sábado, abril 20, 2024
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El emperrado corazón amora, Juan Gelman

No saber

Arrojen las desgracias íntimas.
Si permanecen, vean
cuáles deliran, inútiles.
Sobre sus hojas no hay
pajaritos del cosmos desvestido.
Viva el sol, viva el sol.
En los menos del alma
caben amores a la vista, caballos,
maderas de un carpintero loco.
Llevaron a otro cuarto
las hogueras sagradas, los
abordajes a la esperanza, triste
de nos, callados.
Se pregunta qué somos
sin cosechar la boca.

Pérdida y eso

El pasaje de la inteligencia a la luz
circula en los pactos de amor,
vive en su sinsentido, inunda
respiraciones que no alcanza a oír.
La ruta anonadada
conserva el primer beso en su herida.
Después se pulen las promesas,
las criaturas de las comprobaciones,
los álamos sin signos.
Vagan en la inmensidad
perdidos, sufrimientos
de libertad no alcanzada, flamantes
instrumentosin música,
calles que no se ven.

Jugadores

En avenidas donde
los jóvenes se besan con sombra,
barrenderos que barren
los tratos anteriores, pertenencias
del amor destruidas.
No vino más el año pasado,
un vagabundo sin medida cruza
el fracaso del ritmo que
se ahogó en pobrezas, migra
de sus desastres a desastres.
¿Quién habrá de coserlos con
hilos de oro y bondad?
Los pasos pisan contra
sí mismos, roban
quejas de animales oscuros,
abren la ciudad, conjurados.
Los pasajeros de la noche
falsifican pasaportes y penas,
cierran los grillos, su secreto.
Tanta desolación, humanos.
Tanta desolación.

Sacramentos

Hay nombres que corrigen su nombre,
las trasgresiones, los castigos, jueces
de palabra domada.
¿Tanto esplendor y dolor
termina dormido en papeles?
El derroche de un río
vuelve a nosotros como ser,
la deuda que se debe a la muerte.
El lado azul de los velámenes
navega en un tiempo perdido
sin fulgor ni cariño ni
el gran pedazo sin botones
que abre lo que será. La mañana
sitiada por ella misma
descansa en la mesa donde
lo no perceptible será dicho.
¡Esplendores de la Naturaleza
contra el disgusto del reloj!
Los pactos criminales
son herencia común en las manos,
lo menester, los libricos, Teresa.
Los dioses más violentos
tienen pájaros que les perdonan todo.

Aspiración

En el baldío donde nada crece
un niño juega con la nada.
Su mano toca adioses
que no serán cuando la lucha vuelva.
¿A qué morir si no?
Es el amor o los suplicios.
Los alumnos del mar
ya no saben qué hacer.

Fuente: https://literariedad.co/2016/06/05/el-emperrado-corazon-amora/

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