miércoles, abril 24, 2024
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Dos visiones, ¿dos educaciones?

El año lectivo cerró en el país, con un balance educativo pleno de visiones encontradas y contrapuestas, que muestra dos miradas, dos educaciones, dos sistemas de enseñanza en Argentina. El fin del año muestra a funcionarios optimistas por un lado, sindicatos docentes en un punto de menor confrontación y, en el otro extremo a especialistas y políticos no alineados con el gobierno con opiniones poco alentadoras sobre la enseñanza.

Si a los datos nos remitimos, y no a las declaraciones ni opiniones de esos sectores de la comunidad educativa, se puede decir que es llamativo que a más de 20 años de vuelta a paritarias del magisterio, y fuerte presencia de los sindicatos docentes en la política educativa, se siga reclamando lo mismo, y tratando las mismas cuestiones.

Salud docente, prevención de enfermedades de la profesión, estabilidad en el cargo, capacitación en servicio -es decir en horario de clase- eliminación de sumas «en negro» del salario de los maestros, cumplimiento de los 13 años de enseñanza obligatoria en el país y de los hoy 190 días de clase, siguen siendo parte de las agendas entre funcionarios y sindicatos.

También continúa formando parte de mesas de discusión a nivel nacional y provincial la crónica estadística de repitencia y abandono de los jóvenes en el nivel medio, que dos décadas atrás era de un 50 por ciento, y bajó a un 40 por ciento en los últimos años, sin cifras actualizadas, y también de alumnos con sobreedad de entre dos y tres años para la sección en la que cursan.

En parte de las 50 universidades nacionales, el panorama de la calidad tampoco cambió mucho con las gestiones ministeriales, dado que persiste el fuerte abandono en el primer año de las carreras de grado -se van cinco de cada diez- en una suerte de «filtro» encubierto para algunos, y se terminan graduando entre 19 y 20 estudiantes de cada 100 que ingresan.

El ministro de Educación, Alberto Sileoni, habitualmente no deja de admitir que «nos faltan muchas cosas», aunque suele subrayar que el sistema educativo argentino «no está en el Paraíso, pero tampoco es una tragedia educativa». Casualmente, la «Tragedia Educativa», es un libro del ex rector de la Universidad de Buenos Aires, Guillermo Jaim Etcheverry, en el que hace fuertes críticas a la reforma de los años ’90 de la gestión de Carlos Menem, que fracturó el sistema de enseñanza con nueve años de primaria y tres de polimodal, absorbió en los bachilleratos a las escuelas técnicas y propuso una suerte de flexibilidad al extremo con las exigencias a los estudiantes.

Seguramente los oscuros años de la ley Federal de Educación están atrás, también los de la crisis con retraso en el pago de sueldos y cobro en «bonos» para los maestros, y debido a ello que hoy los funcionarios se muestran con optimismo porque ven otro tipo de realidad y retos.

El equipo de Sileoni, y los ministros del Consejo Federal de Educación (CFE) de las provincias ven lejanos aquellos años supuestamente «dorados» de la educación pública, y gestionan para una época con otras valoraciones y paradigmas.
Para quienes quieren los grandes debates educativos, parece que no es momento, y en cambio las acciones y ejes de las gestiones nacionales y jurisdicciones apuntan a reducir algunos «incendios».

Las medidas van más a «atacar» algunos flagelos, entre ellos el embarazo juvenil que impide que la joven continúe en el sistema educativo y también la paternidad temprana, las adicciones, la exclusión de las tecnologías, la sobreedad y la repitencia, en estos dos últimos casos con mayor flexibilidad, en el primer grado que ya no se repite, en la primaria donde permitirán continuar cursando a alumnos ocn dos ó más años de los que corresponde.

Según Sileoni, al recordar hace 40 años la campaña para la educación de Adultos, de la que es especialista, sostuvo días pasados que «no miramos para atrás en un sentido nostálgico, como quien mira un pasado dorado que no se ha vuelto a repetir, porque hemos aprendido que no era tan dorado, que tenía sus luces y sus sombras».

En este marco, muchos quedarán con «las ganas» de desempolvar los «grandes debates» de la educación argentina, mucho más teniendo en cuenta que por el momento hay mucha dedicación a ciertas cuestiones, que no por importantes, deberían relegar las necesidades de una gran franja de matrícula que espera también la calidad.

Fuente: Laura Hojman para www.dyn.com.ar

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