jueves, marzo 28, 2024
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Vienen por la calidad

«La calidad educativa va a ser tema central del próximo gobierno». El ex-ministro de Educación, Daniel Filmus, cree que el gran desafío del sistema es la transformación del nivel secundario.

El hambre de los chicos, la infraestructura escolar y la recuperación de la paritaria docente son para Daniel Filmus los tres ejes urgentes que debería encarar quien asuma el gobierno a partir del 10 de diciembre. Para el sociólogo y actual diputado nacional, quien fue ministro de Educación entre 2003 y 2007, «el desafío es pensar al mismo tiempo las urgencias y los temas de mediano y largo plazo», como debatir una transformación en la escuela secundaria, además de la formación y la carrera docente.

—¿Qué temas considera prioritarios para el próximo gobierno?

—Creo que la próxima gestión tiene temas de urgencia y otros que son más estratégicos. Si imagino alguien que asuma como ministro de Educación imagino a alguien que el 11 de diciembre esté pensando en cómo resolver el tema del hambre, no un tema pedagógico. Imagino que la principal preocupación de quien asuma va a tener que ver con qué hacer con los comedores escolares, porque los chicos están comiendo en la escuela y es para algunos el único espacio y apoyo estatal respecto de la comida. Y va a haber que tomar una definición respecto de las escuelas y de la apertura en verano: si es sólo para comedor, como sostenerlo y cómo incluir actividades que tengan que ver con recreación. Ese va a ser un tema, porque estamos en una realidad donde, de acuerdo a la última estadística, el 53 por ciento de los chicos que son pobres. Y si metés eso en la escuela pública resulta que el 80 por ciento de los chicos de escuela pública son pobres. Una buena parte de esos están golpeados por el hambre. Entonces, me parece que hay, por lo menos, tres temas que el próximo ministro va a tener que tener en cuenta en lo urgente: la comida, el tema de la infraestructura y la paritaria nacional. Las escuelas tienen una característica particular, que es que solo se pueden arreglar durante el receso de verano. Como hemos visto en estos años, se ha deteriorado mucho la infraestructura. El caso máximo fue el de Moreno (provincia de Buenos Aires), donde una explosión costó la vida de dos trabajadores de la educación. Pero es un tema que hay que resolver durante el verano y la Nación tiene que apoyar a las provincias. Y con respecto al tercer tema, la discusión respecto de la recuperación de la paritaria nacional también es del 11 de diciembre. Entonces, el impacto de la asunción va a tener que ver con cuestiones inminentes y a partir de ahí empezar a pensar una agenda educativa que, desde mi perspectiva, está muy vinculada a lo que no hizo este gobierno, como cumplir con las leyes de la educación. En educación las leyes son planes de gobierno de mediano y largo plazo. La ley 1.420 es de 1884 pero cumplirla llevó cien años, porque recién durante los 70 la Argentina metió al 95 por ciento de los chicos en la escuela primaria. Pero las leyes educativas hoy no se cumplen, como el fondo de compensación salarial o el financiamiento educativo, que se pasó del 6,2 al 5,1 del PBI invertido en educación. Lo mismo la ley de educación técnica, donde no solo no funciona el Inet (Instituto Nacional de Educación Tecnológica), sino que del 0,2 por ciento nacional el Inet tiene menos del 0,1. Es una cosa tremenda cómo se desfinanció la escuela técnica. También la ley de Educación Sexual Integral (ESI) y la de educación nacional, que te fija como obligatoria la sala de cuatro, la escuela secundaria y te plantea avanzar hacia una segunda lengua, con jornada extendida para la primaria y terminar con los profesores taxis. Hay reformas pedagógicas profundas que están en la ley.

—¿No es posible entonces pensar en un proyecto educativo con la mitad de los pibes por debajo de la línea de pobreza?

