viernes, abril 19, 2024
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La educación finlandesa

Qué está pasando con la educación en Finlandia: «Los profesores piensan en dejarlo». Las dificultades se acumulan en el país que había sido considerado el gran modelo a seguir. Recortes, reformas y polémicas que están creando insatisfacción entre los profesores.

Foto: Colegio de Helsinki (Finlandia). (EFE/EPA/Kimmo Brandt)

Desde que se convirtió en una referencia a nivel mundial por sus buenos resultados en PISA, nos gusta reflejarnos educativamente en Finlandia. Este año, la exministra de Educación Isabel Celaá citaba al país nórdico como una de las inspiraciones para la reforma del currículo español, junto a Gales, Escocia, Portugal o Quebec. Pero, desde hace más de una década, el malestar se acumula entre los profesores y las dificultades aumentan. Problemas en el paraíso.

Un botón. Hace unos años, el OAJ (Opetusalan Ammattijärjestö), el poderoso sindicato de profesores al que pertenecen el 95% de docentes, aseguraba que haría falta una inversión de alrededor de 1.000 millones de euros para poder volver a mirar a los ojos al resto de países del norte. Según sus cálculos, desde 2012 el dinero destinado a la educación se ha reducido en alrededor de 520 millones de euros al año.

«La última década ha sido muy difícil para la educación finlandesa»

Un trabajo recién publicado en ‘Policy Futures in Education’ explica que Finlandia ha adoptado una estrategia de “políticas rápidas” que está resultando contraproducente. Según sus autores, en los últimos años se han llevado a cabo una serie de reformas apresuradas. Más proyectos, más rápidos, más descontextualizados y más fragmentados; más inestabilidad, más privatización y menos inversión.

“La última década ha sido muy difícil para la educación finlandesa”, explica a El Confidencial Matti Pennanen, investigador de la Universidad de Jväskylä. “Se ha dado un gran salto hacia la digitalización, pero también ha habido problemas económicos, el descenso de la natalidad… Todas esas cosas han puesto a los legisladores en una posición complicada”.

Los autores se centran en las reformas realizadas durante la legislatura del conservador Juha Sipilä, que fue primer ministro entre 2015 y 2019. Un hombre de negocios que impuso reformas que no habían sido consensuadas con otros actores sociales como los sindicatos, recuerdan los autores. “El Gobierno renovó y deconstruyó la infraestructura educativa mientras recortaban la financiación”, explican en el trabajo. “Hubo poca coordinación entre la miríada de reformas que se estaban poniendo en marcha al mismo tiempo”.

“El gran cambio que se ha producido es que cada vez hay más proyectos”, añade Pennanen. Estos proyectos se agruparon bajo el paraguas “nueva educación comprehensiva”, que destinó 120 millones de euros a proyectos relacionados con un nuevo currículo, digitalización, promoción de la actividad física o formas experimentales de enseñar idiomas. “Muchas de estas reformas han provocado un aumento del trabajo administrativo: tienes que apuntarte para recibir financiación, ser evaluado, tienes la responsabilidad de rendir cuentas, y todo eso incrementa el trabajo administrativo”. A las grandes ciudades les ha ido bien. Pero las no tan grandes están empezando a sufrir graves problemas de financiación para implementar esos proyectos.

Docentes desbordados

Los profesores han sido tradicionalmente el pilar más importante de la educación finlandesa. Los requisitos para pasar a formar parte del cuerpo de docentes son de los más elevados de toda Europa. “Siempre han tenido una gran autonomía, y podían dar las clases como consideraban que era más apropiado”, recuerda Pennanen. Sin embargo, han sido también los grandes perjudicados por las reformas de los últimos años. Uno de los grandes ejemplos es el modelo de apoyo en tres niveles que se ha implementado para favorecer la educación inclusiva.

«Los profesores creen que no pueden enfrentarse a estos cambios educativos»

“Las reformas como esta les han dado mucho más trabajo, porque los estudiantes con necesidades especiales tienen que estar en el mismo aula que el resto, así que deben emplear más tiempo en atenderlos, pero el tamaño de las clases ha aumentado y no han recibido una formación específica”, recuerda el finlandés. Una de las quejas más frecuentes entre los profesores ha sido la de que este programa, que arrancó poco antes de la crisis financiera, no ha recibido el suficiente apoyo económico. “Los niños con problemas especiales no han tenido refuerzo de personal y el tamaño de las clases es grande”.

Esto ha provocado, por primera vez, el desencanto de muchos profesores. Pennanen recuerda que, durante un seminario de formación, un profesor le dijo que había pasado de destinar el 90% de su tiempo al aula y un 10% al trabajo fuera de ella a un 50%-50%. Uno de los problemas recurrentes en la educación obligatoria de otros países como España. “La insatisfacción es cada vez mayor, así como la carga de trabajo”, recuerda. “Están empezando a pensar en cambiar de trabajo o de carrera profesional, muchos sienten que no pueden cumplir todas las demandas que han creado estos cambios educativos”.

El sistema educativo finlandés se caracterizaba por su descentralización. Aunque la Junta Nacional de Educación y el Ministerio de Educación proporcionan las guías generales, cada región puede tomar sus propias decisiones, ya que, como recuerda el investigador, “hay diferencias muy grandes entre regiones”. “En la educación tradicional, el ritmo de reformas no era tan rápido y había más colaboración local”, añade. “La reforma del currículo de los años 90 es un buen ejemplo de colaboración local. Aún se produce esa colaboración entre colegios y otros actores, pero el cambio se ha producido en la cantidad de trabajo a diferentes niveles del sistema educativo gracias a estos proyectos, trabajo estratégico…”. Ya no es así, lo que ha dificultado la introducción de las nuevas reformas: “Si las medidas son unidireccionales, es difícil implementarlas”.

