dominación. El capital entendió perfectamente esta cuestión: para capturar los saberes de obrerxs,  campesinxs,  pescadorxs,  indígenas,  afros, migrantes,  hace falta subalternizarlxs, deslegitimarlxs. Y la Universidad, la Ciencia actúan como polos legitimadores de saberes. Necesitamos legitimar esos saberes, sin esencializarlos, poniéndolos en circulación, diálogo y debate con el conocimiento que producimos. Latinoamericanizar quiere decir desarticular la naturaleza elitista y enclaustrada del conocimiento y habitarlo por las lenguas, los saberes, las culturas de matriz popular. Desde ya, esto no significa ni implica borrar el acervo histórico occidental sino recuperarlo críticamente, ponerlo en diálogo y debate –en estado de igualdad– con los saberes nuestroamericanos.

Universalizar quiere decir derrotar la ofensiva imperialista sobre los pueblos de América Latina. En la Argentina significa cerrar definitivamente el ciclo cambiemita. No hay universalización del conocimiento sin lucha. La Universidad tiene una misión de cultura (creadora de cultura) y de ciencia (investigación científica), pero necesita la colaboración del ambiente social en el que está situada, que es lo que solemos llamar “territorio”. Su acción política consiste en lograr la colaboración sostenida del territorio. Guevara destacó la necesidad de esa acción política con una hermosa frase del discurso que pronunció en la Universidad Central de las Villas el 28 de diciembre de 1959, al recibir un doctorado honoris causa: “¿Qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo”.

Fuente: Rocco Carbone para https://www.elcohetealaluna.com/

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