—El desafío es pensar al mismo tiempo las urgencias, que tienen que ver con lo que va a pasar en el verano con el receso de la educación, y los temas de mediano y largo plazo. El tema de la calidad de la educación va a ser el tema central del futuro gobierno. Nosotros hemos avanzado muchísimo en la sala de 4, que se puso por ley que sea obligatoria. Hemos avanzado y prácticamente ya estamos cerca del 80 por ciento de la matrícula. En sala de 5, arriba del 95 por ciento de los chicos argentinos están en la escuela. Y en la secundaria ya llegamos a que dos de cada tres se reciban y que cerca del 85 por ciento esté en el último año de la escuela secundaria. Quiere decir que ha habido avances enormes, pero en lo cuantitativo todavía hay que completar estos dos niveles. Ahora bien, que los chicos vayan a la escuela no significa que aprendan lo que escuela promete enseñarles. Me parece que la asignatura pendiente para toda la ciudadanía, las madres, padres y los propios chicos, es la calidad de la educación. Y en ese sentido tenés que hablar de políticas de Estado que vayan más allá de los calendarios electorales, tienen que ver con capacitación y formación docente de base, el trabajo en cada una de las escuelas, tomando como unidad de capacitación no al docente sino a la propia escuela. Hay una cuestión que dice la ley que es muy polémica, que me parece imprescindible avanzar, que es cambiar la estructura de la carrera docente, diversificándola. Me parece que ese es un tema central. Y en el tema de la calidad hay que terminar con los profesores taxis, terminar con el fraccionamiento que tiene la escuela media, avanzar en una segunda lengua y las nuevas tecnologías. Los desafíos son enormes.

—Hay cifras que dicen que hay cerca de un millón de jóvenes que no busca trabajo ¿Que respuestas debería dar el Estado?

—Primero habría que mirar en detalle esa estadística, porque esconde que buena parte de ese millón son mujeres que se retiraron de la escuela o del mercado de trabajo porque han formado familia, han tenido un hijo o hacen tareas hogareñas. Eso exige una política muy particular, exige no solo política educativa sino articularla con políticas sociales y económicas para que se integren. Pero voy a responder por la negativa: hay que hacer lo contrario de lo que dijo Patricia Bullrich. No tienen que ir a Gendarmería, tienen que estar en la escuela. Y si la escuela necesita incorporar jardines maternales e infantiles para que esas chicas puedan estar dentro de la escuela, me parece que es parte del desafío que hay que tener. El mayor integrador de chicos de 16 a 18 años en la escuela media fue la Asignación Universal por Hijo, que logró que baje la población económicamente activa de los 16 a los 18 años como 4 o 5 puntos. Eso en ningún país pasó. Pero que la retribución que recibe la madre esté vinculada a que su chico esté en la escuela funcionó y logró que chicos que trabajaban y estudiaban solo estudien. Y que muchos chicos que no estudiaban ingresen a la escuela.

—¿Es la escuela secundaria el nudo principal a trabajar y repensar?

—Sí, yo creo que es el gran desafío de la Argentina. Porque así como en el nivel inicial es un tema cuantitativo pero tiene en claro para qué sirve, la primaria también, la escuela media quedó en el medio y hay que rediscutir su función social. Y también cambiar el modelo pedagógico. No se puede seguir en la escuela media con profesor taxi y con el conocimiento fragmentado cuando en realidad el objeto de estudio es totalmente integrado y multidisciplinar. Es muy difícil seguir con la escuela media tal como la tenemos en la mayor parte del país: sin gabinetes psicosociales, sin tutores, sin una institucionalidad inclusiva que les permita a los chicos adaptarse a un modelo pedagógico que choca y que es muy diferente a la escuela primaria. Y lo que hay que tener es una escuela media mucho mas exigente también. Nuestra preocupación tiene que ver que no solo entregue un certificado, sino que esté respaldado en los saberes que los chicos aprenden. Eso me parece que es fundamental. Tenemos en su mayoría una escuela media que ve como reñido la inclusión con la exigencia, que cree que la inclusión se basa en bajar la exigencia.

—¿Qué cambios habría que pensar en la formación docente?