Otro mito que se esfuma es el de que no hay educación privada en Finlandia. Aunque la amplia mayoría de centros siguen siendo públicos, y tan solo algunos (los Montessori o Waldorf) son concertados por sus condiciones especiales, poco a poco las empresas privadas han entrado en Educación Infantil, donde sí se permite que los colegios se organicen como empresas privadas dirigidas como un negocio: «Hay muchas diferencias entre las guarderías públicas y privadas en cuestión de condiciones de trabajo, salario y responsabilidades». Un 10% de todos los niños de Infantil estudian en el sector privado. En apenas dos años, entre 2015 y 2017, el número de cheques guardería pasaron de 15.000 a 23.500.

«Finlandia no sale muy bien parada en el uso de TIC, no estábamos preparados»

Algo que también ha ocurrido en la Formación Profesional, donde muchos profesores dimitieron después de que el Gobierno de Sipilä anunciase un recorte de 190 millones de euros en su modelo de recorte del gasto en el sector público: “La FP se convirtió en una iniciativa a demanda, basada en competencias y orientada al cliente”. Además, algunos centros privados de Educación Infantil han cerrado al no ser todo lo rentables que se esperaba, y los ayuntamientos han tenido que hacerse cargo, explica Pennanen. Es el caso de una empresa llamada Touhula, propiedad de EQT, que solicitó una reestructuración de su deuda para evitar la bancarrota debido a las pérdidas ocasionadas por la pandemia. Touhula tiene 65 guarderías en toda Finlandia. Otros operadores son Pilke, en 50 municipios, y Norlandia, en 40.

El trauma de PISA

La pregunta del millón de dólares es por qué hay que cambiar lo que aparentemente funcionaba. Como explica el profesor finlandés, gran parte de la discusión durante los últimos años se ha centrado en esa misma pregunta, pero no está tan claro que funcionase. PISA, la prueba internacional que convirtió a Finlandia en el icono de la educación global tras la publicación de los primeros resultados en 2001, mostró desde 2006 un paulatino empeoramieto.

Pennanen recuerda que la educación finlandesa necesitaba una actualización. «El coronavirus ha revelado nuestro punto débil en la adopción de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en Finlandia», explica, recordando que la mayor parte de la formación sigue siendo cara a cara. «Los colegios deberían estar el día del desarrollo de la sociedad, y eso implica el uso eficiente de la tecnología. Aun así, necesitamos seguir los resultados que proporcionen otros estudios, para tener una visión más amplia del desarrollo de la educación finlandesa. Necesitamos enfrentarnos a los grandes cambios y retos a nivel nacional y global. Por ejemplo, ¿cómo nos enfrentamos a problemas del cambio climático y el desarrollo sostenible en la educación?».

La propuesta de elevar la educación obligatoria hasta los 18 ha levantado ampollas

“Es útil tener datos como los de PISA, pero, si solo nos centramos en eso, tendremos una visión muy reducida de cómo funciona el sistema educativo: necesitamos conocer el bienestar de los estudiantes, el de los profesores o su desarrollo profesional”, añade Pennanen. El estudio recuerda que hoy en día la mayoría de gobiernos de todos los países adoptan medidas muy similares, incluso los partidos de izquierda o laboristas: medidas neoliberales. Ni siquiera la llegada al Gobierno de Sanna Marin al frente de una coalición entre la izquierda y los verdes ha provocado un gran cambio en la situación educativa del país.

El cambio más importante que ha introducido el Gobierno de Marin ha sido elevar la educación obligatoria hasta los 18 años, algo que ha provocado fuertes críticas. “Ha generado un gran debate sobre si era necesario, teniendo en cuenta que tal vez habría sido mejor emplear esos recursos en la educación básica o la especial, en la formación de los profesores o en el tamaño de los grupos”, añade el investigador.

Foto: EFE/EPA/Kimmo Brandt.

Otro problema reciente es la brecha cada vez más amplia entre chicos y chicas en su capacidad de leer y escribir: a ellos se les da cada vez peor. O la accesibilidad; la red de colegios se ha reducido. “Los colegios deberían estar más cerca de los alumnos, necesitamos recursos para que haya una buena educación en cualquier parte de Finlandia”, explica. Cuando un alumno vive a más de cinco kilómetros de distancia, puede recurrir a un servicio gratuito de transporte, pero Pennanen recuerda que el cierre de centros en zonas rurales ha provocado que el principio de proximidad establecido por ley no se pueda cumplir.

La pregunta del millón de marcos fineses: ¿sigue siendo el finlandés uno de los mejores sistemas educativos del mundo? “Todavía estamos en el ‘top’, pero debemos tener mucho cuidado con hacia dónde nos dirigimos, porque la evolución no es buena y estamos empeorando en algunos resultados aunque aún rindamos bien. Tenemos que cuidar las próximas inversiones y crear las condiciones para que los profesores puedan hacer frente a su trabajo, que estén motivados y confíen en sus habilidades. Aunque PISA es importante, hay otras fuentes a la que deberías atender para tener un buen sistema educativo”.

Fuente: Héctor G. Barnés para https://www.elconfidencial.com

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