jueves, abril 18, 2024
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Hijos de cartoneros

TENDENCIAFernando Armoa tiene 21 años y se crió en la Villa Itatí. Cuando era chiquito cartoneaba junto a su familia por la mañana e iba «como podía» a la escuela por la tarde. Por varios años fue alumno del apoyo escolar en la Cooperativa de Cartoneros del barrio, lo que le permitió terminar la escuela.

Como Fernando, hay muchos jóvenes hijos de cartoneros que, gracias a la contención que recibieron en la institución, más el esfuerzo y la voluntad propia, lograron salir adelante y hoy estudian una carrera universitaria.

«Entré a la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y voy a seguir Terapia Preocupacional», dice el joven, con una sonrisa en la cara, sentado en lo que quedó del galpón donde funcionaba el apoyo escolar.

Cuenta que pasó por varias carreras antes de elegir la adecuada. «Me di cuenta de que me gusta trabajar con niños y personas mayores, y ser solidario», explica. Desde 2013, Fernado forma parte del equipo de educadores del apoyo escolar, que ayudan y contienen a los jóvenes del barrio.

Miguel Bordó es vecino de toda la vida de Fernando. Terminaron juntos el colegio y continuaron el mismo camino. «Empecé junto a Fer como educador. Ayudamos a los chicos por la mañana con las tareas, los acompañamos y jugamos con ellos. Y por la tarde estudio Informática en la UNQ», comenta Miguel, que tiene 19 años y es quien «arregla todo en materia de computación» en la cooperativa.
«En mi caso -dice Fernando- somos nueve hermanos. Algunos habían dejado la escuela y decidieron volver porque me ven que sigo estudiando. Soy el primero de la familia que está en la universidad.»Ambos jóvenes entienden que la comunidad los reconocen como referentes, como ejemplos de que se puede salir adelante. «Mi mamá terminó este año la secundaria. Se contagió de mí -asegura Miguel, que es hermano mayor de cuatro mujeres y otra que viene en camino, y el primer universitario de su familia-. Creo que también para los familiares que no llegaron a terminar es un orgullo ver que seguís.»

En sintonía con los jóvenes, Carolina Sánchez empezó a estudiar Trabajo Social en la Universidad Nacional Arturo Jauretche, de Florencio Varela, para darle el ejemplo a su hijo de 10 años, Dylan.

«En realidad no quería estudiar -admite Carolina-. Hace 13 años que trabajo en la cooperativa, coordino junto con Beatriz Lusiuk el apoyo escolar y me decían que tenía que estudiar algo. Hoy tengo 33 y estoy por arrancar el segundo año de la carrera», dice esta mujer que quería poder compartir el estudio con su hijo.

Miguel sueña con tener junto a un amigo un local de reparación de computadoras. «Hay que poner ganas, también tiempo, pero sobre todo ganas de seguir y no bajar los brazos aunque te cueste. ¿Para qué? Para tener un futuro mejor, para poder llegar a ser alguien en la vida», concluye

Fuente: www.lanacion.com.ar

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