—La universidad se queja de la formación con la que llegan los chicos, pero la universidad es la responsable de la formación de casi la mitad de los profesores que forman a esos chicos. Algo está pasando. Necesitamos una formación docente que en primer lugar recupere el papel del Instituto Nacional de Formación Docente (Infod). Si hay algo que es debatible de la década del 90 es haber transferido los profesorados a las provincias. Y esa transferencia sin los recursos también generó mayor desigualdad entre los profesorados. Entonces vos tenés en la Argentina cerca de 1500 profesorados que dependen de las jurisdicciones, que son muy desiguales respecto de la formación que les pueden dar esos profesorados. Muchos están en pequeñas ciudades y pueblos donde más que profesorados son una alternativa para que los jóvenes no se vayan del lugar, porque no pueden ir a una ciudad grande donde está la universidad. Necesitamos mejorar esos profesorados y trabajar desde el Infod igualando las condiciones de todos los institutos. También articular los profesorados con la universidad y con las escuelas. Habíamos empezado un proyecto que tenía que ver con que cada profesorado trabaja con un núcleo de escuelas, principalmente de sectores carenciados, que sus prácticas y preocupaciones estaban centradas en cómo se trabaja en una pedagogía con estos sectores hoy mayoritarios en la escuela pública. Y no quiero dejar de mencionar el tema de la transformación de la carrera docente, que hace a la formación. Hoy un docente para ganar más, en el contexto de salarios precarios que se tiene, debe cumplir años, lo cual no es ningún merito ¿Y que otra forma tiene de ganar más un docente? Alejarse del aula, ganar concursos para ser secretario, vicedirector, director o supervisor. En La ciudad de Buenos Aires son director de área adjunto cuando ganás todos los concursos, pero ese no ve nunca a un alumno, solo firma papeles. Lo que pasa es que los mejores docentes, para ganar más, se van del aula. Nosotros necesitamos primero que todos empiecen por el aula, cumpliendo allí unos diez años. Y diversificar la carrera, para que el que quiera seguir gestión lo haga y el que quiera seguir en el aula tenga la posibilidad de mejorar su salario estando en el aula. Y si está en el aula de primer grado mejor. Y si está en la de barrios mas carenciados mejor todavía. Pero eso tiene que ser retribuido de manera diferencial. Porque sino empiezan a dar clases en las escuelas más alejadas de su casa con los chicos mas humildes y a medida que van avanzando en la carrera se acercan más a sus casas, lo que es natural. Pero entonces los chicos mas humildes son los que tienen maestros y profesores que rotan permanentemente. Una vez que aprendieron la cultura popular, como es comunidad se van. Yo creo que un tema fundamental es generar las condiciones para que el Estado, a través de una retribución salarial adicional, premie a quienes están en el aula en las condiciones mas difíciles.

—¿Qué perfil tendría que tener el nuevo ministro de Educación?

—No es tan importante el nombre del ministro sino la decisión de avanzar en un camino parecido como ocurrió en el 2003, con un presidente que coloque a la educación, a la universidad y a la ciencia y la tecnología en el eje central de la definición de un modelo de desarrollo distinto al que tiene Macri. El modelo de Macri implica un 20 por ciento de la sociedad muy cualificado y un 80 por ciento descualificado. El modelo primario, agroexportador, de especulación financiera, donde las únicas empresas que se benefician son las de servicios públicos monopolizados, no necesita una población altamente calificada. Que es necesaria para un modelo industrial, inclusivo, integrador y que exige la capacidad de crear valor por el trabajo o con la innovación científica y tecnológica que haga crecer el país. En ese contexto, con ese modelo, la educación va a ser imprescindible, no es que es una opción apostar a la educación o no. Es imprescindible si todos van a estar incluidos. Pero si como hoy, yo pienso que los chicos «se caen en la escuela pública» y pienso que esos no van a necesitar alta capacitación porque no van a tener un puesto de trabajo sustantivo estoy en un problema.

—¿Volverías al ministerio?

—No lo tengo como horizonte.

Fuente: Matías Loja para https://www.lacapital.com.ar/

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